Diario La Escuadra
·21 de septiembre de 2024
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La agridulce sensación de despertarse de un sueño bonito suele ser ciertamente decepcionante. Un golpe de realidad que se traduce en una decepción con lo que no hace tanto tiempo era lo habitual. Hoy, un Girona plagado de suplentes se ha plantado en Mestalla ante un Valencia con una necesidad vital de sumar los tres puntos.
Tan solo Oriol Romeu, Ladislav Krejci y Paulo Gazzaniga han repetido titularidad tras el debut europeo en París, y es que, en cierta medida, el equipo inspiraba esa leve parsimonia que caracteriza a una persona recién levantada. Parecían aún encandilados por ese sueño europeo, un pensamiento que les hacía estar mucho más erráticos que de costumbre, y esto, ante un Valencia con hambre de sumar, era el prólogo de una muerte anunciada.
Si bien durante la primera mitad se ha visto un partido igualado, con un claro dominio del balón de los visitantes y buenas actuaciones de la dupla defensiva Mosquera-Tárrega, el descontento de Míchel con sus pupilos al final del primer tiempo parece haber tenido efecto. Pues durante el segundo tiempo se ha podido ver aún más claro este dominio con el balón respecto a los valencianistas, que aunque dejaban dominar el juego a los visitantes, buscaban aprovechar los espacios al contraataque en busca de generar peligro. Ha sido así, al contraataque, que ha llegado el primer tanto valencianista. Con una pérdida en la salida de balón y una buena acción de Luis Rioja, que ha acabado impactando en Juanpe, quien ha acabado desviando el tiro hasta el fondo de las mallas.
Tan solo dos minutos después, todavía conmocionados por el primer tanto, el conjunto ché ha cerrado el marcador con una buena recuperación tras otro error en la salida de pelota que Dani Gómez ha aprovechado para ampliar la diferencia. El técnico de Vallecas ha intentado revolucionar el partido con la entrada de Yangel, Christian Stuani o Bryan Gil (entre otros), pero los gironins se han encontrado ante un muro georgiano que responde al nombre de Giorgi Mamardashvili.
La temporada anterior de los de Míchel es un hito impresionante, pero también puede ser un arma de doble filo. Más allá la carga de partidos añadida que representa la participación en una competición europea, el tomar como referencia una actuación de un nivel tan alto implica elevar las expectativas a niveles «inalcanzables». La elevada carga de partidos implica una necesidad de dar descanso de manera intermitente a los jugadores, que pueden no saber responder a las circunstancias de un partido determinado o no saber responder a la participación irregular, afectando así al rendimiento general del equipo por la falta de soltura. El Girona tiene plantilla para plantar cara a cualquier equipo, pero es importante no olvidar que antes de llegar a los lujosos palacios europeos, hace no tanto tiempo, se trabajaba desde el barro.