Mi Bundesliga
·19 de mayo de 2022
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·19 de mayo de 2022
Las finales dejan todo tipo de leyendas y, después de hacerse agónicamente con la Europa League, Sebastian Rode ya es una de ellas en Eintracht Frankfurt, aunque no de la forma que esperaba. El capitán de Las Águilas levantó el trofeo europeo al cielo de Sevilla… habiendo jugado todo el partido con una brecha abierta en la cabeza.
Mucha gente desearía haber sido Sebastian Rode ayer, o al menos hasta que arrancó el encuentro. El mediocampista partía como capitán del Eintracht Frankfurt en una final europea, una instancia que el club no había alcanzado en más de cuatro décadas, pero a los pocos minutos fue el protagonista y no precisamente por algo bueno. En la disputa de un balón dividido ante John Lundstram, el jugador del Rangers levantó la pierna más de lo normal y le rozó la cabeza con los tacos, quedando tendido en el suelo y con la cara ensangrentada. Tuvo mala fortuna pero nada le impidió retornar para darlo todo por su equipo.
Después de varios minutos en los que el juego se detuvo mientras Rode era atendido por los médicos del club y se quitaba la camiseta llena de sangre, el capitán volvió con la cabeza vendada y jugó todo el tiempo reglamentario de la final. Finalmente Oliver Glasner le sustituyó para la prórroga y, cuando se revisó bien la brecha, le tuvieron que poner siete puntos de sutura. Aún así, estuvo más que presente para recoger y levantar el trofeo de campeón, luciendo orgulloso su herida como si de una marca de guerra se tratara.
Esta final de Europa League se recordará con mucho cariño tanto por los hinchas de Eintracht Frankfurt como por los amantes del fútbol alemán. Figuras como las de un Kevin Trapp que hizo una parada decisiva en los últimos minutos de la prórroga y atajó uno de los penales en la tanda, un Filip Kostic que puso un centro teledirigido para poner el empate, o un Rafael Santos Borré que puso el gol del empate y también anotó el penal decisivo, ya son historia viva del club del Meno. Pero pocos podrán olvidar lo que hizo un Sebastian Rode que, sin ser uno de los jugadores que acapare más titulares, dignificó como ningún otro su brazalete de capitán y se dejó la cabeza por el Eintracht.