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Un 10 Puro

·22 de enero de 2021

Señor Koeman, cálmese

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Una cosa es tener mano dura con los jugadores, pero otra muy diferente es exagerarlo y llevar el concepto a un lugar incorrecto.

Ayer escuchamos en rueda de prensa a un Ronald Koeman decepcionado con sus jugadores. “No se puede fallar dos penaltis siendo jugadores del Barcelona porque esto no es serio”, dijo Koeman al terminar el partido contra el Cornellà en el que Pjanic y Dembélé fallaron un penal cada uno con el juego empatado. El enojo/decepción de Koeman en normal y entendible, y que se lo haga saber a sus jugadores es una decisión correcta para que éstos aprieten las tuercas y esto no vuelva. Pero lo que no es tan positivo es que el apretón de orejas llegue en rueda de prensa, con tantos micrófonos y periodistas escuchándolo y todo el mundo enterándose del regaño de Ronald a sus futbolistas. Y aún más preocupante es que esta no es la primera vez que el neerlandés critica a sus dirigidos frente al ojo público.

Koeman está cometiendo un error en el concepto y en la ejecución con su trato al vestuario. Una cosa es tener mano dura para así exigir a cada uno de los futbolistas su mejor rendimiento, y otra muy diferente es lo que él está haciendo. Ya ha apuntado directamente hacia el vestuario en algunas derrotas del equipo (pasó con Araújo cuando perdió el balón en salida y le regaló el gol al rival), y apunte hacia ellos y les dé su parte de responsabilidad, tanto en la victoria como en la derrota, es lo correcto (siempre y cuando tenga razones para criticar, claro está)… pero hazlo en privado, cuando estén todos reunidos después del partido. En ese momento debe venir el regaño/crítica, y no cuando deba hablar al público y los jugadores no lo escuchan en persona.


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No vamos a descubrir nada nuevo diciendo que Koeman es muy terco, pero hay que decirlo, porque por esta actitud de la leyenda azulgrana es que se explica su actitud con el vestuario de cara al público. Pocas cosas son tan importantes en un entrenador como la autocrítica constante, y Koeman no la tiene. No sé cuántas veces habré escuchado excusas basadas en el VAR y en “errores individuales” y cuántas veces habré escuchado a Koeman entonando el mea culpa’; pero estoy seguro de que la primera la he escuchado mucho, la segunda también y la tercera muy pocas veces. Un gran entrenador no se hace con excusas, se hace con autocrítica. Sí he escuchado a entrenadores de élite hablar sobre temas polémicos, pero no suelen recurrir a ellos; sus discursos cuando pierden o empatan son casi calcados en cada rueda de prensa: “ni árbitros ni jugadores, la culpa es mía”.

El error está en creer que Ronald Koeman es un entrenador con mano dura por estas declaraciones, cuando en realidad, a mi parecer, simplemente le cuesta dejar a un lado su ego y decir en público que tiene la culpa. De ser un entrenador de mano dura, viviría pegado a la línea de cal dando indicaciones constantemente o saldría de la cancha dándole indicaciones a sus jugadores. Mano dura no es un simple regaño y mostrar así su carácter (que también), sino estar empujando a tus jugadores hacia la mejora 24/7.

Y podemos ir a buscar ejemplos de otros entrenadores de mano dura y su forma de gestionar el vestuario; y sí, vamos a usar de ejemplo a Pep Guardiola, porque cuando hablas de un entrenador de mano dura, es él el primero que se nos viene a la cabeza. El catalán llega a un punto de acosar a sus jugadores enseñándoles táctica y empujándolos siempre a que den todo de sí; y le funciona, porque el grupo cree en su mensaje, da todo de sí y brillan. Y ya nos podemos imaginar la enorme cantidad de regaños y jalones de oreja que se habrán llevado sus dirigidos en privado, pero -guardando un espacio para una posible excepción- casi nunca ha salido en rueda de prensa a apuntar sobre ciertos jugadores.

Ya que estamos en el contexto Barça, lo mismo pasaba con Luis Enrique. Pocos entrenadores con tanta mano dura como ‘Lucho’; se atrevió a sentar al mismísimo Messi, para resumirlo rápidamente. Y tuvo peleas con el vestuario, tuvo roces con varios futbolistas… pero casi siempre de puertas hacia dentro, hacia fuera nada. Y esa es la labor de un entrenador: evitar la toxicidad, proteger a sus jugadores, regañarlos en privado cuando es debido, asumir todo la culpa aún cuando no la tienen y seguir trabajando. El entrenador siempre va a tener que recibir todos los palos de cara al público, y Koeman deberá entender eso si quiere dirigir al Barça durante muchos años más.

Es más, no nos vamos a conformar con ejemplo de lo que se debe hacer, sino que vamos con un ejemplo de lo que no se debe hacer en la gestión de un vestuario: Mikel Arteta. Su gestión ha tenido muchos errores (algunos que se pueden también atribuir a Koeman) pero ahora sólo nos centraremos en el reparto de culpas. Es cierto que entre los jugadores ‘gunners’ la ley general han sido los fallos tontos, y tan cierto es que Arteta ha tenido razones de sobra para regañarlos… pero no en público. Dejar expuesto a un futbolista ante el público no suele traer beneficio para nadie: para el jugador es un golpe bajo y el entrenador pierde credibilidad y apoyo en el vestuario. Casi siempre es un ‘perder y perder’.

Ronald Koeman es leyenda del club y por eso tiene más crédito. Los jugadores, aficionados y el mismo club le respetan más y le tienen más paciencia más que a un Quique Setién, por ejemplo. Pero el crédito no es infinito, y si el jugador sigue viendo que los resultados no llegan, el juego del equipo no mejora, la autocrítica del entrenador es mínima y éste apunta contra ellos en público, el apoyo a Koeman puede ir bajando con el tiempo. Cuando no llegan los resultados y el juego no mejora, la única forma de mantener el apoyo de la plantilla es gestionando bien el vestuario (que no quiere decir que tenga mano blanda); y eso no está ocurriendo. El jugador normalmente no mira con malos ojos los regaños de su entrenador, porque la mayoría son conscientes de que eso puede y debe pasar, pero cuando esos regaños son primero en rueda de prensa antes que cara a cara…

Por último, que quede claro que esta crítica a Koeman no es por el qué (aunque un poco también), sino más que todo por el cómo. El problema no es por los regaños a los jugadores cuando se equivocan, sino que esos regaños sean públicos. Porque en muchas de estas críticas a sus jugadores tiene razón o, como mínimo, argumentos; pero se las puede ahorrar de cara al público. Koeman deberá aprender de los más grandes entrenadores y reservarse ciertos pensamientos cuando tenga un micrófono enfrente. Así que: Señor Koeman, con todo el respeto del mundo le sugiero que se calme y piense dos veces antes de decir cualquier cosa.

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