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La Galerna

·31 Oktober 2024

Galacticismo o barbarie

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Zinedine Zidane llegó al Real Madrid en el año 2001 y estuvo en el Club hasta el 2007. Figo lo hizo en el 2000 y prolongó su estancia hasta el 2005. Ronaldo Nazario desembarcó en el 2002 y permaneció cinco temporadas, hasta el 2007. Beckham arribó en el 2003 y vistió la camiseta blanca hasta 2007. Y Owen estuvo en el Bernabéu durante el año 2004. Todos ellos fueron precedidos por Roberto Carlos, que aterrizó en Madrid en el año 1996, se mantuvo en la entidad hasta 2007 y al que no se le puede considerar dentro del grupo de los ‘Galácticos’, que empezaron a llegar al Real Madrid a partir del año 2000, cuando Florentino sacudió el mercado del fútbol mundial con el fichaje del portugués Luis Figo.

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La contratación del luso supuso la tarjeta de presentación de Florentino Pérez, que inauguraba por la puerta grande una forma de gestionar un club de fútbol en España diferente a todo lo que se había visto hasta el momento.


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Los resultados, a largo plazo, están a la vista: el Real Madrid es la institución deportiva más poderosa, mediática e influente del mundo.

Pero lo cierto es que aquellos primeros años, ‘los años galácticos’, no resultaron como se esperaban. A pesar de que en el año 2002 el Madrid conquistó su octava Copa de Europa en Glasgow con un gol icónico de Zinedine Zidane, la sensación general del periodo galáctico no fue positiva, sobre todo en el último tramo, que condujo a la salida en dos temporadas de Figo, Zidane, Owen, Ronaldo, Beckham y Roberto Carlos. Unos por retirada y otros porque entendieron que su ciclo en el Madrid había terminado.

En las últimas temporadas, el modelo deportivo del Real Madrid se ha centrado en la contratación de jugadores jóvenes a nivel global, sin importar el pasaporte, pero sí los informes que certifican que se trata de futbolistas con una gran capacidad de evolución

El Club dio un giro de guion importante y Florentino Pérez, en su segunda etapa como presidente, tomó nota de lo que había pasado durante el núcleo duro de los años del galacticismo.

En las últimas temporadas, incluso, el modelo deportivo del Real Madrid se ha centrado en la contratación de jugadores jóvenes a nivel global, sin importar el pasaporte, pero sí los informes que certifican que se trata de futbolistas con una gran capacidad de evolución. De esa manera han llegado al Madrid jugadores como Vinícius, Rodrygo, Valverde, Camavinga, Militao, Lunin, Tchouaméni o, más recientemente y aún por explotar, futbolistas como Endrick o Güler.

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A lomos de ese modelo, el Real Madrid ha vivido su segunda Edad de Oro, tras la protagonizada en la última mitad de los años 50 por aquel equipo de leyenda comandado por Di Stéfano y del que formaban parte nombres que son historia del fútbol mundial: Gento, Puskas, Rial, Kopa…

Por tanto, el modelo ha funcionado a la perfección y ha dado como resultado una formidable cosecha de títulos y la sensación a nivel planetario de que en el fútbol hay dos categorías: el Real Madrid y el resto.

Pero lo cierto es que algo ha cambiado. El fichaje de Mbappé —habría que abrir un debate serio sobre si era necesario, deportivamente hablando, en este momento— unido al de Bellingham, con resultados formidables el año pasado, y la explosión a nivel de Balón de Oro esquilmado de Vinícius, han resucitado los fantasmas de la época más galáctica, aquella en la que todo se supeditaba al jugador de talla mundial, la meritocracia desaparecía, jugaban siempre los mismos y en el banquillo estaban también siempre los mismos, hicieran lo que hicieran. Y aquello terminó como terminó.

El galacticismo fue una época con sus luces y con muchas sombras. Tiene sus fans, pero a mí me gusta más la barbarie de los jóvenes con ganas de comerse el mundo

El ala deportiva del Real Madrid tiene que recapacitar. Lo que funciona no se debe cambiar y Mbappé ha cambiado demasiadas cosas sobre el césped.

Aún no se ha roto nada, pero va camino de romperse si Ancelotti, que tiene la gran responsabilidad de defender el extraordinario legado que ha construido en sus años como entrenador del Madrid, no lo remedia.

El galacticismo fue una época con sus luces y con muchas sombras. Tiene sus fans, pero a mí me gusta más la barbarie de los jóvenes con ganas de comerse el mundo y que se han puesto el fútbol por montera en las últimas temporadas, las mejores de la historia del Club con permiso de Di Stéfano y su cuadrilla indomable.

Getty Images.

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