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La Galerna

·19 de abril de 2024

Y el City corrió más que nunca

Imagen del artículo:Y el City corrió más que nunca

Pep Guardiola ha contribuido a engrandecer la historia del Real Madrid. El entrenador catalán es el oponente equipado con armas de ciencia ficción de la última pantalla de un videojuego. Derrotar a un rival robótico aumenta la epopeya blanca, que ha encontrado en esta era dorada un reto dispuesto a renovarse cada temporada, como los Lakers de Magic contra los Celtics de Bird, al igual que Nadal, Federer y Djokovic esperaban al siguiente Grand Slam. En el Etihad, el Real Madrid se refugió contra las cuerdas como Muhammad Ali en Zaire, con De Bruyne lanzando misiles con la pegada de George Foreman.

La prensa hace tiempo que se disgregó de la opinión popular, que expresó su sorpresa por el rendimiento físico del City. Los periodistas que pusieron en el ojo del huracán a los de Ancelotti al justificar su superioridad en la liga española por el «método Pintus», guardan un inquietante silencio. Las camisetas celestes no acusaron su asedio de la misma forma que «los atletas» del Real Madrid, que evidenciaron el desgaste con imágenes como la del infatigable Daniel Carvajal tendido sobre el césped —mejor que el del Bernabéu— en el que ningún rival se había impuesto en competición europea desde 2018.


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Las estadísticas del Manchester City en la vuelta de los cuartos de final de la Champions League ratifican el desempeño físico excepcional de los locales, como comprobaron los jugadores del Real Madrid en cada duelo individual. Esta superioridad aumentó con el avance del partido, un hecho que rompe axiomas futbolísticos. Los citizens corrieron seis kilómetros más que los blancos, pero fueron incapaces de traducir sus 34 disparos en más de un gol. «Tienen muchas piernas, son futbolistas, pero, básicamente, atletas», dijo Guardiola en 2014 tras caer ante un Madrid que buscaba la ansiada Décima. Para evaluar las métricas, cabe reseñar que el City no planteó un partido de largas cabalgadas, acumulando un 64% de posesión que se concentró en el campo del Real Madrid.

Los periodistas que pusieron en el ojo del huracán a los de Ancelotti al justificar su superioridad en la liga española por el «método Pintus», guardan un inquietante silencio sobre el rendimiento físico del City

En La Galerna hemos realizado un análisis pormenorizado de los datos facilitados por la UEFA, que refleja una mayor ventaja en la faceta física del cuadro inglés. Seis jugadores de cada equipo completaron los 131 minutos del partido, que registró 11 de añadido (incluida la prórroga), por los 8 adicionales que se disputaron en el Bernabéu. Recién salido de una lesión, Kyle Walker sumó 12,7 km, solo 900 metros menos que un Ferland Mendy que trabajó a destajo para cerrar su banda izquierda. Los centrales del City se transformaron en centrocampistas, e incluso en delanteros en alguna fase en el caso de Akanji. Rúben Dias acumuló 15,3 km, casi tres kilómetros más que su homólogo, Nacho Fernández. Los guarismos de los mediocentros que jugaron todo el partido son aún más desiguales: Rodri, Foden y Bernardo Silva rozaron los 16 km, mientras que el MVP, Fede Valverde, se quedó en 14 km, medio kilómetro menos que un Jude Bellingham que se desfondó en los primeros metros de la presión del Real Madrid.

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Para evitar que los diferentes momentos físicos que se atraviesan a lo largo de una temporada desdibujen este análisis, procede comparar las cifras de los 98 minutos jugados ocho días antes entre los mismos equipos. En la ida, Bellingham y Camavinga estuvieron más cerca de la distancia recorrida por los centrocampistas del City. La diferencia estadística se encuentra en la superioridad de la prórroga, en la que los de Guardiola fueron capaces de mantener un mejor rendimiento, sin importar el cansancio acumulado. En las gradas del Bernabéu se comentó durante la ida el ejército de ayudantes que acompañaba a Guardiola para el duelo entre los dos conjuntos más en forma del Viejo Continente. Esta apreciación tampoco se trasladó a la prensa, que sí ha tenido tiempo para analizar la magnífica labor de Luis Llopis, o la influencia de un alumno de Pep, Mikel Arteta, en el planteamiento de los Ancelotti.

Los aficionados del resto de equipos de la Premier también resaltaron la superioridad física del Manchester City, mostrando su rechazo a un club que opera con carta blanca en el fútbol inglés

Si los méritos de La Decimocuarta fueron para Antonio Pintus, es de justicia resaltar la labor de tres figuras claves en el staff celeste. El sevillano Lorenzo Buenaventura es el preparador físico de confianza de Guardiola desde su etapa en el Fútbol Club Barcelona, tras trabajar para la Selección Argentina o el Cádiz. Buenaventura también preparó a Cristiano Ronaldo cuando jugaba a las órdenes de Alex Ferguson. Uno de los mejores fichajes de Guardiola es un completo desconocido para los aficionados, pero Francesc Cos ya demostró su valía durante los doce años que permaneció en el Barça. Especialista en readaptación, Cos conforma un eficiente tándem con Buenaventura. El City también puso especial empeño en la contratación de Edu Mauri, tras la mala experiencia de Guardiola en Munich con el veterano galeno Hans Müller-Wohlfahrt.

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Los aficionados del resto de equipos de la Premier también resaltaron la superioridad física del Manchester City, mostrando su rechazo a un club que opera con carta blanca en el fútbol inglés. El Everton ha sido sancionado en dos ocasiones por quebrantar las normas financieras, pero el City permanece sin castigo por las 115 infracciones de las que está acusado. La UEFA también mira para otro lado, con una tasa de sanciones en materia económica tan baja como en el apartado de dopaje. Aleksander Ceferin, el otrora jefe de Luis Rubiales, presume de haber limpiado el fútbol europeo, pero la implantación del pasaporte biológico no ha aumentado el número de positivos como en otros deportes.

El juego del Barça de Guardiola fue calificado como imbatible por algunos periodistas que siguen adulando al entrenador catalán tres lustros después. La preparación física del City también debe servir como modelo para que el resto de equipo recorten distancias

El ciclismo levantó pasiones durante los años noventa. Los récords de las cimas más míticas fueron batidos en varios minutos, y algunos de ellos todavía permanecen vigentes, sin importar los avances en tecnología o alimentación. Las cunetas aplaudían con idolatría a los Ullrich, Virenque, Armstrong o el fallecido Pantani, desde una ingenuidad que finalizó al desvelarse las prácticas dopantes que se extendieron en el pelotón. Un danés con apariencia de guardaespaldas amargó el mes de julio de 1996 a los españoles que esperaban que Miguel Indurain se alzase con su sexto Tour consecutivo. Bjarne Riis era la imagen del pánico enfundada en un maillot amarillo durante el ascenso a Hautacam. El del Telekom puso la directa a la victoria sin el más mínimo gesto de esfuerzo, con Indurain jadeando bajo la gorra de Banesto para desesperación de Pedro González. L´Equipe se rindió al hombre que había acabado con la hegemonía del navarro, sin cuestionarse cómo había pasado de llegar a París en 107ª posición a lo más alto del podio en cinco años. «El Águila de Herning» mutó en «Mr. 60%» posteriormente, con la confesión del propio Riis, que registró un hematocrito de 56,3% durante julio de 1996.

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El estallido del «caso Negreira» ha dado motivos para que el madridismo sea suspicaz. El recordado como «Pep Team» coincidió con los pagos del club que entrenaba Guardiola al número dos del Comité Técnico Arbitral. Una década después de la entrevista de Oprah Winfrey a Lance Armstrong, los Pogacar, Vingegaard o Van der Poel se baten en las carreteras, pero las audiencias del ciclismo no han conseguido despegar. El pelotón actual paga las consecuencias del dopaje de generaciones que competían cuando ellos todavía no habían nacido, y la sombra de la suspicacia persigue a las estrellas del pedal. El juego del Barça de Guardiola fue calificado como imbatible por algunos periodistas que siguen adulando al entrenador catalán tres lustros después. La preparación física del City también debe servir como modelo para que el resto de equipo recorten distancias. Solo la mística europea del Real Madrid pudo tumbar a un Guardiola que combina su trabajo táctico con desembolsos millonarios. Los De Bruyne, Grealish y cía tienen la calidad necesaria para ganar más de una orejona en buena lid, pero lo ocurrido fuera del césped pone en duda el desempeño de clubs que han operado con carta blanca durante años.

Getty Images.

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