MUNDO MILLOS
·27 Januari 2025
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·27 Januari 2025
No hubo fútbol este fin de semana. Al menos no para Millonarios y, en lo concerniente a los demás juegos, la primera fecha del Apertura 2025 resultó ser un ejemplo claro de la indefendible liga colombiana. Estadios sin luz, sin público o con canchas de greda en lugar de césped fueron la cara de mostrar con varios de los equipos que sí jugaron.
Volviendo a nuestro Club, la ausencia de noticias sobre Falcao García y contrataciones nuevas, o que no le demos importancia o visibilidad al equipo femenino y nuestras representantes en Selección Colombia hicieron aún más evidente y relevante el bochornoso incidente del que fuimos víctimas en la ciudad de Santa Marta.
Por ello ésta es una columna que busca un tipo de continuidad sobre la base instaurada por Andrés Rey en su columna dominical (puede leerla aquí). En el cierre de la misma Andrés menciona aquella práctica «antigua» de pagar con la misma moneda lo malo que nos hacen. Y lo pongo entre comillas porque el «ojo por ojo y diente por diente» está muy lejos de ser algo obsoleto y arcaico, cuando lo vemos en el diario vivir propio y de otros a nuestro alrededor. La Ley de Talión viene con una indeleble etiqueta «Made in The Human Brain».
Mientras todos aguardábamos por el pronunciamiento de Millonarios y la Dimayor sobre las heridas sufridas por tres miembros del Club, mi novia y yo fuimos fuimos vislumbrando escenarios lógicos y patéticos frente a todo lo ocurrido. Y de las tres posibles acciones desencadenadas solamente una podría haber intentado ser un esbozo cuerdo de decencia y temeridad contra la violencia y la irracionalidad: darle los puntos a Millonarios en el escritorio.
NO es objetivo ni el objetivo que en una competencia deportiva se declare un ganador sin que dicho evento suceda, pero era la más cercana a la asertividad de las posibles reprimendas para el Club local que no protegió al visitante (estipulado por la Federación, en el papel por encima de la Dimayor). Que llegara un mensaje para ellos de hacer más por la seguridad del equipo que está dirigiéndose al estadio Sierra Nevada. Y que quienes atacaron el bus, que se imagina son hinchas o simpatizantes del Unión, entendieran que cualquier conato de violencia afectará las arcas en la tabla de posiciones y lucha por el no descenso de su club.
Esto es aún más grave si hay un intento de homicidio. Dejemos de ablandar la situación, de suavizar lo acontecido o de decir que el que use los términos adecuados es un exagerado, paranoico o alarmista. Un ladrillo del calibre del que fue lanzado, arrojado con la firme intención de impactar a cualquier miembro de la comitiva visitante, pudo perfectamente asesinar a alguien de haber golpeado una cabeza de forma directa. Hablemos ahora de lo que en verdad pasó, que aún esperamos que no trascienda a mayores. Si una esquirla le hace perder un ojo o dejar secuelas permanentes en la visión de Iván Arboleda, su carrera deportiva fácilmente terminaría por las exigencias profesionales para un jugador de fútbol.
Cárcel para el criminal o los criminales que lanzaron la o las piedras al bus, la utópica solución ideal en un país irreal. Entonces tocaba golpear donde más les dolía, que era en sus puntos y su objetivo de permanecer en la Primera División (diría que el bolsillo también lastima, pero con la facturación equitativa de Win por los derechos no es así). Con ello se podría sentar un precedente para que los demás presidentes de los 35 equipos no escatimaran nunca más en esfuerzos para dar garantías básicas de seguridad a los rivales que visitan sus sedes designadas para ejercer su localía.
Por eso mismo las otras dos soluciones factibles que debatimos eran darle los puntos a Unión Magdalena o reprogramar el partido. La primera, una posición honorable de Millonarios al decir «NO LO JUGAMOS, LA VIDA ES PRIMERO» y asumir las consecuencias en la tabla y el dinero a cobrar por la Dimayor. Pero triste y contrariamente sería un antecedente peligroso y negativo dar el mensaje a las hinchadas locales: «Ustedes sigan atacando todo grupo de deportistas rivales que nos visiten, así se ganan los puntos de manera rápida, sin riesgos ni esfuerzos si le atinan a una persona o al orgullo y decencia de ese Club». Y con ello se empezarían a vestir (más) de infamia los estadios y sus alrededores en todas las ciudades.
La segunda fue la que justamente ganó. A su vez, lleva consigo un mensaje de impunidad violento y pútrido. «Siga, siga. Acá no pasó nada. La pelota tiene que rodar y el partido se tiene que jugar. La televisión es lo único que interesa, las vidas humanas y la dignidad del ser humano qué». No se me ocurre mensaje más colombiano que ése. Y Millonarios finalmente y al parecer se prestará para el espectáculo y volverá a Santa Marta. Con público o a puerta cerrada, en 15 días o en 40, con suplentes o titulares. Qué más daría, si la oportunidad de pelear por los valores y la vida se desechó. El show debe continuar.
Por todo este extenso desahogo que, espero, haya sido explicado con claridad, es que la Ley de Talión nunca aplicaría desde un correctivo positivo. Sancionar al Unión, que Millos sumara tres puntos y que se buscara con los recursos con que se cuente y el ahínco de la vergüenza sufrida como club y ciudad a los perpetradores del intento de homicidio. Ésa habría sido la muestra para todos los demás que la violencia y el crimen no tendrían asidero en esta sociedad. Pero la realidad es otra. Y la Ley de Talión sigue vivaz y asiduamente aferrada a un espectro negativo. «Esperen y verán cuando vengan acá, malp!*¨#% –inserte gentilicio aquí– de mi$¬#». Porque así somos.
Hace casi dos años hablé del mismo tema, cuando en febrero de 2023 Millonarios y Daniel Cataño sufrieron la famosa agresión televisada en Ibagué. Por ello me permitiré repetir el canto de gol usado en ese entonces: ‘Todos los hintxas’ de la banda navarra Skalariak:
Carlos Martínez Rojas@ultrabogotano