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La Colina de Nervión
·25 Februari 2025
Impotencia
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·25 Februari 2025
No está echada a perder la semana clave para el Sevilla Fútbol Club, simplemente se ha tornado más difícil. De lunes a sábado el equipo tiene programadas las citas contra Mallorca, ya cumplimentada, y contra Rayo Vallecano. Si el balance de ellas fuera adicionar cuatro puntos, no habría sevillista que lo lamentara, así que no se puede decir que el tropiezo contra los baleares cediendo un empate en el último minuto sea una hecatombe, ya que aún se puede conseguir ese objetivo en caso de derrotar a los vallecanos. Más difícil era vencer en Gerona, y se consiguió, por lo tanto, no se puede presuponer que no se vaya a regresar triunfante de Madrid el sábado por la tarde. El futuro no está escrito y todo puede ocurrir.
No obstante, y siendo esto cierto, es evidente que el sevillismo no afronta hoy en día de la misma manera la cita venidera que si hubiera vencido en la noche del lunes un partido que podía haber sentenciado mucho antes de que ocurriera la desgraciada jugada en la que el portero Nyland regala el gol a los mallorquinistas. Ese lance desafortunado en una jugada carente de peligro vuelve a sembrar de impotencia tanto a la plantilla como a la afición, que ve cómo su equipo es incapaz de asentarse sólidamente entre los candidatos a ocupar puestos clasificatorios con derechos europeos. De la misma forma que ocurrió contra el Valencia, que se adelantó en el marcador debido a una estúpida jugada aislada en la que un defensa del Sevilla Fútbol Club comete un grave error, en la noche del lunes se perpetra otro suicidio con una absurda mala decisión, en esta ocasión cometida por el guardameta. En ambos casos, el resultado es no sumar dos puntos fundamentales para sostener una temporada que se encamina, a base de fallos individuales en algunos casos y colectivos en otros, a ser calificada como de anodina.
El rostro de impotencia con el que los jugadores abandonaban el campo y los aficionados la grada derivaba de una acción personal de Nyland, quien sale retratado en la foto de la frustración, pero ello no debe impedir que se perciba que el comportamiento colectivo fue inferior a lo que se requiere para acceder a dichas plazas con acceso a competiciones europeas de la próxima temporada. Hasta aproximadamente el minuto 70 de partido, la superioridad del Sevilla Fútbol Club había sido total y podría haberse visto reflejada en el marcador si las decisiones en la zona cercana a la portería mallorquinista hubiesen sido acertadas y se hubieran materializado los contragolpes que protagonizaban los Lukebakio, Isaac, Vargas y compañía. Pero el desaprovechamiento de las oportunidades presagiaba el futuro cumplimiento de una máxima del fútbol: “si perdonas, lo pagas”, como efectivamente ocurrió casi en el minuto final del encuentro.
Lo que ocurrió con posterioridad al minuto 70 hay que achacárselo al entrenador, quien como es habitual reacciona tardíamente al devenir del encuentro e interpreta con poco acierto las necesidades de su equipo cuando las piernas de los protagonistas empiezan a estar más pesadas de la cuenta. De tal manera que la impotencia vivida en el estadio se acrecienta cuando el aficionado escucha las explicaciones del técnico justificando la tardanza de sus decisiones con el argumento de que el jugador que salta al campo en los cambios no ofrece el rendimiento inmediato que se desea. Debe ser que quienes necesitan minutos para adaptarse al partido son solo los sevillistas, pues el entrenador del Mallorca realizó tres cambios, introduciendo además a dos delanteros, que cambiaron inmediatamente el desarrollo del encuentro y supusieron que su equipo asumiera el control casi total del balón. Para cuando García Pimienta quiso reaccionar, la dinámica del partido ya era totalmente favorable para los mallorquinistas y se veía que difícilmente su equipo podría hacer otra cosa que defender el resultado el tiempo que pudiese, pues la impotencia se había adueñado de él. En definitiva, esa es la sensación que el Sevilla Fútbol Club está transmitiendo esta temporada desde todos sus estamentos, impotencia. La de sus dirigentes para manejar el club; la de su entrenador para gestionar la plantilla y la de sus futbolistas para ganar los partidos.
Salvo que de Vallecas se regrese con tres puntos y se salve esta semana clave, da la impresión de que esta temporada será un deambular anodino debido a la incapacidad propia de alcanzar cotas de privilegio. Veremos.
Langsung