Grada3
·22 août 2025
Sigue siendo el sueño de Florentino Pérez en el Real Madrid: ¿Lo conseguirá?

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·22 août 2025
Florentino Pérez siempre ha sido muy ambicioso a la hora de incorporar grandes jugadores al Real Madrid. En su primera etapa al frente del club, cambió las reglas del fútbol creando un equipo legendario con las estrellas más importantes del mundo por aquel entonces, Los Galácticos. El proyecto acabó por derrumbarse, pero en su segunda etapa, volvió a apostar por grandes estrellas, pero su gestión del club fue completamente diferente, logrando un equilibrio que llevó al club a vivir una de las mejores décadas de su historia deportiva. El Real Madrid está ahora en proceso de construir una nueva dinastía, y el presidente tiene una obsesión, Haaland.
Florentino Pérez llegó a la presidencia del Real Madrid pisando fuerte, con un proyecto ambicioso que convenció a sus socios y con la promesa de fichar a Luis Figo, capitán por entonces del Barcelona, si ganaba las elecciones a un Lorenzo Sanz que acaba de lograr la segunda Champions en dos años para un Real Madrid que estuvo 30 años sin tocar la orejona. Dicho y hecho, y luego llegó Zidane, Rondaldo, Beckham. Al final, el proyecto deportivo fracasó, muchas estrellas y poca clase media para formar un equipo, y demasiada cercanía del presidente con un vestuario que le acabó por devorar. Dimitió en 2006 para volver a ganar las elecciones en 2009, ya con la lección más que aprendida.
Volvió de nuevo con fichajes estrellas, con Cristiano Ronaldo y Kaká. Pero también trajo a otros grandes jugadores como Xabi Alonso, Karim Benzema, Raúl Albiol y Álvaro Arbeloa, solo el actual técnico blanco estaba consolidado por entonces en la élite. Y un año después trajo a Mourinho para pelear contra un Barcelona invencible. Y poco a poco el proyecto fue prosperando hasta que llegó la primera Champions de esta nueva era en mayo de 2014.
Para entonces, ya habían llegado jugadores que han sido clave en la última década, como un desconocido Luka Modric o Casemiro, y después llegaron Toni Kroos, Bale… Grandes fichajes que han acabado haciendo historia, pero que no llegaron con la etiqueta de súper estrellas, aunque acabaron siéndolo.
Desde su segundo mandato, Florentino Pérez se preocupó de contar con uno de los mejores jugadores del mundo, rodeado de otras grandes estrellas y muy buenos jugadores que se han ido formando en el club. Cristiano Ronaldo fue una de ellas, y una vez que el ciclo de toda esa etapa dorada ha terminado, la apuesta ha sido Mbappé. Nos es la única del equipo, también lo son Bellingham, Vinicius… pero ninguno de ellos llegó con la etiqueta del francés.
En el Real Madrid están intentando calcar la estrategia que les ha permitido vivir la mejor década de su historia, y Florentino quiere consolidar el nuevo proyecto con otra súper estrella, Erling Haaland, el 9 que lleva años faltando en el Real Madrid. Considera, y no le faltan motivos para creerlo, que las características del noruego casan a la perfección con las de Mbappé, son futbolista que juegan en el ataque pero que son completamente diferentes. Pero el presidente tiene la lección bien aprendida, y sabe que, si llega un jugador como Haaland, tiene que desprenderse de una de sus estrellas actuales, y eso sería Vinicius. Todos juntos puede ser un hervidero y los egos pueden derrumbar cualquier proyecto por muy buenas que sean las piezas disponibles.
El fichaje de Haaland por el Real Madrid parece imposible a día de hoy. Tiene un contrato blindado con el Manchester City, y habría que pagar mucho, mucho dinero por él. De nuevo, la única vía que podría abrirse es que el Real Madrid lograra la venta del brasileño por mucho dinero, esto ayudaría al club a realizar una inversión descomunal, además de que liberaría una buena masa salarial para pagar al noruego.
La llegada de Haaland al Real Madrid parece una misión imposible, por ahora, pero es una obsesión de Florentino Pérez, que casi siempre acaba logrando sus objetivos. Con Mbappé fueron 7 años de tira y afloja hasta lograrlo. Con el noruego no hay tanto tiempo, pero no hay que descartar el peso y la cabezonería del presidente blanco.