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En un momento dado

·24 de octubre de 2020

Un sitio adonde ir. Un lugar al que volver.

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Sea por lo sucedido durante el pasado verano, como diagnóstico de las últimas temporadas o para prepararse para el porvenir, lo cierto es que el Barça de Koeman, en sus primeros pasos, venía siendo el Barça menos definido por Leo Messi de cuantos siguieron al adiós de Ronaldinho. A nivel formal ha sido un equipo sin nueve aparentemente pensado para moverse como si lo tuviera, y que en su ausencia ha tenido que forzar determinados comportamientos de los extremos o del mediapunta. A nivel de fondo, sus intenciones en cuanto al ritmo y al pase han respondido a destinos diversos. El equipo de Ronald Koeman no ha dado sus primeros pasos como el equipo de Messi en un grado tan marcado como todos los que lo precedieron. Este Barça alternativo, no obstante, no ha encontrado todavía la carretera despejada, ni un fluir lo suficientemente sólido y convincente que le ofrezca plenas garantías para la más alta competición. Quizá por ello, para enfrentarse al Real Madrid, su prueba más exigente hasta la fecha, el técnico neerlandés sí pareció adaptar determinados principios de su sistema para un mayor acomodo y aprovechamiento de El 10. Como un paréntesis de tranquilidad, siempre a mano, con el que pelear batallas que un futuro más anunciado que conquistado todavía no estaba en disposición de ganar.

Así las cosas, el Barça de Koeman saltó al césped con modificaciones en sus cuatro posiciones ofensivas, ubicando al argentino en la teórica mediapunta y buscando a su alrededor las características que pudieran hacerle mejor compañía. Ansu Fati fue el delantero centro, un futbolista con el que fijar la atención de la pareja de centrales y abrir espacios a la espalda del mediocentro rival para las apariciones del capitán azulgrana. Pedri el teórico extremo derecho, un futbolista bisagra con quien Leo pudiera intercambiar altura y amplitud, y que le proporcionara al equipo un eventual centrocampista extra ante el carácter netamente atacante de Messi. Por último, para Coutinho fue la izquierda, desde donde pesar igualmente por dentro sumando presencias en la zona que Leo podía abandonar, y para afilar las subidas de Jordi Alba por banda que con tanta precisión alimenta la bota izquierda del argentino. En cambio, si la noticia en el bando local fue el cambio, por parte del Real Madrid lo fue el regreso a la relativa normalidad. A la receta que mejor conocen y que más reconocen los blancos. Zidane recuperó el 1-4-3-3 con Vinícius y Asensio en las alas, y reforzó el sistema con la presencia de Benzema en punta, de Kroos y Valverde en los interiores y de Sergio Ramos en el centro de la zaga. Los cerebros del equipo en cada una de las líneas, y el futbolista que mejor ha transmitido la energía entre ellos en la segunda etapa del técnico francés a los mandos de la nave blanca.


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Con ellos capitaneando el fútbol madridista, las primeras intenciones del cuadro visitante fueron claramente orientadas a aprovechar el duelo individual entre Vinícius y Sergiño Dest. El lateral azulgrana, un zaguero sobre el papel mucho más preparado para constar en campo contrario que para contener cerca del área, frente a la insistencia, el cambio de ritmo y el desborde el brasileño, con el añadido de que, siendo el izquierdo el carril en el que el Madrid acumula más jugadores peligrosos, el Barça apenas podría ofrecerle ayudas a Dest. De hecho, esta era una de las claves previas al duelo, puesto que la estructura de ataque madridista dispone a tres piezas externas en esta orilla del campo (incluso cuatro si se cuenta también al central), mientras que el Barça acostumbra a defenderlo, a lo sumo, con dos. Sergio Ramos iniciando, Kroos lateralizando la posición para recibir por fuera, Mendy cortando por pasillos interiores y Vinícius esperando en aclarado para atacar en el uno contra uno a su par. Al respecto, el Barça planteó dos ajustes tácticos y acertó en un comportamiento individual ganador.

Lo primero tuvo como protagonistas a Ansu Fati y a Sergio Busquets. El delantero, desde su nueva ubicación en punta, se encargó de apretar a Sergio Ramos en salida, priorizando absolutamente en sus acosos al capitán madridista sobre Varane (Imagen abajo a la izquierda). Busquets, por su parte, fue el vigilante más habitual de Toni Kroos, saliendo de zona y lateralizando su posición al mandado de los desmarques que trazaba el alemán para recibir el balón en la base de la jugada o en banda. Con Pedri persiguiendo las arrancadas de Mendy de forma obediente, la sorpresa individual corrió a cuenta de Dest, y de su impecable defensa a Vinícius Jr en el uno contra uno. El neerlandés, a nivel defensivo, decantó toda su atención al duelo particular con el extremo madridista, como si con ello Koeman hubiese querido hacer buena una de las citas más célebres de Cruyff. Decía El Flaco que “si el adversario tiene un delantero sobresaliente y otro notable, lo normal sería emparejar a nuestro marcador sobresaliente con el sobresaliente de ellos y al defensor notable nuestro con el delantero notable del rival. Pues no. El sobresaliente nuestro marcará al notable de ellos«. Al delantero sobresaliente, decía Johan, ya vería después cómo pararlo, pero así de entrada, anulando una de las amenazas del rival, su equipo tenía un problema menos.

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En este caso, el peligro superior al que hacer frente era Karim Benzema, el futbolista que guía el juego del Madrid desde el frente de ataque igual que Kroos lo hace desde la línea de medios. Con el alemán tirando de Busquets hacia la banda, además, Karim disfrutó de espacios por delante de la pareja de centrales del Barça (Imagen arriba a la derecha), y es que a diferencia de lo que ocurrió en Getafe esta vez los culés no pudieron recurrir a su mediapunta para recomponer la parte central de su mediocampo. En el Coliseum, cuando Sergio acudía al costado para defender por delante de Sergi Roberto, Pedri descendía desde el enganche para hacer pareja con De Jong, un comportamiento que, en esta ocasión, no se reprodujo con Messi donde el canario. Benzema pudo aparecer, jugar con las posiciones de Piqué, Lenglet y Frenkie de Jong, y habilitar pasillos para la entrada de Fede Valverde desde la segunda línea. Asimismo, el primer tiempo del Barça en materia ofensiva siguió un guion similar, con una primera amenaza que el Madrid acertó a controlar y una alternativa sobre la que los madridistas no lograron mandar.

El envite que los de Zidane contrarrestaron fue el del carril central. A pesar de la elevada participación de Messi en la construcción de los ataques, formando a menudo como interior derecho de facto, Casemiro, Valverde, Ramos y, en última instancia, Courtois, consiguieron que las heridas no dejaran cicatriz. Los locales se asociaron en la frontal y buscaron la combinación en corto, pero su progreso en estas zonas resultó menos claro que el que encontraron por banda izquierda. A veces extrañaron más proximidad de un Pedri más relacionado con la banda debido a la contención ofensiva de Dest (Imagen abajo a la izquierda), otras veces un poco más de rapidez en la descarga por parte de Ansu, y otras mayor variedad en el repertorio de un Coutinho que en banda tiende a un único color. De este modo, a parte de los servicios directos de Messi buscando generar la ocasión desde muy atrás y exponiendo la jugada a una transición defensiva comprometida, los intentos más productivos del Barça se dieron cita en su perfil izquierdo. El mecanismo resultó simple pero eficaz: De Jong recibía en la zona del lateral izquierdo para fijar la defensa de Asensio o Fede Valverde (Imagen abajo a la derecha), Coutinho arrastraba a Nacho hacia el centro y, por delante del neerlandés y por fuera del brasileño, rompía al espacio Jordi Alba hasta profundidades a las que su marcador no lo seguía.

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Ya incluso a lo largo del primer tiempo los minutos empezaron a hacer mella en el sobreexigido lateral izquierdo del Barça, invitando a que tras el descanso Koeman buscara formas de diversificar el ataque. Las encontró a partir de la figura de Sergiño Dest que, tras una primera mitad muy enfocada en su duelo con Vinícius, arrancó el segundo acto con mayor proyección ofensiva. Además de su participación directa, la presencia en banda del lateral también en campo contrario, le sirvió al Barça para que Pedri pudiera descolgarse con mayor frecuencia por dentro, sumando una referencia más estable en tres cuartos de campo con la que construir relevos que acercaran a Messi a la frontal e incrementar la amenaza del Barça en la corona del área. Curiosamente, también para el Madrid la reanudación se tradujo en un mayor peso atacante de su perfil diestro, al coincidir la entrada al campo de Lucas Vázquez con el cansancio cada vez mayor de Jordi Alba. Al tiempo que los locales bajaban los niveles de su amenaza sobre el lateral derecho madridista, los visitantes incrementaban las dotes ofensivas del futbolista encargado de ocupar la demarcación. Saliendo desde atrás, abriendo el campo, doblando a Marco Asensio y produciendo más allá de la divisoria, el gallego oxigenó el carril diestro del ataque merengue.

El último capítulo del encuentro llagó con el penalti y el gol de Sergio Ramos, momento en el que el Barça perdió el control emocional y al que el Madrid respondió sumando dosis extra de serenidad con la entrada de Luka Modric al campo (Imagen abajo a la derecha). Por parte culé, la respuesta en materia de sustituciones fue la misma que en Getafe: una receta basada en la incorporación de delanteros al partido. Hasta cinco terminaron coincidiendo en el once barcelonista. Seis si se considera como tal a Philippe Coutinho. Como ya ocurriera frente a los de Bordalás, la maniobra no le sentó bien al equipo, no tanto por la pérdida de sus centrocampistas sino por el abrupto vaciado de su línea de medios. Contaba Pep, en Alemania, cómo la utilización de los laterales por dentro le había permitido juntar en una misma alineación a cuatro o cinco delanteros, ya que con el concurso interior de dos de sus zagueros podía seguir ocupando el centro del tablero. Anoche en el Barça ocurrió lo contrario, ya que no sólo los laterales culés mantuvieron su papel exterior sino que, incluso, De Jong conservó su tendencia a abrirse hacia la banda para recibir escorado, dejando por momentos a Coutinho como único y solitario integrante de la medular (Imagen abajo a la izquierda). Desde entonces y hasta el final del partido, los locales no lastimaron a su adversario más que antes, pero sí que entregaron su vulnerabilidad a Modric, Kroos y Karim Benzema.

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– Foto: LLUIS GENE/AFP via Getty Images

– Gráficos: As.com

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