Malcolm Allison: un innovador, adelantado a su tiempo | OneFootball

En el aniversario de su nacimiento hace unos 97 años, recordamos la vida y la época de Malcolm Allison, el hombre que planeó el ascenso del Club desde la segunda división hasta el título de la máxima categoría...

Visionario, genio táctico y "posiblemente el mejor entrenador que haya tenido este país".

El destinatario de esos entusiastas homenajes fue el gran Malcolm Allison.

Una de las figuras más extravagantes en la historia del fútbol británico de la posguerra, gracias a su enorme personalidad y su inclinación por la hipérbole, Allison,o Big Mal, como se le conocía universalmente, respaldaba la mayoría de ocasiones sus grandes palabras con aún más grandes. andanzas.

Entre sus muchos clásicos figuran declaraciones como que "El City sería el primer equipo en jugar en Marte" y que "Continuaríamos aterrorizando a Europa".

Lo que no está en duda es que durante un período especial, el equipo del Manchester City formado por Allison y Joe Mercer jugó un fútbol de otro planeta.

A pesar de toda la percepción pública del champán, los sombreros de fieltro, los cigarros, las Bunny Girls y los abrigos de piel de oveja que a veces eran más grandes que las ovejas, Allison era un puro futbolista en el fondo.

Como entrenador poseía una perspicacia y un profundo aprecio por el juego que lo distinguía del resto de sus compañeros de profesión.

Junto a Mercer, Malcolm ayudó a orquestar uno de los períodos más importantes de la historia del City entre 1965 y 1970.

En ese período dorado, Joe y Malcolm llevaron al City de regreso a la antigua First Divison antes de, entre 1968 y 1970, llevar al Club a conquistar con todos los títulos nacionales: el título de liga, la FA Cup y la Liga en temporadas sucesivas. Títulos a los que añadirían la Recopa de Europa.

La ironía es que Joe y Mal formaron una pareja más improbable.

Mercer, nacido en Merseyside, había disfrutado de una tremenda carrera como jugador y era una figura paternal, con capacidad para unir a la gente y habría sido el primero en admitir que la táctica no era su fuerte.

Allison, nacido en Dartford, en marcado contraste, era ruidoso, atrevido y estaba armado con una férrea convicción en sus métodos.

También fue un entrenador como ningún otro, reconoció el talento y cuidó a sus jugadores para asegurarse de que aprovecharan al máximo su potencial.

Individualmente eran formidables.

Colectivamente, Allison y Mercer demostraron ser una fuerza irresistible, moldeando uno de los bandos más emocionantes y llamativos de la historia inglesa de posguerra.

Fue una asociación de polos opuestos y quizás por eso funcionó tan bien.

Como explicó Allison, "nadie en el fútbol podría vivir con nosotros. Entre nosotros lo teníamos todo. Me lanzaba a las situaciones como un toro, lleno de ambición, agresividad y desprecio por cualquiera que pudiera interponerse en mi camino"

"Y Joe vino detrás, recogiendo los pedazos, calmando a los heridos y ofendidos con su gran encanto".

Por su parte, Joe Mercer lo resumió a su manera: “Malcolm es el mejor entrenador de fútbol del mundo”, declaró.

No sorprende que, incluso 50 años después de su apogeo en el City, los jugadores que prosperaron con Joe y Big Mal todavía estén asombrados cuando hablan del impacto de la pareja.

"Joe Mercer era la figura decorativa, pero Malcolm Allison era la llave de la puerta", dice Mike Summerbee, uno de los jugadores clave del City en esos años mágicos.

“Malcolm cambió el fútbol al hacernos entrenar como atletas y, en ese sentido, estaba muy adelantado a su tiempo.

“Era uno de los muchachos, pero sabía hacer restallar el látigo y todos lo respetábamos. Mi esposa siempre decía: '¡Amas a Malcolm Allison más que a mí!'. Así es como personificaste a Malcolm Allison.

"Era simplemente un hombre increíble y posiblemente el mejor entrenador que haya tenido este país".

Nacido en Dartford, Kent, Allison era un colegial brillante, pero su determinación era evidente incluso desde una edad temprana.

Allison reprobó deliberadamente su examen de ingreso a la escuela primaria para asegurarse de asistir a una escuela secundaria donde se jugaba fútbol.

Después de trabajar como tendero y corredor de Fleet Street, se unió al Charlton Athletic como medio central antes de mudarse al West Ham en 1951.

En Upton Park, prosperó y también comenzó a desarrollar su pasión por las tácticas del juego y su obsesión por entrenar.

Sin embargo, con sólo 29 años, Allison contrajo tuberculosis, lo que acabó con su carrera como jugador después de casi 250 apariciones con los Hammers.

Como recuerda Beth, la primera esposa de Allison: “Mientras se recuperaba, Malcolm decidió demostrar su valía. Creo que llegó a la conclusión de que tenía una vida y que iba a vivirla al máximo".

No por última vez, Big Mal iba a cumplir esa promesa.

Habiendo comenzado su embrionaria carrera como entrenador con Bath City en 1963, Allison rápidamente amplió su base de conocimientos en Toronto City y luego en Plymouth Argyle, antes de llegar para unirse a Mercer en Maine Road en el verano de 1965.

La llegada de ambos transformaría la suerte del City y el uso de la ciencia y el enfoque visionario de Allison sería un factor fundamental en nuestro período posterior de éxito incomparable.

"Malcolm estaba muy adelantado a su tiempo", recuerda Summerbee. “Nos hizo correr máquinas con sesiones de fitness basadas en masajes en la Universidad de Salford allá por 1965.

“Trabajamos duro para él y estábamos excepcionalmente en forma, pero pudimos disfrutar y él estuvo de acuerdo. Fue un gran psicólogo; Sabía cómo hacer restallar el látigo y lo respetábamos, pero también podía manejar a los jugadores como individuos y sacarles más provecho”.

Lamentablemente, sin embargo, la política de la sala de juntas hizo que la sociedad de la pareja se disolviera en 1972 cuando Mercer dejó el City y Allison se instaló como gerente por derecho propio.

Aunque el City ganó el Charity Shield ese año bajo su liderazgo, estaba claro que las cosas no eran iguales y, en marzo de 1973, Allison también había abandonado el Club.

Rápidamente fue nombrado entrenador del Crystal Palace y, a pesar de sufrir dos descensos, llevó a los Eagles (Allison cambió el apodo de Palace por el de los Glaziers) a la semifinal de la Copa FA en 1976.

Como reflexionó el defensa del Palace Jim Cannon: "Malcolm Allison puso al Palace en el mapa. Ningún otro hombre podría por sí solo llevar un club de la Primera División a la Tercera División y aún así convertirse en un héroe instantáneo".

Después de dejar Palace en el verano de 1976, Big Mal estuvo a cargo del Galatasaray en Turquía y luego regresó a Plymouth antes de que el presidente Peter Swales lo convocara nuevamente para hacerse cargo del City por segunda vez en el verano de 1979.

Sin embargo, no fue el más feliz de los reencuentros.

Desmantelando gran parte del equipo que había levantado la Copa de la Liga de 1976 y terminó segundo en la liga un año después, Allison gastó el dinero, rompiendo el récord de transferencias británico para fichar a Steve Daley y reclutar a varios recién llegados más caros.

Sin embargo, los resultados no llegaron (el City también sufrió una desastrosa eliminación en la tercera ronda de la Copa FA en Halifax) y poco más de un año después de su regreso, Allison fue despedida.

Después de un breve segundo período a cargo del Palace, la pasión por los viajes de Malcolm lo llevó a mudarse al extranjero una vez más para convertirse en entrenador del Sporting de Lisboa.

Allí demostró que la vieja magia aún estaba intacta, guiando al Sporting al triplete nacional portugués en 1982 antes de regresar a casa una vez más para dos últimos períodos al mando en Middlesbrough y Bristol Rovers.

Fue un final discreto para un hombre que había dado tanto por el fútbol.

Lamentablemente, los últimos años de Malcolm estuvieron marcados por problemas de salud y falleció en octubre de 2010 a la edad de 83 años, una ocasión marcada por homenajes sinceros y afecto genuino durante todo el juego.

Sin embargo, el legado y la influencia duradera de uno de los gigantes de la orgullosa historia de posguerra de la ciudad resuena con la misma fuerza y ​​claridad hoy.

Allá por 1967, Allison escribió Soccer For Thinkers, un tratado sobre la forma en que pensaba que se debía jugar y enseñar este deporte.

Sus palabras podrían haber sido escritas ayer por su claridad y su incisividad.

"El jugador", escribió Allison, "aprecia que hay otros a su alrededor que debe utilizar. Debe mirar y ver dónde están antes de dar un pase. Su única oportunidad de entrar en el juego es encontrar una posición clara.

"El juego se vuelve abierto sólo cuando los jugadores aprecian el valor de este juego posicional básico".

Una prueba positiva de que los pases y el movimiento, los principios que nos han traído tanto éxito reciente con Pep Guardiola, también fueron los valores rectores de Big Mal.

Este artículo se publicó por primera vez el 14 de octubre de 2020, el décimo aniversario del fallecimiento de Allison.

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