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La Galerna

·6 Juli 2024

El antimadridismo se cura viajando

Gambar artikel:El antimadridismo se cura viajando

El antimadidismo sociológico (término estúpidamente acuñado por Jan Laporta) sólo se cura viajando, al igual que la ignorancia.

Y de viajes le quiero hablar, querido lector.


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Mi primer vuelo transoceánico  fue en el ya lejano 1989: septiembre, Rio de Janeiro. Nuestro Real Madrid venía de ganar su cuarta liga consecutiva, sufriendo una sola derrota en todo el campeonato. Además conquistó un doblete, al vencer también en la final de la copa del Rey.

El día que aterrizamos, un 3 de septiembre, ocurrió el famoso bengalazo en el Brasil- Chile en Maracaná, camino del mundial de Italia 90. Les recuerdo que el arquero chileno Robert Rojas simuló haber sido herido por una bengala que sí, temerariamente lanzaron cerca de él pero que de hecho no le había alcanzado. El partido se suspendió en el minuto 67 por la retirada de Chile del terreno de juego. Tras varias reuniones la FIFA dio finalmente a Brasil ganador del partido por 2-0. Rojas al final cantó, cual malo de una película. Las heridas se las había provocado él mismo con una cuchilla de afeitar que llevaba en uno de sus guantes.

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Pero a lo que vamos: días después, y paseando por Ipanema queriendo encontrar a la garota que describió Vinícius de Morais (vaya con el nombre de pila), y a la que puso magistralmente música Antonio Carlos Jobim, observé que había cientos de pandillas de chavales jugando al fútbol-playa. Puede que hubiese mas de cien porterías a lo largo de toda la playa. Mis amigos y yo nos juntamos con la muchachada, y solicitamos si podíamos “jogar” con ellos. Ante la respuesta positiva, lo primero que nos preguntó el más gambetero fue; “¿De onde sou?”. Al responder que de Madrid, Madrid, la cara de aquellos chavales  se iluminó y todos jubilosamente comenzaron a gritar: Real Madrid, Michel, Butragueño. Como para decirles a  los chicos que éramos del Atleti(que no es el caso). Esta devoción por el Real Madrid, y sobre todo por Emilio Butragueño, nos acompañó aquella semana desde el pao de Azucar al Corcovado, pasando por las playas de Leblón, Copacabana, Botafogo, Tijuca, etc. Aquel ya lejano 1989 comencé a ser consciente de la magnitud y grandeza del Real Madrid fuera de España.

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Un año exacto después, un compromiso familiar en forma de boda me llevó a Frankfurt. Aquel verano habíamos ganado la quinta liga consecutiva, la del récord de goles con 107, 38 de ellos de Hugo Sánchez. Yo, con mi camiseta del Real Madrid, buscaba encontrar en Frankfurt el mejor hot dog del mundo, y ocurrió algo asombroso. Cuando entré en aquella cervecería alemana y le pedí al camarero “Ein bier, bitte”, aquel orondo y rojizo personaje me respondió exactamente lo mismo que un año antes aquellos chavales cariocas que jugaban al fútbol descalzos en Ipanema: Real Madrid, Michel, Butragueño. Me enorgullecí de tal modo que tuve que compartir con aquel simpático barman 4 o 5 bier más. Desde ese día, soy del Eintracht de Frankfurt en la Bundesliga .

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Nueve años después, en 1999, la vida me llevó a la Riviera Maya mejicana. Llevar la camiseta del Real Madrid puesta era prácticamente un pasaporte o un salvoconducto, pese a que el FC Negreira acababa de ganar su segunda liga consecutiva. Ese verano la UEFA hizo desaparecer la Recopa y la unió a la Europa League, y España tenía por vez primera cuatro equipos en Champions League, craso error de la UEFA, ya que al año siguiente conquistamos en París la Octava Copa de Europa, habiendo quedado segundos en la liga.

Al caso: Pasearte por Cancún, Valladolid, Mérida, Playa del Carmen, etc. con la camiseta del Real Madrid de Hugo Sáchez era el centro de atención de cualquier mejicano medio con el que me cruzaba. Me preguntaban, me la pedían, querían saber… y eso que Hugo había dejado el Real Madrid varios años antes.

Nos idolatran, querido lector, nos idolatran, y por eso y por muchas cosas más el antimadridismo sociológico solo existe en España. Al igual que la ignorancia, solo se cura viajando.

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