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La Galerna

·3 de octubre de 2022

Sin Modric no hay paraíso

Imagen del artículo:Sin Modric no hay paraíso

Una vez superada la hecatombe que supuso empatar un partido tras seis victorias en Liga (19 de 21 puntos posibles conseguidos), dos de dos en Champions y la Supercopa de Europa, creo que es momento de analizar un poco más en profundidad lo que pudo fallar ante Osasuna en el Bernabéu. Es un hecho que Benzema no está en su mejor momento —lo que no significa que muestre ese nivel calamitoso que muchos le quieren endosar— y que la baja de Courtois resta cierta garantía en la portería (aunque no estoy seguro de que el belga hubiese podido evitar el tremendo gol de Kike García).

Fue un encuentro ramplón de todos los futbolistas de Ancelotti. Todos a medio gas, todos aparentemente sin chispa, pagando quizás el exceso de viajes, kilómetros y minutos con sus selecciones. Era un partido propicio para tropezar, después de un parón, sin Courtois ni Modric y ante un equipo muy bien trabajado y ordenado. Estaba escrito. Ni siquiera el claro penalti sobre Benzema pudo desobedecer al destino. La baja del croata es preocupante. No porque sufra una leve lesión muscular con 37 años, sino porque el rendimiento del resto de centrocampistas se ve diezmado sin su líder.


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La baja del croata es preocupante. No porque sufra una leve lesión muscular con 37 años, sino porque el rendimiento del resto de centrocampistas se ve diezmado sin su líder

Se pudo comprobar ayer de forma clarividente. Conste que no quiero focalizar el tropiezo en el centro del campo blanco porque, como he dicho antes, ningún jugador se salva ante Osasuna, pero sí me llamó la atención que Ancelotti sustituyera a los tres creadores de juego que iniciaron el partido. El único que ofreció un nivel acorde a lo que suele ser habitual en él fue Toni Kroos. Intentó distribuir juego con criterio, siempre bien colocado en el césped, aunque eché en falta que lo intentara más desde fuera del área dada la férrea estructura defensiva rojilla y el gran disparo lejano del alemán.

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En realidad, los que me decepcionaron fueron Tchouaméni y Ceballos. Arriesgaron poco en general con el balón en los pies en fase ofensiva y el sevillano estuvo más preocupado de recuperar el esférico que de crear juego y buscar el pase vertical en tres cuartos de cancha. Ayer, el escenario era propicio para que el andaluz luciese galones, diese un paso adelante e, incluso, pudiese entrar en el pensamiento de Luis Enrique de cara a Catar. Pero nada de eso. Ni medio atisbo del futbolista imaginativo y diferencial que había brillado en encuentros en los que había disfrutado de una cantidad de minutos muy inferior a la de ayer. Su actuación influyó decisivamente en la escasez de fluidez del juego madridista toda vez que era el futbolista más parecido a Modric que había ayer sobre el nuevo tapete verde del Bernabéu.

Con el pivote francés ocurrió algo similar. Estuvo incisivo en la búsqueda del remate de cabeza pero mucho menos acertado con el balón en el pie. Sin embargo, no creo que lo de ayer suponga un paso atrás en su progresión ni denote falta de calidad, de eso ya ha demostrado que tiene de sobra. Como personalidad. El ecosistema creado ayer en el Bernabéu fue el propicio para que las carencias se impusieran a los aciertos. Repito, ese fue el clima generalizado en la plantilla blanca.

Que Ancelotti decidiese cambiar a los tres centrocampistas por los que había apostado en el once titular dice mucho de lo que necesitaba el equipo y que no fueron capaces de aportar los de la medular

Ancelotti veía peligroso el desarrollo del partido y decidió introducir jugadores con pegada y gol en detrimento del resto de las piezas del equipo. Asensio tampoco aportó ni en la creación del juego ni de cara a portería. Camavinga sí me pareció con más presencia, tocó mucho balón y siempre estuvo presto a la recuperación. Mostró el jugador que lleva dentro y que no había aparecido en muchos encuentros de lo que llevamos de temporada. Que el entrenador italiano decidiese cambiar a los tres centrocampistas por los que había apostado en el once titular dice mucho de lo que necesitaba el equipo y que no fueron capaces de aportar los de la medular.

Partidos como los de ayer son los que hacen sobrevolar la oscura sombra de Modric y su hipotética retirada. La sensación de orfandad sigue presente a pesar de la llegada de promesas y, a saber, la más que posible incorporación de Bellingham para la temporada próxima. Él parece ser el eslabón que engrasa la maquinaria del centro del campo blanco. Cuando él no está, se nota. El equipo le necesita tanto cuando juega en transición como en ataque posicional. Da sentido y criterio a todo. Tener a otro Modric cuando él no esté va a ser imposible. Uno así solo aparece una vez cada década. Lo único que queda esperar es que, en los entrenamientos, imparta clases a los más jóvenes y que aprendan del maestro croata para los años venideros.

Getty Images.

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