IAM Noticias
·1 de septiembre de 2024
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Vélez Sarsfield derrotó a Independiente Rivadavia 4-0, en el estadio José Amalfitani, por la decimotercera fecha del Torneo 2024 de la Liga Profesional. Esta nueva rotunda goleada le permite al equipo de Gustavo Quinteros mantenerse como puntero y se asoció con una fiesta muy especial para el hincha fortinero: se cumplieron 30 años exactos de la vuelta olímpica en el estadio Morumbí de San Pablo del campeón de la Copa Libertadores.
De comienzo a fin, y sin interrupciones, Vélez impuso su ritmo, su juego, su precisión, su agresividad, su presión. Extendiendo su presente arrollador se posicionó en el terreno, sacó pecho y se plantó con presencia y personalidad. Ratificó que entiende y sabe que pretende y que a nivel colectivo e individual atraviesa un gran momento.
De una combinación entre los más talentosos, Thiago Fernández y Claudio Aquino llegó el centro y la brillante definición, pirueta vistosa de por medio, de Braian Romero, a los 18 minutos.
Recorriendo otro camino, y exhibiendo su repertorio de variantes, con la proyección de los laterales, llegó el segundo festejo. Joaquín García mandó el centro desde la derecha y por el palo izquierdo pegó el salto y metió el frentazo goleador Elías Gómez, a los 29 minutos. Y fue el preanuncio a lo pautado para el minuto 30 -por las tres décadas del título de la Libertadores- con los hinchas locales encendiendo las linternas de sus teléfonos celulares para recordar con brillo y luz aquella gloriosa noche en Brasil.
Los hinchas vivían su fiesta en tribunas y plateas, aguantando la constante y molesta lluvia, y los futbolistas también armaban la propia con su accionar dentro de la cancha. Todo era felicidad en Liniers, que desbordaba alegría y jolgorio. Empapados, pero felices.
Independiente Rivadavia, salvo algunos intentos por desequilibrar del colombiano Sebastián Villa, rapidamente abortados por la defensa local, ofreció poco y nada. Fue ampliamente superado en todos los rincones. El equipo mendocino, que tuvo el retorno a la dirección técnica de Alfredo Berti, el entrenador que lo había conducido al ascenso a la Liga Profesional, lleva cinco fechas sin triunfos.
El entretiempo aportó más emoción con el ingreso al campo de juego de la Copa LIbertadores y varios integrantes de aquel plantel y cuerpo técnico que llevó al Fortín a lo más alto del continente (y meses después del mundo). Las ovaciones y los cantos alcanzaron su esplendor y se potenciaron más cuando Carlos Bianchi, el padre de la criatura, afirmó: “La historia se repite y estoy convencido que, tarde o temprano, Vélez va a volver a salir campeón de la Libertadores”.
Con los corazones calientes y los ojos humecidos por la emoción, el agasajo a los campeones dio paso a los últimos cuarenta y cinco minutos. Y nada cambió: hubo continuidad de festejo en las tribunas y de fútbol avasallante sobre el mojado césped.
Como aconsejaba la lógica, por el piso rápido, patear, de donde sea, al arco era lo más aconsejable. Lo hizo Francisco Pizzini. tras una lucida triangulación sobre la derecha, recibir el pase, acomodarse y sacar el zurdazo perfecto desde afuera del área a los 23 minutos. Otra muestra del poderío, el juego aceitado y efectivo del Fortín.
Conformarse es un verbo que desconocen en el Amalfitani. Pese a lo cómodo del resultado y el rendimiento, Vélez fue por más. El VAR advirtió una falta de Tobias Ostchega a Francisco Pizzini, a un paso del poste. Chequeada la jugada en la pantalla, Michael Santos se hizo cargo del penal -gentileza de Braian Romero. el encargado que se lo cedió- y Ezequiel Centurión se lo atajó, aunque el delantero uruguayo capturó el rebote y tuvo revancha. 31 minutos y 4 a 0.
Que Vélez es el mejor equipo argentino del momento no caben dudas. Alcanzó ese enorme mérito, reconocido por propios y ajenos; ahora vendrá otro desafío, sobre todo en un deporte tan cambiante e imprevisto como éste: mantenerlo. Si lo consigue es firme candidato a replicar aquellos tiempos felices de coronas.