Grada3
·22 Januari 2025
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Volvía al Santiago Bernabéu la Champions League de la mano de un panorama al que no está acostumbrado el respetable blanco. Tras la debacle del encuentro frente al A.C. Milan, que puso al Real Madrid en un auténtico aprieto, recibía a un Salzburgo necesitado de puntos para, como mínimo, garantizar un puesto entre los 24 primeros, a sabiendas de que colarse entre los ocho mejores de Europa se antojaba como una tarea prácticamente imposible.
Para ello, Carlo Ancelotti puso sobre el verde toda la dinamita necesaria para llevarse los tres puntos en la penúltima jornada de la máxima competición de clubes. El técnico italiano puso toda la carne en el asador con el objetivo de aprovechar el buen momento de figuras como Bellingham o Mbappé, así como recuperar al mejor Vinícius, en una convocatoria en la que solo Camavinga se cayó por lesión, sin contar con los que serán baja durante toda la temporada.
Y sin más preámbulos, el balón echó a rodar. El Madrid era consciente de lo que se jugaba, por lo que trató de imponer su ley desde el primer compás del encuentro. Sin embargo, el Salzburgo quiso salir a jugar y no le quemó la pelota en ningún momento. Tras unos primeros minutos de tanteo, en los que al conjunto alemán le duraba el esférico mucho más que al Real Madrid, el conjunto blanco comenzó a mover el balón al son de Modric y Ceballos, haciendo al Salzburgo correr hacia atrás por primera vez en el encuentro.
Sin embargo, el conjunto alemán, que mostró un gran repertorio de armas en apenas un cuarto de hora, amenazaba a la contra frente al dominio blanco, estando cerca de superar a Courtois con un golpeo desde la frontal con un contragolpe vertiginoso. No obstante, poco a poco los de Carletto comenzaron a monopolizar la posesión del esférico, jugando cada vez más cerca de la meta de Blaswich, aunque no terminaba de transformar el dominio en ocasiones.
Alcanzado el ecuador de la primera mitad, el conjunto blanco no había tenido ningún acercamiento a la meta germana, por lo que el Santiago Bernabéu hizo saber a los suyos su descontento a base de pitidos cuando el Salzburgo dominaba el cuero. Y como suele decirse, acción-reacción. En la siguiente jugada a que el Bernabéu hiciera saber a los suyos su descontento, Vinícius arrancó su clásica carrera por la banda izquierda, colgando un balón al área que Bellingham no llegó a controlar. Sin embargo, el toque del inglés fue suficiente para que Rodrygo apareciese por la derecha como una exalhación para conectar el esférico con su pierna derecha y superar a Blaswich.
Un golpe a la mandíbula que, por momentos, pareció mandar al Salzburgo a la lona, ya que el conjunto alemán se partió ante las ofensivas del Madrid. En un contragolpe, solo cinco hombres alemanes acudieron al repliegue, algo que trató de aprovechar Rodrygo con un fuerte derechazo que fue repelido por la zaga germana. Sin embargo, el rebote cayo en sus pies, y se lo entregó a Vinícius, que remató desde la frontal del área, sin lograr encontrar portería.
Rodrygo celebra su tanto frente al Salzburgo. Foto: @realmadrid.
Ahora sí, por delante en el marcador y tras convertirse en dueño y señor del cuero, el conjunto blanco manejaba el encuentro a su antojo, pareciendo solo cuestión de tiempo que incrementasen la ventaja. Y así fue, además, con los mismos protagonistas que en el primer gol. Vini arrancó por la banda izquierda, encontrando en la frontal a un Bellingham que soltó un exquisito taconazo que recordó a aquel de Guti en este mismo feudo frente al Sevilla, dejando el cuero en la frontal para que Rodrygo la pegase con rosca al palo largo, lejos del alcance del meta germano, y poniendo el segundo en el marcador.
Un gol que ahora sí, terminó de dejar grogui a un Salzburgo que no volvió a acercarse a la meta de Courtois en lo que restaba de primera mitad. No obstante, el Madrid también bajó las revoluciones y se dedicó más a mover al conjunto alemán de un lado a otro del campo que a lanzarse a por el tercero. Y sin tiempo para más, ambos clubes enfilaron los túneles de vestuarios, después de una primera parte en la que el Madrid fue claro dominador, y asestó dos golpes fatales en forma de genialidades de Rodrygo y Bellingham.
Visto el final de la primera mitad, existía la duda de si el Real Madrid iría a liquidar el partido o a mantener el resultado. Una duda que tardó dos minutos en disiparse, cuando una presión alta de Mbappé provocó el error garrafal de Blaswich, que quiso regatear al francés y terminó haciéndose un lío, perdiendo la pelota y dejando a Kylian solo a un metro de la portería, ante lo que solo tuvo que empujarla, y se sumó a la fiesta de Bellingham y Rodrygo.
Un gol que, por si no lo estuviera ya, terminó de rematar a Salzburgo al que parecía que la segunda mitad se le podría hacer muy larga. Y es que el conjunto blanco había desatado la furia de todos sus titanes sobre el conjunto alemán. Sin embargo, aún faltaba uno por unirse a la fiesta. Y Vini lo hizo por la puerta grande, con una jugada que ya es marca de la casa. Inició una carrera por la banda izquierda, midiéndose en velocidad con Dedic, al que rebasó como si de un avión se tratase. Ya dentro del área, recortó hacia fuera y sacó un latigazo con su pierna derecha, poniendo el balón lejos del alcance del meta, y sumando el cuarto al marcador.
El Bernabéu era una absoluta fiesta, y junto a su afición, también se divertía el Madrid sobre el verde, siendo el primer partido de esta edición de Champions League en el que se imponían sin ningún tipo de problema, siendo un auténtico rodillo que pasó por encima del Salzburgo sin dejar lugar a la respuesta. Y lo peor para el conjunto alemán, es que el Madrid no parecía dispuesto a levantar el pie del acelerador. De hecho, Rüdiger rozó la manita a balón parado tras un córner botado por Güler, pero el cabezazo del central se marchó alto.
Mbappé celebra su tanto frente al Salzburgo. Foto: @realmadrid.
Sin embargo, con el partido ya completamente resuelto, Ancelotti pensó en el envite liguero y empezó a dar salida a algunas piezas clave. Bellingham, Mbappé y Rodrygo abandonaron el terreno de juego, dando entrada a la segunda unidad conformada por Brahim, Endrick y Güler, que también querían sumarse a la fiesta de sus compañeros, mientras que el público del Bernabéu reclamaba a los suyos un último gol que completase la manita.
Una manita que, efectivamente, terminaría llegando, pero no lo haría de la mano de ninguno de los recién ingresados al terreno de juego, sino de un Vinícius que sumó otro golazo a su repertorio. Un gol que, en esta ocasión, vino precedido por una gran conducción de Fede Valverde por el carril del ‘8’, que acertó a encontrar a Vini en la frontal. El brasileño sentó al zaguero con una finta para plantarse solo frente a la portería, y con un sutil toque con la zurda puso la pelota lejos del alcance de Blaswich, poniendo así la manita y el segundo en su cuenta goleadora.
Ya con el quinto en su haber, el Madrid pareció dar por zanjada la goleada y, por ende, el partido. Sin embargo, el conjunto alemán, que hacía todo lo posible por no irse de vacío absoluto del Bernabéu, intentaba ahora marcar el gol del honor. Y con un Madrid con la menta ya puesta en el encuentro ante el Valladolid, una jugada por banda del Salzburgo terminó con un derechazo espectacular de Bidstrup ante el que nada pudo hacer Courtois, dejando al conjunto alemán sin irse de vacío ante el campeón de Europa.
Y con ello, terminó un encuentro en el que el Real Madrid era muy consciente de lo mucho que se jugaba, y dio un auténtico recital ante un rival que no tuvo nada que hacer ante el vendaval blanco. Una demostración de que, cuando están enchufado, los cuatro de arriba del Madrid pueden hacer trizas a cualquiera que se ponga por delante. Y clasificarse entre los 8 mejores de Europa sigue siendo una misión casi imposible, pero, si algo está claro, es que en la fase eliminatoria el Real Madrid será el rival que todos querrán evitar.