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·7 de agosto de 2020

Un juego mutante

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La confianza, la determinación, cuestiones que no se miden en cifras pero que se sienten, que se dejan ver. Y que en algunos casos, se evidencian con rotundidad, como en el caso del Sevilla de Julen Lopetegui. Un equipo que quiere hacer suya una Europa League especial, diferente. Dibujando una cara de campeón que se expresa de inicio desde ese convencimiento en su juego, el mismo que le hizo superar en cada faceta a la Roma de Paulo Fonseca en esta inusual ronda de octavos a partido único.

El Sevilla eliminó de la ecuación a los italianos ejecutando su habitual plan de juego, conformado por una paleta de recursos muy variada que la Roma no supo descifrar en ningún momento. Lopetegui, desde esta base táctica, tocó ciertos matices en el once para tratar de sacar tajada a ciertas situaciones del juego que le plantearía su rival. Todos ellos con acierto, viendo cómo se desarrolló el partido. Y es que el técnico vasco volvió a demostrar su capacidad de adaptación tanto pre partido como durante el mismo, factor en el que lleva destacando toda la temporada.


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Con una idea base definida, Lopetegui añadió matices a un plan de juego ya de por sí muy permeable. El Sevilla fue indescifrable para la Roma.

Para empezar formó con En-Nesyri en punta, una apuesta que no tardó ni cinco minutos en justificarse por dos motivos: su presencia en la asfixiante presión alta inicial de los hispalenses y por su movilidad constante para ser receptor de los envíos directos desde sus centrales. El marroquí fue la vía de escape para cuando el Sevilla buscaba salir en largo, cayendo regularmente a banda derecha y explotando su capacidad para proteger el balón de espaldas o atacar al espacio haciendo gala de su exuberancia física. Desde ese carril se tejió una asociación que dotó de aire a los hispalenses: la conexión Koundé – En-Nesyri. Y es que el Sevilla, cuando optaba por el juego más directo, el pase del francés al marroquí devino su mejor argumento para superar líneas.

Sin embargo, el Sevilla no solo encontró cómo hacer daño a los de Fonseca por esta vía; los ataques más pausados, elaborados, con mayor protagonismo del balón, también fueron un arma poderosa en manos de los hispalenses. Para muestra la diferencia en la cantidad de pases que preceden a las jugadas de sendos goles. Con constantes cambios de orientación para provocar la basculación de los adversarios -otra de las grandes señas de identidad de los de Lopetegui-, el Sevilla volvió a explotar el juego por bandas y el cambio de ritmo de sus carrileros para terminar de resquebrajar la línea de tres giallorossa. La Roma estaba perdida, no sabía cómo defender a un Sevilla cuya permutabilidad le permitía atacar indistintamente por un camino u otro, y ambos con éxito para acercarse a la meta de Pau López.

El Sevilla iba adaptándose, jugada a jugada, al plan de juego que más le convenía para hacer daño a una Roma grogui tras la excelsa primera mitad de los hispalenses.

Y es que en esa importancia de los carriles exteriores encontramos la segunda apuesta del técnico vasco que quizás sorprendiera, pero que volvió a ser clave: formar con extremos a pie cambiado. Ocampos, en su asociación con Jesús Navas, viene siendo el hombre estrella de este Sevilla. Sin embargo, alejar al argentino del andaluz nunca terminó de dar la sensación de ser un buen negocio, pero la inteligencia del quilmeño sirvió para que Reguilón alzara el vuelo, aclarando el carril jugando por dentro, como hiciera su homólogo por el costado opuesto, Suso, buscando sumar piernas por dentro, zona en la que más se resguarda la Roma. Lopetegui, en lugar de tratar de encontrar superioridad por fuera, propició el uno para uno en banda ante los dos carrileros italianos, muy propensos a subir pero con más dificultades para defender su espalda, ocupando con sus extremos las miras de los centrales de su lado. Aunque, como era de esperar, tanto Navas como Reguilón se bastaron para obtener ventajas hacia el área.

Si al modelo de juego camaleónico del Sevilla le sumamos los aciertos de su técnico desde la pizarra, el cuadro hispalense tiene siempre las de ganar. Pero no solo con esto sirve para marcar una diferencia tal en unas eliminatorias de la Europa League, es que además todo aquello que suele funcionar en el Sevilla fue un reloj suizo. El triángulo entre centrales y Fernando, Éver Banega dirigiendo las operaciones, Jordán liberado.. la columna vertebral del Sevilla se mantuvo intacta en cuanto a nivel, lo que le permitió ofrecer no solo una versión indescifrable para su rival; también mostró la cara del que es un serio aspirante al título.

Javier Soriano / AFP

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