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·15 de septiembre de 2022

Signal Iduna Park: Más allá del muro

Imagen del artículo:Signal Iduna Park: Más allá del muro

‘El Muro’. Sonaba apoteósico. También cinematográfico: Juego de Tronos se había estrenado hacía tres años en Canal+ y todos queríamos saber qué había ‘beyond the Wall‘. En Dortmund, como en las tierras del norte de la ficción de George R. R. Martin, también hacía un frío del carajo aquel 14 de febrero de 2014. Y eso que llegamos a las inmediaciones del Signal Iduna Park bastante pronto. Llegamos, en plural, porque al fútbol se va acompañado. Si no, no sirve para nada. Un amigo al que la maldita crisis había escupido de su país, de su familia y de su gente trabajaba desde hacía algunos meses en Bad Hersfeld, cerca de Kassel, así que aliñamos mi visita con un viaje relámpago a la cuenca del Ruhr, tierra minera por excelencia. Dortmund es gris pero el estadio ‘borusser‘ te recibe en oro. El amarillo de las equipaciones y el dorado de la cerveza comparten protagonismo en los aledaños del recinto, donde uno se siente extrañamente protegido. Serán las chaquetas vaqueras repletas de parches del equipo, las gafas ‘moteras’, los bigotes frondosos, las melenas rubias y esas barrigas de buen comer. En una hora todos esos hinchas estarán rugiendo como si les fuera la vida, porque así sienten este amor, un amor verdadero (‘Echte Liebe‘). En una caseta algo aislada recogemos dos acreditaciones de prensa. Podremos sentarnos en la tribuna reservada para los periodistas, aunque en lugar de un portátil el escritorio se llenará de birras en vaso de plástico que más tarde devolveremos a cambio de unos céntimos. La cultura del reciclaje está presente en cualquier rincón de la vida alemana. También la del orden y el decoro, por eso antes del descanso una responsable de comunicación del club nos exigirá ocultar la bebida. Pretzel y Herrenhandtasche -los clásicos recipientes con los que el hincha transporta hasta cinco vasos de cerveza a la vez-, bratwursts, patatas fritas… Para saciar la sed y el apetito es necesario disponer de un carnet de fidelidad que adquirimos en una máquina expendedora y ‘cargamos’ con 15 euros. Ese plástico todavía pulula por mi cartera, conserva el glamour de los objetos que ya no valen para nada pero te llevan al pasado de un pellizco. La Südtribüne es tan espectacular como intuíamos. Allí están todos de pie, no hay asientos. Son más de 20.000 hinchas botando al unísono. Un ejército de fanáticos palpitando de forma autónoma, con sus propios cánticos, reglas y tifos. Hasta el Eintracht de Frankfurt, rival aquella tarde, parece aturdido. El choque termina 4-0, goles de Aubameyang y Lewandowski. El BVB de Klopp es puro rock&roll y la grada, espoleada por un hilo musical colmado de guitarras y distorsión, lo celebra en sintonía. Nos alejamos de Dortmund todavía conmocionados por el vértigo que uno siente al fijar la mirada en el ‘Muro’, la gran atracción de un estadio único, cuya violenta verticalidad parece tratar de corregir la suerte de sus habitantes, durante tantas generaciones condenados a sudar bajo tierra.   Crea fácilmente tu escapada de fútbol completa en www.futbolviajes.es   SUSCRÍBETE A LA REVISTA PANENKA Fotografía de Imago.

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