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·14 de abril de 2021
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Estaban apilados. Uno arriba de otro. Sin posibilidad de moverse, sin oportunidad de escapar. Avalanchas. Vallas que aplastaban. Falta de espacio que no dejaba respirar. El 15 de abril de 1989, el fútbol británico sufrió una tragedia incomparable que recién hace casi un año (el 26 de abril de 2016) tuvo el cierre de un capítulo tan deshonroso como doloroso. Un partido entre Liverpool y Nottingham Forest en el estadio de Hillsborough, por las semifinales de la Copa de Inglaterra, dejó un saldo de 96 muertos.
Fue una jornada en la que falló todo: los mecanismos de controles, el exceso de capacidad, la falta de reacción, la lentitud para actuar. Pero el relato del episodio se desvió rápidamente. El Gobierno, amparado por la gran mayoría de los medios de comunicación, tendió a culpar a los hinchas. Los acusó de violentos, borrachos y descuidados. Los apuntó por una tragedia en la que no tenían nada que ver. El Estado pretendió maquillar su negligencia con los recursos más bajos.
El año pasado, tras más de 20 años de lucha, los familiares de las víctimas terminaron de ganar el partido más importante de sus vidas: el reconocimiento. No. Sus hijos, sus padres, sus hermanos no tuvieron la culpa de nada. No, no se trató de un accidente.
Un jurado dictaminó que el episodio que derivó en la muerte de 96 personas estuvo lejos de ser un accidente. Las seis mujeres y tres hombres terminaron sus deliberaciones después de haber considerado más de dos años pruebas durante la investigación de los acontecimientos. La decisión se produjo tras años de campaña de las familias de las víctimas y la Justicia de Hillsborough, que buscaba esclarecer las verdaderas causas de la tragedia.
El forense John Golding dijo que aceptaba la teoría de que la mayoría de las 96 personas murieron de forma ilegal y el jurado lo acordó por unanimidad tras oír respuestas a otras 13 preguntas sobre el desastre.
El jurado también determinó que el comportamiento de los hinchas en el estadio no contribuyó a la catástrofe. Los miembros dejan constancia de que el jefe de la policía de South Yorkshire, David Duckenfield, "era responsable de homicidio por negligencia grave de esas 96 personas”.
Para probar esta negligencia grave, el jurado tuvo que tener constancia del incumplimiento de la atención hacia las personas que asistieron al partido de Duckenfield. Los miembros del jurado también acordaron que los servicios de policía y ambulancias cometieron errores en la respuesta al incidente, algo que pudo haber contribuido a la pérdida de más vidas.
Un total de 96 personas murieron por la avalancha en Leppings Lane, mientras que 766 sufrieron lesiones. Entre los muertos había personas de entre 10 y 67 años, incluyendo a 37 adolescentes y 26 padres.
La última investigación se abrió después de que los jueces del Tribunal Supremo en 2012 invalidaran un veredicto de muerte accidental, al que se llegó después de una investigación inicial entre 1990 y 1991.
Las familias de las víctimas hicieron campaña por la liberación de los documentos que podrían ofrecer información detallada sobre los sucesos, incluyendo si alguna de las víctimas podrían haberse salvado si hubieran recibido tratamiento médico más rápido.
El primer ministro David Cameron emitió una disculpa en nombre del gobierno británico después de que el informe de 2012 mostrara que la policía y los servicios de emergencia habían hecho "tremendos esfuerzos" para culpar del desastre en los hinchas de Liverpool.