
La Galerna
·14 de marzo de 2024
Vinicius y el madridismo pigmeo

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·14 de marzo de 2024
Vinicius, contra el Leipzig, fue Jekyll y Hyde. Debió ser expulsado, con razón, por hacer una tontería (un alemán ya lo había calentado un rato antes), y sin embargo sin él en el campo probablemente el Madrid no hubiera pasado de ronda. Eso, tan natural, tan como la vida misma, fue utilizado de inmediato por la brigada moral de guardia para poner al brasileño en la diana: es un niñato, debe calmarse, debe comportarse. Lo típico que pasa en España cuando alguien, manifiestamente, desborda el cauce ordinario. Juanma Rodríguez, el penúltimo raulista vivo, le dedicó incluso un artículo en Libertad Digital enmendando la plana al 7 del Madrid. Según Rodríguez, Vinicius “perjudicó al Madrid” hasta el punto de “ofender a la afición”, gruesas palabras sin duda que Rodríguez, en esencia, dedicó a Vini por señalarse la oreja al marcar un gol y levantar los brazos mirando a la tribuna.
Es un gesto que ya hizo muchas veces Cristiano Ronaldo. También fue reprendido públicamente por ello. Juanma Rodríguez es un señor que dirige un programa en esRadio sobre deportes, supongo que serio aunque yo no lo he escuchado nunca, pero que es más conocido en los ambientes por ser la pareja cómica de Cristóbal Soria en El Chiringuito de Pedrerol. Su artículo puede considerarse casi un manifiesto fundacional del madridismo pigmeo, ese que se amohína con los gigantes por precisamente serlo.
Vinicius, contra el Leipzig, fue Jekyll y Hyde. Debió ser expulsado por hacer una tontería, y sin embargo sin él en el campo probablemente el Madrid no hubiera pasado de ronda. Eso fue utilizado de inmediato por la brigada moral de guardia para poner al brasileño en la diana: es un niñato, debe calmarse, debe comportarse
El madridismo, que es universal, tiene una especie de núcleo, madrileñista principalmente, de miras muy cortas, que además padece complejo de colegio pontificial romano: de ellos dimana una moral madridista, un patrón de comportamiento que las grandes estrellas del equipo deben seguir, a despecho de ser señalados en la prensa con articulillos como el de Rodríguez, que parecen sermones dominicales. “No acabes como Robinho”. Es gente que sería capaz hasta de decirle a Buonarroti que debería cambiar su forma de esculpir el mármol.
Estaría bien preguntarle a Rodríguez: ¿como Robinho, cómo? Si Vinicius abandonara mañana mismo la disciplina del Real Madrid Club de Fútbol dejaría un legado incomparable con el de Robinho, no sólo en clave madridista, sino universal. Pero ese no es el tema, sino el arquetipo al que remite la censura moralista de Rodríguez: el “Robinho” al que alude es el modelo, presente en la psique colectiva de todo el mundo, no me digan que no, de futbolista golfo, brasileño putero, vago, maleante, poco esforzado, clown, más efectista que espectacular, que en resumidas cuentas no marca la verdadera diferencia y sin embargo acapara los focos por cosas mucho menos importantes que el desempeño en el terreno de juego.
¿Es Vinicius comparable a Robinho en algo? Evidentemente, no. Vinicius ha sido uno de los grandes artífices de la última Copa de Europa conquistada por el Madrid, hace menos de dos años. Además, ha participado en el éxito de dos ligas y va camino de ser la estrella protagonista de la tercera. Su trayectoria, ahora mismo, no tiene techo y es uno de los líderes indiscutibles del equipo más importante del mundo. Por no mencionar que Robinho fue condenado en Italia por violar a una mujer. ¿A qué se está refiriendo Rodríguez cuando le recuerda su ejemplo a Vinicius?
¿Es Vinicius comparable a Robinho en algo? Evidentemente, no. Vinicius ha sido uno de los grandes artífices de la última Copa de Europa conquistada por el Madrid. ahora mismo no tiene techo y es uno de los líderes indiscutibles del equipo más importante del mundo
Cualquiera lo sabe. Se podría decir: Vini fuerza su papel de showman a veces en el campo del mismo modo que Rodríguez se gana un sueldo en el circo de Pedrerol. ¡Es puro teatro! Así se entiende y no debiera haber ningún problema. Business is business. La moralidad de uno y otro comportamiento, no obstante, distan bastante de ser iguales. Uno es un futbolista, protagonista principal de una industria del deporte profesional y del entretenimiento que juega con la intervención de mil cámaras de televisión que retransmiten en directo para millones de personas en todo el mundo; el otro va de periodista y como tal ejerce en el grupo Libertad Digital aunque, luego participe del amarillismo deportivo, algo respetable e incluso admirable que, empero, nada tiene que ver con el periodismo.
Uno y otro recurren a una máscara en tanto personajes públicos y actores de la dramaturgia social. La cosa es que luego uno de ellos se quita la máscara cuando le conviene y adopta el rigor escrupuloso del informador para soltarle al chico una admonición que ni las de Ipuwer. No me parece bonito. Ni justo.
No es sólo Juanma Rodríguez, de hecho Juanma Rodríguez es lo de menos. Me topé con su artículo el otro día por casualidad. Podía haber elegido a cualquier otro. La noche del Leipzig desató las querellas de numerosos madridistas, públicos y privados, que clamaron contra Vinicius por su comportamiento, tachado de infantil o adolescente. Y es que, como dice Hughes, a Vini hay que tratarle, a estas alturas, de usted. No es un niño malcriado, es una superestrella mundial. No hay que enseñarle modales y hablarle en tono paternalista o “buscarle un psicólogo” como también se ha leído por ahí. ¡Qué de barbaridades se dicen!
La etapa de prepararlo contra el furor ambiental de las Españas ya pasó. Ahora toca protegerlo, no con palabras ni con fraseología paternalista de la peor estofa, sino con acciones contundentes: si un niño en Mestalla le llama mono y hay imágenes, se denuncia al padre y a la madre. Si veinte mil tíos en el Metropolitano le gritan macaco, denuncia al canto contra el Atlético de Madrid. Si en Vallecas los rivales se coordinan para frenarlo con patadas de karateca, como recordó Ancelotti, se disciplina a los compañeros para que las devuelvan una por una, igual que en la época de Guardiola y Mourinho. Ojo por ojo.
se trata de una cuestión de respeto. Vinicius es el mejor jugador del Madrid, de la Liga y, con Mbappé, del mundo. Su fútbol es una auténtica explosión primaveral de imaginación
Sobre todo, se trata de una cuestión de respeto. Vinicius es el mejor jugador del Madrid, de la Liga y, con Mbappé, del mundo. Su fútbol es una auténtica explosión primaveral de imaginación: es una exuberancia desparramada de fantasía al más puro estilo brasileño con el que crecimos, al menos los millennials, soñando que era este juego. El esquematismo, las líneas trazadas sobre una pantalla verde, las permutas, las tácticas, las maguferías de entrenador de autor y todo eso, vinieron después, con la adolescencia y la madurez, cuando crecimos y nos dimos cuenta, ya lo dijo el poeta, de que el mundo iba en serio. Pero el fútbol en su alegría primitiva y libre era lo que es Vinicius, el talento desbocado y el llegar hasta donde permita la flexibilidad de los tobillos, de las rodillas y la anchura amazónica de los pulmones.
En este contexto de grisura completa por todas partes y de decrepitud siniestra del fútbol español, Vinicius debería ser un BIC, un bien protegido, de interés público, patrimonio artístico. Sin embargo para uno es un chulo arrogante y para otros, ¡para los que supuestamente somos los suyos!, un niñato que “ofende” a su propio público. Yo no entiendo nada.
Si al madridismo pigmeo le molesta Vinicius debería plantearse el ganar títulos jugando con monjes franciscanos. La corrección sería impecable y el espectáculo incluso lo podrían ver los niños
O sí que lo entiendo. Lo peor es que a España se la entiende todo muy bien. ¿Qué pasará cuando llegue Mbappé? Lo mismo que con Cristiano. Se desatarán las tempestades. El talento puro y emancipado de todo sistema que representan jugadores así está más allá de toda moralina, de toda palabrería convencional y pequeñoburguesa que lo que intenta en último término es reducir al absurdo un fenómeno de la naturaleza que no entiende.
Vinicius, Mbappé, como antes Cristiano o Messi, son las leyes del Universo actuando a tiempo real. Son lo implacable y cruel de las cosas, pero el fútbol nos da la engañosa sensación de que podemos acomodar el espectáculo a nuestro ridículo ecosistema ético, preñado de prejuicios y de lugares comunes heredados. Si al madridismo pigmeo le molesta Vinicius debería plantearse el ganar títulos jugando con monjes franciscanos. La corrección sería impecable y el espectáculo incluso lo podrían ver los niños.
Fotografías Getty Images.