Almeyda: Músculo, hambre e intensidad | OneFootball

Almeyda: Músculo, hambre e intensidad | OneFootball

In partnership with

Yahoo sports
Icon: La Colina de Nervión

La Colina de Nervión

·12 août 2025

Almeyda: Músculo, hambre e intensidad

Image de l'article :Almeyda: Músculo, hambre e intensidad

Yo estoy contento con lo que he visto del Sevilla Fútbol Club. Sigo esperando a Godot, pero esto no me lleva, al contrario que a Samuel Beckett, a la desesperanza. El Godot del sevillismo tiene muchos nombres, menos uno: Del Nido (Carrasco o Benavente). De momento, la presencia honorífica de Caparrós predice cosas buenas; no es Godot, pero sí se parece mucho a su profeta en la Tierra. Pero vayamos a las razones por las que, después de la pretemporada de Matías Almeyda, estoy moderadamente contento.

Según Joel David Hamkins, matemático y lógico estadounidense especializado en lógica matemática, en la teoría de juegos finitos la diferencia entre estrategia y táctica es clave, mucho más que en la teoría de juegos infinitos. El fútbol es, al fin y al cabo, un juego finito. Hamkins define una estrategia como una función que indica al jugador —o al grupo de jugadores (equipo)— exactamente cómo moverse en cualquier situación de juego. Es, por tanto, una función definida sobre el árbol completo del juego, que asigna a cada nodo en el que es turno del jugador el nodo correspondiente a la jugada recomendada. Dado que los nodos del árbol codifican el historial completo de cómo se ha llegado a esa posición, una estrategia tiene acceso a toda la información acumulada del juego.


Vidéos OneFootball


Una táctica, en cambio, indica al jugador (o al equipo) cómo moverse considerando únicamente la posición actual del juego, es decir, el estado presente en el tablero, sin conocer el historial de jugadas previas. Así, la diferencia es que la estrategia formula su recomendación con conocimiento del historial completo, mientras que la táctica basa su decisión únicamente en la configuración actual. El concepto de táctica solo tiene sentido en juegos que poseen algo que pueda llamarse “tablero” y depende de la información exacta que este contenga. En muchos juegos —como el fútbol o el baloncesto— existe una noción clara de la “posición de tablero”: basta con observar el campo (y, quizá, el marcador o el turno) para tener toda la información relevante sobre las posibilidades de continuación. En esos casos, la táctica es una noción operativa y natural.

Viendo la pretemporada de Almeyda —una derrota, tres empates y dos victorias— me puse a especular sobre las virtudes que el entrenador está insuflando al equipo y cómo la estrategia va a someter a la táctica. Esto, creo, es mucho más importante que la calidad de la plantilla jugador por jugador, que es una queja constante del sevillismo. Y no se trata solo de hacer de la necesidad virtud, que también; a eso se llama, en teoría evolutiva, adaptación (y, en lenguaje cursi, resiliencia), sino de explotar analíticamente la propuesta de juego del entrenador argentino.

En este sentido, Matías Almeyda parece estar construyendo en el Sevilla Fútbol Club un equipo desde una base estratégica muy clara: dotarlo de músculo para recorrer kilómetros y llegar a cada balón acumulando muchos jugadores cerca; inculcar hambre para que tanto jóvenes como veteranos, como Marcão, mantengan la ambición por ganar; y asegurar la intensidad necesaria para presionar con decisión, como se vio en el partido homenaje a Antonio Puerta, en el que los nuestros ahogaban la salida del balón del contrario, algo impensable en las últimas temporadas.

Estas tres notas —músculo, hambre e intensidad— han estado ausentes en el Sevilla Fútbol Club de los últimos años, y todo apunta a que Almeyda solo le pide a la táctica que conserve estas virtudes en cada posición del campo. Si, además, llega algún jugador de mayor calidad, mejor que mejor, pero siempre y cuando estos pilares estratégicos no se vean debilitados.

Decir que la estrategia debe dominar a la táctica es una perogrullada si no se aclara antes, y con la explicación del lógico Hamkins se entiende cómo la estrategia funciona como un grafo que gobierna la táctica hasta convertirla en casi irrelevante, siempre que cada posición en el partido esté plenamente operativa. Y eso solo es posible gracias al músculo, que te da la fuerza; al hambre, que te da las ganas; y a la intensidad, que te da el orden.

À propos de Publisher