
La Galerna
·4 Agustus 2025
La tabla de la humillación... ajena

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·4 Agustus 2025
Hay imágenes que valen más que mil Copas de Europa, y luego está esta foto.
Una tabla, aparentemente sencilla, con nombres y escudos. Un gráfico que debería enseñarse en los colegios, colgarse en los vestuarios de cada cantera y utilizarse como remedio terapéutico para quienes padecen el virus de la envidia futbolística crónica. Un archivo que debería estar clasificado como patrimonio de la humanidad y que, sin embargo, en este país nuestro tan dado al ninguneo, al rencor y al esperpento, ha sido ignorado como si tal cosa.
¿De qué hablo? De una verdadera barbaridad estadística, de una anomalía de las buenas, de un dominio abrumador, del no va más, de la clasificación de los jugadores con más Copas de Europa en la historia. No Ligas, no Copas del Rey, no Supercopas de Chipre, Copas de Europa. La cima, el Everest, el torneo que convierte a los clubes en eternos y a los jugadores en leyenda. Pues bien: en esa lista, 17, diecisiete, seventeen, dix-sept, siebzehn, dezessete, diciassette, dis-ût, zeventien, sytten, sjutton, семнадцать, 十七, șaptesprezece de los 19 primeros, y los seis primeros jugadores con más títulos europeos pertenecen, cómo no, al Real Madrid, no dos ni tres, nada menos que 17.
Gento, el único hombre que supo ponerle un 6 a la Champions antes de que nacieran los del siglo XXI. Y ahora, repiten la hazaña (e incluso la superan si sumamos Supercopas, Mundiales de Clubes y alguna noche épica en Múnich o Manchester), nombres que, en cualquier otro club, serían tratados como deidades: Modric, Kroos, Nacho, Carvajal, cuatro leyendas vivas a las que aquí algunos aún se han permitido criticar sin sonrojo, sin pausa y sin neuronas.
Añadan a la ecuación a Lucas Vázquez, Marcelo, Casemiro, Benzema, Bale y Cristiano Ronaldo, todos con cinco entorchados. Y luego viajen mentalmente a Milán, a Old Trafford, al Camp Nou o a la ribera del Guadalquivir. Pregúntense: ¿quién puede siquiera oler esto? ¿Quién puede mirar de frente al Real Madrid en Europa sin que le tiemblen las canillas? Nadie. Absolutamente nadie.
Porque esto no es solo una estadística. Es una humillación histórica que el resto de Europa respeta con la boca abierta y que en España se mira con el ceño fruncido. Somos los campeones de Europa y lo somos desde hace décadas. En lugar de rendirse a la evidencia, muchos prefieren buscar la sombra, el lunar, el penalti dudoso, los dos toques de circo o el descuento de Lisboa.
No se puede entender esta década gloriosa sin entender el país que la ha padecido. Porque no se puede decir de otra forma: España, o al menos una parte significativa de sus medios, estamentos y aficiones, ha sufrido cada Copa de Europa del Real Madrid como una herida en el ego. La envidia ha sido tan grande que ha contaminado tertulias, portadas, campañas institucionales y hasta árbitros. Sí, árbitros. Pregunten por Negreira.
Y mientras tanto, fuera de nuestras fronteras, la cosa cambia. El respeto que se le tiene al Real Madrid es de otro nivel. En el reciente Mundial de Clubes, en Estados Unidos, no hubo un solo asiento libre en ninguno de los partidos del club blanco. Ninguno. Estadios a reventar, camisetas del Real Madrid por doquier. Ni el City, ni el Bayern, ni el United, ni el PSG, ni ese club del que usted me habla (¡Uy, perdón! Que no estuvo…) Solo el Real Madrid. Porque fuera de España, el Real Madrid es el rey del fútbol, y en cambio aquí se le trata como si fuera un primo incómodo que ha heredado todo y encima tiene buena salud.
Y aquí llegamos al último capítulo del drama: el madridista vinagre. Ese espécimen de bufanda negra y cuenta anónima en redes sociales que lleva una década sin disfrutar una sola noche. Ese que se queja del juego, del entrenador, del presidente, de los fichajes, de los canteranos, del catering del Bernabéu y de la humedad del túnel de vestuarios. Ese que, con seis Copas de Europa en diez años, aún no ha encontrado motivo para sonreír.
¿Cómo se puede ser tan necio, tan ingrato, tan ciego? ¿Cómo se puede vivir una etapa irrepetible, porque lo es, querido lector, lo es, y dedicarla al quejío y al reproche? ¿Cómo se puede insultar a Modric, a Kroos, a Carvajal, a Nacho, a Benzema, a Vinicius, a Ancelotti, a Florentino... con esa superioridad moral que solo da la ignorancia?
Un día, dentro de veinte años, mirarán esta tabla y se darán cuenta de lo que vivieron. Solo que ya será tarde. Y entonces vendrán las lágrimas, los arrepentimientos y las frases que empiezan por “yo no lo valoré en su momento, pero...”.
Porque sí, lo repito: esto no volverá a suceder. Puede que ganemos más Copas de Europa. Puede que Bellingham levante cinco y Lunin se vista de leyenda. Pero lo que se ha vivido con esta generación, con este núcleo de futbolistas formados en la casa o adoptados como hijos pródigos, es tan brutal que merece ser celebrado cada día como si fuera la final de Glasgow.
Pongámosla de nuevo. Por qué no. Miren la foto. Modric, Kroos, Nacho, Carvajal, Gento. Miren los escudos. Seis, seis, seis, seis, seis.
17 de 19.
Y luego miren alrededor. Verán la envidia, el silencio, el desprecio de los mediocres, la campaña arbitral, los deditos al aire de Simeone, las excusas del Barça, las crónicas culés que hablan de estilos y ADN como si eso se pudiera comparar con levantar trofeos.
Miren la foto y sonrían. Porque son del Real Madrid, porque están vivos para contarlo, porque han sido testigos de la mayor hegemonía europea de todos los tiempos, porque esta foto, esta tabla, es una verdadera barbaridad. Y, sobre todo, porque los demás no pueden decir lo mismo. Nadie.
Me despido con la frase de nuestro amigo Javi, con la de siempre, ya saben, hoy, más que nunca, después de ver y analizar esta tabla: ser del Real Madrid es lo mejor que una persona puede ser en esta vida… ¡Hala Madrid!
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