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·18 octobre 2024

4-0: Goleada blanca en Champions

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El Real Madrid femenino goleó (4-0) al Celtic FC en la segunda jornada de la fase de grupos de la Champions League. Un tanto tempranero de Caroline Weir permitió a las blancas dominar por completo el partido, pero la superioridad no se tradujo en goles hasta el tramo final, cuando Signe Bruun, Caroline Møller y Linda Caicedo ampliaron la distancia.

En un ambiente más propio de un amistoso veraniego que de un encuentro de la fase de grupos de la Liga de Campeones, y con los últimos rayos de sol de la tarde filtrándose en el estadio Alfredo di Stéfano, una de las muchas futbolistas escocesas sobre el césped tardó apenas siete minutos en decidir elevar el nivel general del asunto. El protagonismo no corrió a cargo de ninguna de las mujeres del Celtic de Glasgow, pues su inferioridad pronto quedó en evidencia y la mejor jugadora del país juega en el Real Madrid. Sin tiempo para calentar motores, fue Caroline Weir quien no dudó sobre cómo culminar una gran acción en la que Linda Caicedo esquivó con habilidad a dos defensoras que le salían al paso tras despejar un córner. La ’10’ encontró el balón fuera del área, aunque bien perfilada para sacar a relucir su pierna buena, y lanzó un zurdazo con curva para superar a la portera Kelsey Daugherty. Golazo, uno más en su cuenta.


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Al equipo de Alberto Toril le bastó posicionarse sobre el campo, con Filippa Angeldahl y Melanie Leupolz al volante, para entender que bastante tendrían las visitantes con mantener al Real a una distancia corta en el marcador. Las verdiblancas, muy limitadas en lo técnico, tuvieron que contentarse con alejar el peligro una y otra vez sin tiempo siquiera para alcanzar la línea divisoria. Arriba, la atacante Murphy Agnew era uno de los islotes aislados de la quebrada costa de las Highlands. Nada que ver, claro, con lo que mientras tanto sucedía en la zona de ataque madridista. Caicedo y Athenea del Castillo estuvieron hiperactivas, apoyadas constantemente por los desdobles de las laterales Olga Carmona y Oihane Hernández, pero cada centro rechazado, cada disparo al cuerpo de la portera y cada córner sin remate fue haciendo más pesada la mochila del Madrid.

Si bien el rival era hasta entonces demasiado inofensivo como para traer a la mente los puntos perdidos ante el Atlético, la falta de puntería debió hacer al staff del banquillo apuntar esa faceta como área a mejorar con urgencia. La sensación podría haber quedado desbaratada si uno de los dos disparos al palo hubiese acabado en la red, o si Alba Redondo no andase peleada con el cuero. No ocurrió, el tiempo siguió corriendo y tras cincuenta minutos de juego el Celtic lanzó dos misiones de exploración que al instante hicieron recordar el escenario del duelo. El ambiente desangelado en la grada —a excepción de los siempre ruidosos y viajeros aficionados escoceses— no ayudaba y sería positivo que el club estudie los diferentes factores, horario aparte, que llevan a firmar tan pobres entradas en el Di Stéfano.

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En cualquier caso, fue el fútbol y la sensación de riesgo fruto de dos disparos del Celtic que se marcharon fuera por poco lo que devolvió el interés a lo que sucedía en el rectángulo de juego. El entrenador cordobés, en parte motivado por el raquítico 1-0 y quizás también pensando en mantener su política de rotaciones, dio entrada a Teresa Abelleira, Signe Bruun, Caroline Møller y Eva Navarro antes del 70. El guion se mantuvo, con niveles similares de frustración y desacierto, pero las caras nuevas acabaron protagonizando las acciones que dieron con el camino hacia el gol.

En el 72, la fantástica Leupolz regateó en tres cuartos de campo en homenaje a Zidane antes de abrir por alto y con calidad al costado diestro. Allí aguardaba impaciente Eva Navarro, que centró con veneno buscando la espalda de la línea defensiva, el espacio predilecto de Signe Bruun, y con puntualidad apareció la delantera danesa para cabecear a la red el dos a cero. Si el partido se había quedado encasquillado con el tanto de Weir, todo cambió en los siguientes diez minutos. Una vez reencontrada la ruta hacia el gol, la portería fue agrandándose como por arte de magia.

Hasta entonces nadie había conseguido aprovechar los fallos en la salida de balón del Celtic, y tras el 2-0 también eso dio un vuelco. La defensa Bruna Costa Lourenco erró un pase, bien interceptado por Bruun, quien al alzar la mirada se topó con una Møller que ya preparaba una de las suyas: de primeras y muy alejada del área, vio adelantada a la guardameta y la rebasó por alto con un disparo de precisión. El resultado, ya algo más acorde al balance de ocasiones de peligro, no frenó a unas madridistas sedientas tras una hora sin beber ni gota. Un minuto después, Linda Caicedo volvía a estar pisando la línea de fondo escocesa y esta vez Shannon McGregor mordió el anzuelo. Caicedo en primera persona aceptó el regalo de sus compañeras y convirtió el penalti con un lanzamiento duro que Daugherty estuvo cerca de frenar.

Aunque el nivel del Celtic que visitó Madrid no servirá para medir el listón de exigencia de la competición europea, nadie habrá de recordar a las blancas el amplio margen de mejora de un equipo llamado, este año sí, a superar la fase de grupos de la Champions. El 4-0 y los tres puntos son ya suficientes para empezar a borrar el recuerdo de la pasada campaña, pero toca apretar el acelerador mucho más a fondo.

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