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·5 de agosto de 2024
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La entrada del brasileño en el campo dio otro aire al equipo blanco, que fue más peligroso en ataque con el concurso del carioca.
Se dice que después de la tempestad llega la calma. Pero en el Clásico de Nueva Jersey tras la tormenta –que obligó a detener el partido más de una hora– apareció el vendaval Vinicius. El carioca jugó sus primeros minutos de la pretemporada, poco más de media hora, pero su entrada al campo dio otro aire a un Real Madrid al que se le estaba atascando el Barça y la pretemporada en general (pasaron 172 minutos hasta que Nico Paz marcó el primer gol de los blancos en este inicio de curso). Con uno de los grandes favoritos al Balón de Oro sobre el césped, el equipo de Ancelotti es otro, más alegre y peligroso ante la portería rival.
Los tres brasileños que se han incorporado esta semana al trabajo con el resto –Endrick ya jugó el primer amistoso ante el Milan y repitió ante el Barça– tuvieron distinta suerte en los planes de Ancelotti. Militao fue titular, Rodrygo no jugó ningún minuto y Vinicius saltó al campo en el 57′ sustituyendo a Brahim. Con su entrada, Álex Valle tuvo más de un quebradero de cabeza en el flanco derecho de la defensa del Barça antes de pasar la patata caliente a Héctor Fort, que acabó amonestado por una falta sobre el carioca. Las incursiones de Vini en el área pusieron en jaque a la zaga azulgrana y tuvo dos ocasiones, una repelida por Ter Stegen justo antes de que el guardameta fuese sustituido y otra que se le marchó alta cuando buscaba la escuadra.
“El objetivo ahora es dar minutos y poner en forma a los jugadores que vuelven”, afirmaba Ancelotti tras el encuentro. A Vinicius no hace falta darle mucha cuerda para que su juego suba revoluciones. También lo reconocía así su propio entrenador. “Vinicius ha vuelto bien, en una buena forma. Se ve que ha trabajado en vacaciones. Los jugadores ahora vuelven en buena forma física y no necesitan mucho trabajo”, comentaba Carletto en zona mixta ante los enviados especiales a Estados Unidos. “Ha sido determinante como siempre”, apostillaba después ante los medios internacionales.
En los 33 minutos que jugó, a Vinicius le dio tiempo a intentar cinco regates (completó dos), salir airoso de cuatro de los ocho duelos que disputó, provocar dos faltas y chutar tres veces, aunque todavía sin suerte. Solo faltó la guinda del gol en una actuación que encandiló al público en las gradas del MetLife Stadium, que agradeció su atrevimiento con ovaciones.
La llegada de Mbappé le devolverá a Vinicius a una posición más escorada a la banda. Pero en el Clásico todavía se desenvolvió en punta, recordando su zona de acción de la temporada pasada, acompañado primero por su compatriota Endrick y después por Arda Güler. Podrá haber matices en el perfil del ataque por el que juegue, pero hay algo que no cambia: Vinicius sigue siendo la chispa de este Madrid que trabaja con un objetivo entre ceja y ceja: alzar la Supercopa de Europa el día 14 en Varsovia. Y en lo individual, una oportunidad para Vinicius de atraer votos a su candidatura al Balón de Oro.
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