La Galerna
·29 November 2024
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Nada cambia si nada cambias. Kylian Mbappé ha llegado al Real Madrid con vitola de estrella, que lo es, siendo la materialización de un fichaje sufrido que, queriéndolo o no, ha producido un desgaste del que todos quisimos olvidarnos desde el minuto uno, pues la calidad de este futbolista era merecedora de opacar los tira y afloja de los despachos.
No obstante, el rendimiento del atacante francés está lejos de lo esperado, lo cual nos debe hacer reflexionar sobre los motivos, para poder identificarlos y corregirlos. No coincido con las voces que claman que no deberíamos haberlo fichado pues, como reitera nuestro presidente, los mejores jugadores deben jugar en el Real Madrid, y, sin duda, el parisino lo es. Sin embargo, en muchas ocasiones, no vienen los mejores, o no la mejor versión de sí mismos, pero sí se hacen los mejores estando en el Real Madrid, es ahí, donde identifico el problema.
Kylian tiene que saber, o debe hacérsele saber, qué es el Real Madrid, como se le recordó a la UEFA, vendettas doradas aparte. El Real Madrid no ha subido su estándar con la incorporación de Mbappé, pues el listón está siempre en lo más alto, así lo demanda la historia e idiosincrasia del club. Es Mbappé el que tiene que elevar su estándar si quiere acoplarse al Real Madrid, pues, con todo el respeto para su mundialista trayectoria y el gran club del que procede, el Real Madrid vibra en una frecuencia diferente. Los ojos de la grada del Bernabéu han visto pasar a los mejores jugadores, entrenadores, directiva y presidentes de la historia del fútbol. Han visto barro, sudor y hasta sangre, como decía don Santiago, y procedente de los pies más finos, pues la grandeza del Real Madrid está en la victoria y esa, que se puede conseguir con talento, seguro se consigue con trabajo.
Ojalá me equivoque, pero estimo que el problema de Mbappé es muy humano, y es que no hay mayor condena que te concedan todo lo que quieres. De hecho, desde su fastuosa renovación por su anterior club, y tras la Copa del Mundo, venimos asistiendo a un Mbappé diferente, con unos números intachables, pero en el que se percibe cierta apatía y una merma en ese fulgor que desprendía cada vez que cogía el balón.
Toca corregir. Quitarse el velo estelar, y volver a los ingredientes más simples pero costosos que, siempre y en todos los ámbitos de la vida, producen fruto: trabajo y disciplina. Con lo anterior ganará la seguridad que parece escapársele, el respeto de sus compañeros y la grada, y su máximo nivel y rendimiento. Los mencionados elementos también ayudan a aplacar las consecuencias de la presión y un estado psicológico adverso, como identifican algunas fuentes.
Debe encaminar su actual conducta, por su bien y el del resto que seguimos confiando en él. Con esfuerzo y método recordará, entre otras cuestiones, que los días de descanso no son para viajar a Suecia a discotecas, que en los partidos de visitante debe ser el primero en agradecer a los aficionados desplazados, y que precisa de un preparador físico particular y un plan personal, como tienen los grandes futbolistas.
Fuiste la ilusión del madridismo y, aun estando en ascuas, no se ha apagado el fuego.
Getty Images.