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Se obró el milagro

Aún no tengo ni idea de cuál es la palabra que haga justicia al describir la gesta blanca en Manchester: corazón, aguante, oficio o mística. Pueden elegir la que prefieran. En realidad, puede que sea tan sencillo como decir que es el Real Madrid.

Una obra de 210 minutos en la que el Manchester City fue la gran estrella, pero que tuvo como desenlace al público ‘merengue’ festejando la clasificación de su equipo. Seamos claros, los de Guardiola sometieron a los de ‘Carletto’, pero de poco vale, por no decir de nada, en la competición fetiche de los blancos. Ya lo dijo Ancelotti: «Nunca hay que dar por muerto al Madrid porque nunca muere».

El Real Madrid celebrando la victoria ante el City. Fuente: Real Madrid. Vía: X

Y es que el rival era duro, sí. Tanto que muchos lo valoran como el mejor equipo del mundo. Por esas combinaciones perfectas en la frontal del área que mantienen al rival con ‘la soga al cuello’. Interiores y extremos que ‘echan el ancla’ frente al arco contrario esperando el mínimo resquicio para colocar un pase milimétrico. Todo esto respaldado por un denominador común: Rodrigo Hernández. Pero es que el Real Madrid es un equipo camaleónico, se adapta a cualquier rival y escenario, y ayer mostraron su cara más defensiva. Los Carvajal, Lunin, Bellingham o Rüdiger hicieron valer esta frase. En definitiva, aunque el éxito tenga muchos padres, el pase a semis de los blancos se explica gracias a la solidez atrás.

Tres partidos son los que separan a la entidad blanca de una nueva ‘orejona’. De la gloria eterna. Tan solo tres ‘batallas’ más para hacerse con la decimoquinta corona europea.

Escrito por Daniel Sánchez Pérez.