Fondo Segunda
·12 de octubre de 2022
In partnership with
Yahoo sportsFondo Segunda
·12 de octubre de 2022
Nunca fue fácil levantarse tras sufrir una de las más dolorosas caídas. En clave Segunda División, pocas experiencias a fuego quedan marcadas como la derrota en la final de un playoff de ascenso. Sí, el descenso se lleva la palma. Pero sentir que tienes la gloria al alcance de la mano y quedarte con la miel en los labios viene demostrando ser uno de esos puntos de inflexión a los que cuesta levantar la curva. Y el Tete es, ahora, ese equipo marcado por la huella de la desilusión.
Y eso que el CD Tenerife y su staff técnico trabajaron duro durante el período estival para amortiguar los efectos de la decepción. Cordero volvió a hacer malabares en el mercado veraniego para otorgar matices de color a una plantilla que ya de por sí había demostrado capacidad para competir al más alto nivel en la categoría. Nacho para el perfil zurdo defensivo; Jurado para ofrecer mayor riqueza a la medular; Waldo Rubio, Mo Dauda o Appiah para ofrecer vértigo en los extremos; o Borja Garcés como complemento ideal al perfil rematador de Enric Gallego. Salidas y entradas, manteniendo una columna vertebral, ofreciendo alternativas consolidadas y con experiencia en la categoría con el objetivo de volver a perseguir el sueño. Con todo, no parece haber terminado de reconexionar el conjunto chicharrero.
Si por algo se caracterizaba el Tenerife de Luis Miguel Ramis de la pasada campaña era por su riqueza en fase defensiva. Ahí, Soriano se encontraba salvaguardado por un sistema con escasas grietas, líneas juntas y armonía de movimientos y basculaciones al que era extremadamente complicado dañar. Desde esa solidez fue desde la que el Tete cimentó su candidatura al ascenso y mostró su altísimo nivel competitivo. El inexorable paso del tiempo, en este sentido, prometía convertirse en una virtud para el conjunto tinerfeñista. Automatismos ya arraigados, piezas mejor conjuntadas y a seguir construyendo una fortaleza frente al meta formado en la cantera sevillista.
Sin embargo, este inicio de temporada nos ha mostrado a un equipo frágil en área propia, muy lejos de lo que se podría haber esperado. Dicha debilidad, en cualquier caso, no aparenta tener su origen en la idea, en el concepto. La buena noticia, si se le puede llamar así, se halla en el hecho de que la mayoría de los problemas existentes tienen arraigo en desconexiones puntuales, en errores individuales. En tal contexto, es de esperar que, conscientes de ello, se extremen las precauciones y la concentración ofreciendo solución al problema existente con los goles encajados.
En contraprestación, el Tenerife del pasado tenía problemas claros con la creación de fútbol en estático. Las soluciones ofensivas pasaban por aprovechar la presión y las fortalezas defensivas como la recuperación para dañar al rival en transición. El contraataque era el arma favorita de los de Ramis y con ella se sostenían en ataque para aprovechar esa gran fortaleza defensiva que destacábamos. Un clásico en la Segunda División que, con cierta frecuencia, suele ofrecer réditos.
También en este sentido las cosas han cambiado para el conjunto del Heliodoro. El equipo ha mejorado en la construcción del juego y aprovecha sus mayores opciones de avance por los extremos. Existe amenaza tanto por dentro como por fuera y con ello aparecen fases del juego de un alto brillo futbolístico, con precisión exquisita en la combinación, rapidez en la circulación y ritmo frenético. El Tete ha evolucionado en fase ofensiva y eso permite ser optimista de cara al futuro inmediato. Eso sí, necesitarán alcanzar mayor regularidad y continuidad en dicho juego para que dicho optimismo se torne realidad.
Más allá de ese estado de ánimo debilitado por haberse sabido tan cerca del éxito y terminar derrumbado, también los problemas físicos han causado estragos en la plantilla del Tete en este arranque del curso futbolístico. Futbolistas como José León, Carlos Ruiz, Javi Alonso, Jurado, Corredera, Elady, Mo Dauda, Sam Shashoua o Borja Garcés, entre otros, han causado baja de durante periodos medianamente continuados y, algunos de ellos, continúan ocupando la enfermería. Todo ello, naturalmente, condiciona el proceso natural de puesta en funcionamiento de un equipo que ha de conjuntarse y engranar para maximizar su rendimiento.
Por suerte para Ramis se van recuperando efectivos y con ello va disponiendo de mayores alternativas y recursos a la hora de mejorar las prestaciones del conjunto. El proceso natural continúa su curso y el Tenerife, paulatinamente, debería evolucionar y mejorar sus prestaciones ya que, como equipo, ya interioriza riquezas y virtudes que se adquieren a través de la experiencia y el trabajo. Y, además, de todos es sabido, las experiencias negativas pueden terminar por fortalecer y enriquecer a aquel que las sufre. El tiempo, capaz de sanar las heridas, también posee la capacidad de formar parte de un aprendizaje vital enriquecedor. Y en esas está el Tete. En una reconstrucción futbolística evolutiva en la que no ha de olvidar de donde viene. Ni hacia dónde va. Paso a paso, punto a punto y con el destino bien claro.