Grada3
·21 de agosto de 2025
Xabi Alonso ya tiene a su nuevo Luka Modric en el Real Madrid

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·21 de agosto de 2025
Arda Güler es el nuevo maestro del Real Madrid. Ante Osasuna, el turco no anotó, ni tampoco asistió, pero sí marcó los tiempos. Como mediocampista puro, el otomano dictó el juego. Se pasó todo el encuentro (fue sustituido en el minuto 90 por Ceballos) corriendo y construyendo las ofensivas merengues. Es de los que más pases completó (73), por detrás de Carreras y Huijsen. Fue el puente principal entre el ataque y la defensa. De hecho, hablando de trabajo sucio, sus tareas defensivas fueron destacadas. Ganó el 57% de sus choques en el suelo (4/7) y sorprendentemente, en los aires también fue dominante. Un 60% de éxito en sus duelos (3/5), a pesar de su 1,75m. Además, sumó una intercepción y tres entradas exitosas.
En ataque, Arda también se atrevió. Ya contra el WSG Tirol en pretemporada, se le vio con hambre de gol. En Austria, el turco había estrellado dos disparos en el travesaño. En el Santiago Bernabéu, el ’15’ no estuvo lejos de hacer otro golazo. Con su potente zurda, desde fuera del área, Güler se probó. Pero otra vez, su zarpazo se marchó por muy poco. Rozó la madera de Sergio Herrera. El joven pide paso a gritos y al tolosarra le encanta. Quiere líderes en su equipo.
Arda Güler va cogiendo peso bajo la tutela de Xabi Alonso. Para Carlo Ancelotti, el turco tenía que «chupar banquillo». Ahora, Arda es el relevo de su «abi» (hermano en turco) Modric. La comparación entre ambos no es casualidad o un «postureo» mediático. Surge de rasgos técnicos comunes, de una inteligencia de juego clara y de un plan del Madrid que lo empuja al territorio donde el croata mandó e hizo su leyenda. Ambos comparten el perfil del mediocampista ‘mandón’: reciben entre líneas orientados, prevén la siguiente acción y modelan el ritmo cuando el partido se enreda. En el otomano, ese mando nace de su zurda fina y una coordinación limpia. En Luka, de una conducción elástica y giros cortos que disuelven presiones. Los dos leen el espacio como un idioma: se acercan para dar continuidad, se alejan para arrastrar marcas y abrir pasillos.
Técnicamente, el parentesco se nota al primer toque. Control orientado, protección de balón y un pase que supera líneas o activa ventajas. Arda alterna último pase y disparo desde la frontal sin volverse previsible gracias a su zurda solvente. Modric elevó ese repertorio con regate en corto, pase vertical y circulación inagotable. Comparten algo raro: decidir bien a distintas velocidades, pausar o acelerar sin perder claridad. Tácticamente, el Real Madrid ha llevado a Güler al carril interior: de extremo a interior o mediapunta que elabora y aparece en la cocina. Ahí convergen: recibir dentro, girar limpio, conducir al intervalo y soltar cuando se abre la defensa. No es una cuestión de etiqueta posicional, sino de funciones.
También hay un parentesco de carácter. Arda pide la pelota en zonas calientes y no se encoge. El croata convirtió ese arrojo en hábito y añadió disciplina sin balón. Ahí está el siguiente salto del turco: colocación, orientación de presiones y que cada recuperación nazca con salida. Las diferencias matizan: zurdo versus diestro. Mecanismos de desequilibrio distintos y un peso jerárquico que se construye con el tiempo. Hacer de Luka es una función, no un disfraz. Si Güler asienta físico, pule la fase defensiva y mantiene su lucidez para decidir al ritmo del partido, el Real Madrid no buscará a su nuevo Modric, porque ya lo tendrá en casa.
Al Modric le falta su Kroos. Arda necesita el suyo. Para que su gobierno tenga continuidad, precisa a un socio que le asegure la base. Y viceversa. Un mediocampista que le dé primeros pases limpios, ritmo de circulación, altura de recepción y pausa cuando el partido acelera. Ese «Kroos» tiene nombre y apellidos: Fede Valverde. El uruguayo, por despliegue y lectura de espacios, puede ser la mezcla de este cóctel aparentemente perfecto. Puede ofrecerse por detrás de línea de presión, perfilarse para el pase de seguridad, activar la salida a un toque y, cuando el juego lo pida, romper al espacio para estirar.
Fede aún aparece desordenado en su mapa de intervenciones. Alterna alturas sin anclar ni la base ni el intervalo, y eso, como se vio ante Osasuna, dejó a Arda momentos sin una referencia clara detrás para reciclar o para atraer y soltar. Si Valverde fija mejor su rol de base móvil, ordenando la primera plataforma, orientando las presiones y sosteniendo la segunda jugada, Güler podrá gobernar más arriba con continuidad y menos exposiciones. En otras palabras: el nuevo Modric necesita a su Kroos, y el nuevo Kroos necesita a Modric. Ahí entran Arda y Federico. Juntos, consolidando un binomio donde uno dicta y el otro afina.