Fondo Segunda
·6 Januari 2025
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·6 Januari 2025
La maquinaria del mercado de invierno ha comenzado a rodar pronto en Cádiz. La necesidad de rearmar la plantilla a base de incorporaciones para rearmar el bloque competitivo. Pero, sobre todo, -y casi que de manera más urgente-, de aligerar carga dando salidas a los suspensos en este primer tramo de la temporada, ha llevado a los amarillos a actuar con celeridad para comenzar a tomar las primeras decisiones. Decisiones que suelen chocar frontalmente con las peticiones de la afición. Dando forma a una disonancia que se ha venido repitiendo durante los últimos años, generando un desgaste en las relaciones entre ambas partes.
Aunque ahora, por primera vez en mucho tiempo, han conseguido darse la mano como signo de acuerdo ante una situación que, para muchos, debía haberse producido mucho antes. La marcha de Iván Alejo, que partirá al APOEL de Nicosia cedido hasta el final de la presente temporada. El matiz en esta operación, el asterisco, es que lo hará con opción de compra obligatoria por parte del cuadro chipriota. Por lo que más que un hasta luego, será una despedida casi definitiva para cerrar un largo ciclo en amarillo.
Alejo es, de hecho, uno de los miembros de la primera plantilla que más años ha enlazado como cadista. Tan solo estaba por detrás de Álex Fernández, David Gil, Iza Carcelén y Fali. Casi seis temporadas en el equipo. Tiempo más que suficiente para ascender en la escala jerárquica como capitán. Y, también, en el corazón de la gente. El roce, después de todo, hace el cariño, como se suele decir. Aunque ni una cosa ni mucho menos la otra.
La actitud rebelde de un futbolista que siempre ha destacado más por su incapacidad para controlar un carácter desatado que por actuaciones con el balón en los pies que siempre han pasado de puntillas.
Ha plasmado una idea sobre el cadismo en muchos sitios repartidos por todo el mapa. Con la que el aficionado jamás se ha sentido identificado, ni mucho menos orgulloso. Discusiones, confrontaciones, insultos y provocaciones constituirán, lamentablemente, el único recuerdo que dejará Alejo en la Tacita de Plata. Un legado manchado construido, pieza a pieza, mediante episodios polémicos y tarjetas amarillas. Hasta 52 ha visto en seis temporadas. En la 2023-24, última temporada del Cádiz CF en Primera División, se quedó tan solo a dos del récord que ostentan de manera compartida Fernando Gamboa (Real Oviedo) y Cristian Sapunaru (Real Zaragoza).
Su forma de jugar tampoco ha contribuido nunca a reducir estas cifras, sino todo lo contrario. “Soy un jugador muy intenso, que utiliza mucho el contacto físico”, aseguró una vez Iván Alejo en una entrevista concedida a Relevo. “El fútbol se ha vuelto tan físico que si no estás al nivel te pasan por encima. Me gusta mucho el contacto, los roces, los piques y obviamente ahí la culpa es mía. Eso me puede traer cosas positivas, pero también me trae cosas negativas como el tema de las tarjetas amarillas”.
Una intensidad identitaria, a veces demasiado desmedida, pero que no solo ha dado amonestaciones como resultado. También el de un perfil de futbolista aguerrido, comprometido con la causa, al que nunca se le podrá achacar que no se empleó a fondo en cada partido.
Ahora que ha anunciado su marcha a Chipre, – de hecho, ha llegado a debutar ya con su nuevo equipo-, todos tienen claro quién será su reemplazo como nuevo ‘bad boy’ del vestuario del Cádiz, tras el encontronazo de Fali con la afición al término del partido ante el Real Oviedo. Aunque nadie sabe todavía quién será su sustituto como abanderado del coraje y la valentía. Del arrojo y la bravura. No hay nadie que le echara tantos huevos como Iván Alejo en el Cádiz. Y sólo por eso quizá, al final, se le terminará echando de menos.