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·7 octobre 2024
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Por Ignacio Osorio
Colo-Colo finalmente no pudo pasar aquella barrera histórica de los cuartos de final de la Copa Libertadores de América, cayendo 1-0 (2-1 en el global) ante River Plate de Argentina. Los rioplatenses se impusieron con gol de Facundo Colidio, consolidando así su paso a las semifinales del torneo de clubes más importante de América.
Si bien el resultado y los hechos concretos muestran que el Cacique quedó eliminado, por otra parte no deja de ser cierto que, a pesar del mal resultado, el sabor, la manera en la que se enfoca esta derrota (porque eso es, finalmente) deja lecciones y sensaciones positivas.
El Colo-Colo de Almirón se enfrentó a dos importantes equipos del subcontinente, Fluminense y Junior de Barranquilla, y se impuso de manera bastante clara a un debutante y débil Trinidense, esto solo en fase de grupos, pues anteriormente el club albo sorteó la valla de la fase de clasificación, sumando así dos partidos más que el resto, con viajes, partidos y tensiones incluidas ante Godoy Cruz.
En resumidas cuentas, un plantel que fue conformado de manera deficiente, pues hubo errores notorios en su planificación y tiempos de trabajo – Almirón llegó a fines de enero, con la pretemporada ya iniciada, por ejemplo- y que recién vio llegar a su centrodelantero (supuestamente titular), Guillermo Paiva, alrededor de marzo, es decir aproximadamente un mes y medio de iniciada la pretemporada. A estos hechos deportivos es posible sumar la mala planificación anterior, que significa que en la actualidad Colo-Colo debe asumir costos económicos de futbolistas que no rindieron y que de una u otra manera han mermado la posibilidad financiera de tener más variantes actuales al plantel que, por ejemplo, carece de un lateral izquierdo suplente, un volante de contención y otro de salida de tal calidad que, en caso de ameritarlo, den un golpe de timón y potencien el trabajo colectivo. Pero todo eso tiene una solución.
El duelo ante River Plate dejó de manifiesto que a pesar de ser sobrepasado en el marcador y ratos en la cancha, Colo-Colo, de la mano de Jorge Almirón evidenció que con una buena planificación, pretemporada y algunos refuerzos de calidad y uno que otro nombre que potencie la banca, Colo-Colo no solo podría clasificar directamente a la Copa Libertadores, ahorrándose dos partidos previos, sino que también pasar la fase de grupos, pelear en octavos de final y por qué no, repetir o sobrepasar la barrera de cuartos, pues los errores si bien fueron futbolísticos, se basan preferentemente en la jerarquía y calidad (y cantidad) de intérpretes que aseguren variables de juego, reemplazo de jugadores lesionados (como el caso de Vicente Pizarro) y den un salto de calidad ya no solo desde la banca sino que también en la cancha, recuperando, en consecuencia, poco a poco su respeto internacional.
En definitiva, Colo-Colo, de la mano de Jorge Almirón como gran cabeza pensante demostró que puede competir y tener sensaciones positivas que vuelvan a ilusionar al hincha colocolino con que, nuevamente, la Copa Libertadores se mire y se toque, como aquella noche del 5 de junio de 1991.
Este puede ser el inicio del camino.