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·23 de marzo de 2020
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El nombre de Nereo Rocco se convirtió, por méritos propios, en uno de los más importantes de la historia del fútbol italiano. A este técnico se le atribuye la importación de un bisoño catenaccio, germinado en Suiza, al país que lo catapultaría como uno de los estilos de juego más reconocidos y efectivos de la historia del fútbol: Italia.
Puedes leer el primer capítulo de ‘Vida y obra del catenaccio (I) Radiografía y orígenes’ en este enlace
En la primera parte de ‘Vida y obra del catenaccio’ os contamos la historia de Karl Rappan, un entrenador austriaco instalado en Suiza. Rappan, a los mandos del Servette, esbozó un sistema de juego con una concepción primordialmente defensiva, al que llamó verrou. Como si de la propagación de una especie animal se tratase, el verrou cruzó la frontera ítalo-suiza y llegó al país transalpino. Allí fueron dos los maestros que dieron a conocer este innovador estilo de juego.
Uno de ellos fue Giuseppe Viani. El surgimiento de su sistema fue curioso cuanto menos. Como entrenador asistente de Valese en la Salernitana, Viani le recomendó usar a un centrocampista defensivo como Piccinini en el ataque, ya que no había ningún delantero centro a disposición. El experimento de Viani fue exitoso. Fue a partir de ahí cuando empezó a construir su sistema táctico, basándose en la importancia de los duelos individuales. Se convirtió en el primer conato del catenaccio en Italia, bautizado como Vianema por el técnico que lo patentó.
También es de mencionar la otra anécdota que explica el nacimiento de este planteamiento. Viani consideró esta idea a raíz de observar a unos pescadores que arrojaban las redes al mar de dos en dos para asegurarse de capturar todos los peces. De ahí habría tomado su idea de marcaje.
Viani consideró esta idea a raíz de observar a unos pescadores que arrojaban las redes al mar de dos en dos para asegurarse de capturar todos los peces. De ahí habría tomado su idea de marcaje
Pero más allá de Viani, fue otro entrenador el que dejó una huella notable con su catenaccio. Se trata, como no, de Nereo Rocco, uno de los nombres subrayados en rojo en los libros de táctica futbolística. Por aquel entonces, Rocco empezaba a hacer sus pinitos en el banquillo de la Triestina. El estilo de Rocco se caracterizó por ser el primero en diferenciar al líbero del resto de la defensa. El entrenador de la Triestina planteó un sistema 1-3-3-3, con el líbero plenamente disponible para acudir a las ayudas y marcar al delantero centro rival.
Su primera etapa se recordó por la consecución de la primera Copa de Europa de la historia rossonera, conquistada ante el Benfica de Eusebio, entrenado por Fernando Riera. Después de un breve paso sin pena ni gloria por el Torino, Rocco volvió al Milan en 1967. Allí lo volvió a hacer: ganó la segunda corona continental del club lombardo ante el Ajax. En este caso, el catenaccio de Rocco superó con claridad al fútbol total de Rinus Michels.
Una fructífera carrera que significó la creación de un nuevo y revolucionario sistema táctico. El catenaccio de Nereo Rocco, sin embargo, tuvo otro técnico haciéndole frente. Este técnico fue Helenio Herrera, protagonista de la próxima edición de ‘Vida y obra del catenaccio’.