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Iniestazo

·25 mai 2025

Y el mundo dejó de girar

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Por noventa minutos, la Tierra dejó de girar alrededor de la mayor constelación de estrellas del universo para poner en órbita a un satélite que consiguió brillar con luz propia.

Las dos caras de la moneda

“Lo que haces después de una derrota es lo que te define”. Tres años de unas las frases que mejor envejecieron en la historia del fútbol femenino. Alexia Putellas, con la voz rota y los ojos encharcados, prometía a la afición azulgrana que volverían a reclamar su trono tras sucumbir ante el Olympique Lyonnais en Turín. Tres temporadas más tarde, tras tocar el cielo en Eindhoven e inmortalizar sus nombres en San Mamés, aquella reflexión de Alexia volvió a hacer acto de presencia en las mentes de unas jugadoras que se acostumbraron a ganar y que nos malacostumbraron a no perder.


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Quizás parezca una obviedad, pero “ganar” no es lo mismo que “no perder”. De las victorias disfrutas, pero de las derrotas aprendes. Las jugadoras han demostrado saber vivir en las dos caras de la moneda, mientras que la cruz de la derrota siempre fue una carga demasiado pesada para la afición. El apoyo incondicional nunca se podrá echar en cara, pero la incomprensión de cualquier adversidad para un equipo perfecto provoca un bloqueo de sentimientos que impide actuar con normalidad. Las más de 15.000 aficionadas azulgranas que convirtieron el verde esperanza del José Alvalade por el azulgrana empoderado no supieron reaccionar ante la incredulidad de ver a sus reinas caer ante las tropas inglesas. Y es normal.

Es normal, porque perder es lícito. En el mundo del fútbol está permitido perder, forma parte del aprendizaje que apelaba Alexia. Sin embargo, cuando pierdes sin poder expresarte cómo desearías, incapaz de demostrar de todo lo que eres capaz, duele. Duele mucho. Por noventa minutos, el Barça que conocemos y amamos dejó de ser el Barça que conocemos.

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Más de 15.000 aficionadas azulgranas se desplazaron hasta Lisboa para mover el mundo un año más | Fuente: @FCBFemení (X)

La final de los paralelismos

La versión más reconocible de este Barça llegó tras un largo camino de altas y bajas en Europa. La numerología invitaba a imaginar que ‘la cuarta’ llegaría en el centenario del club en la Champions. Ironía o destino, la derrota llegó a manos del mismo rival que, en el primer partido de la historia de la competición, fue verdugo de un Barça joven, inexperto e irreconocible, salvo por Alexia -la voz de la experiencia-.

La experiencia no era, precisamente, el mayor atributo tanto de Pere Romeu como de Renée Slegers. Ambos con un recorrido prácticamente idéntico hasta la gran final: jóvenes, anteriormente segundos entrenadores del banquillo que actualmente ocupan cómo máxima autoridad y que, con una apuesta por un fútbol valiente y ofensivo, consiguieron llegar a su primera gran final europea en su primer año al frente de sus respectivos proyectos. Sin embargo, la entrenadora holandesa le ganó la partida de ajedrez al técnico catalán con un estudio y análisis táctico perfecto y un trabajo de campo brutal. El Arsenal hizo los deberes para anular la voluntad de un Barça impotente ante una situación “nueva” para ellas.

Sobre el césped, la primera parte fue un presagio de lo que estaba por venir. Las caras de jugadoras cómo Patri y Mapi, por el clima y la intensidad, expresaban que la situación sobrepasaba sus expectativas. El gol anulado de Irene Paredes en propia puerta despertó momentáneamente a las azulgranas de un sueño profundo que minutos después se convertiría en una pesadilla.

Pina se agarró a las piñas por todas las pelotas, Aitana lo quiso más que nunca, buscando reinventar el ‘Aitanazo 2.0’ de Stamford Bridge, Ona batalló por todos los balones, Paredes persiguió a las delanteras gunners para despejar todas las acciones de peligro y Cata Coll coleccionó paradas de mérito para salvar el partido cómo una superheroína, pero Blackstenius se disfrazó de villana para encañonar a Cata y disparar a las gunners hacia la segunda Champions de su historia.

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Alexia, con la mirada perdida, acirició el podio en señal de revancha | Fuente: @FCBFemení (X)

Fuego amigo

No fue la primera Champions para dos rostros familiares: Laia Codina y Mariona Caldentey, esta vez, desde el bando contrario. Dos caras que aún se ven raras representando otros colores, especialmente la de Mariona. El Barça tiene la virtud de hacerte jugar al fútbol de una manera, pero de hacerte entenderlo de todas las maneras que existen; Mariona Caldentey es el mejor ejemplo: de poder jugar en cualquier posición de la punta de ataque a ser un puntal referencial desde la medular, sin dejar de marcar diferencias de cara a portería. Una futbolista total, que rozó el ‘pichichi’, pero que mereció el MVP de la competición.

El Barça demostró no tener competición, hasta que se topó con el ‘David’ de esta edición. Un camino memorable hasta llegar al mármol y los azulejos de Lisboa, tirando de actitud, energía, orgullo y hambre, para terminar con la tiranía de los Goliats del fútbol femenino: diez años de hegemonía europea entre Barça y Lyon, ambos derrotados por unas nuevas ‘matagigantes’ con nada que perder y todo por ganar.

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Enemigas en el campo de batalla, amigas después del pitido final. Mariona siempre será Una di noi | Fuente: @FCBFemení (X)

Hora cero

Nadie sabe lo que va a pasar mañana, si será bonito o si será peor -cómo Benito-, pero al menos sabemos que la vida no se termina. Por suerte o por desgracia, las victorias y las derrotas construyen tu camino, y no queda otra opción que aceptar, aprender y seguir. Porque las finales hay que jugarlas antes de celebrarlas, y es por eso que Aitana nunca quiso quedarse con el cartel de favoritas. Por la presión que presupone, por la falsa seguridad que contagia entre las compañeras y por el exceso de confianza que denota de cara al resto. Ellas nunca lo quisieron, se lo ganaron a pulso.

A dos partidos de conseguir un póker histórico, pero no pudo ser. Morir de pie no puede tirar por la borda todo el trabajo realizado durante toda la temporada, pero sirve para poner en perspectiva todos los logros conseguidos y tachados hasta el momento. Pere Romeu, inevitablemente comparado con Jonatan Giráldez hasta la saciedad, corrió la misma suerte que el gallego en su primera final en Turín. Pero todo es cuestión de práctica. Al fin y al cabo, estamos hablando de práctica. Moverse en silencio y trabajar en la sombra es la clave para que los resultados puedan relucir como nunca. Algunos creerán que fue suerte, hasta que vaya y lo haga de nuevo.

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La conexión de Aitana y la afición es más fuerte que cualquier derrota. El regreso al trono es inevitable. | Fuente: @FCBFemení (X)

A veces, el fútbol te devuelve lo que le das, pero eso no siempre es así. Lisboa le debe una Champions a Kika Nazareth en la que no solo pueda jugar, sinó además ser protagonista. Europa le debe una -o varias- Champions a Ewa Pajor tras varios años sin conseguir completar su revancha… Ellas moldearon el fútbol a su imagen y semejanza, pero el fútbol es así. Así de injusto, así de cruel, así de desalmado.

Pero ya lo dijo Alexia en su momento y lo dice hasta el propio himno del 125 aniversario: “Nunca nos han faltado las ganas de levantarnos”. Por las que jugaron, por las que están y por las que vendrán; por las que lloraron en Budapest, por las que se levantaron después de Turín y por las que aprendieron en LisboaEl mundo se paró, pero para coger carrerilla, porque lo mejor está por venir.

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