Se me olvidó que te olvidé, Isco | OneFootball

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La Galerna

·8 de agosto de 2022

Se me olvidó que te olvidé, Isco

Imagen del artículo:Se me olvidó que te olvidé, Isco

Tras unos días de asueto me enfrento a la tarea de escribir un artículo sobre Isco, y resulta que lo siento ya tan lejano como las pesetas. Isco parece ese sueño que al despertar se va borrando según se intenta recordar. Isco tiene el poso de un futbolista de otro tiempo, que compitió en un fútbol distinto, que formó parte de una escuadra de leyenda, y sin embargo apenas es un joven de 30 años y acaba de fichar por un equipo español de élite, el Sevilla.

Resulta paradójico recordar a Isco y sin embargo vivir a Modric, a Benzema, a Kroos. A veces uno tiene la sensación de que Isco se acabó para el Madrid cuando Luka aún estaba haciendo la primera comunión entre bombas, y no fue así, pero el cerebro no es un órgano que se caracterice por la fidelidad de sus recuerdos. Es más fiable una rodilla maltrecha, que recuerda que tiene que doler cuando cambia el tiempo, o una hernia discal, que se queja siempre que le pides ese esfuerzo del cual ya no eres capaz, o aquella cicatriz que cada vez que la tocas te recuerda que no debes hacerlo más. Hay partes del cuerpo que sí recuerdan fielmente y sin embargo el cerebro, órgano encargado de dicha tarea, no es capaz.


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Resulta paradójico recordar a Isco y sin embargo vivir a Modric, a Benzema, a Kroos. A veces uno tiene la sensación de que Isco se acabó para el Madrid cuando Luka aún estaba haciendo la primera comunión entre bombas, y no fue así, pero el cerebro no es un órgano que se caracterice por la fidelidad de sus recuerdos

La sesera está más capacitada para evocar sensaciones, esencias, inercias en el ánimo, aunque según a qué sujeto pertenezca la materia gris coloreará las remembradas con azúcar, con vinagre o quizá con angostura. Por lo que tampoco sirve de mucho ni se puede tomar demasiado en serio, como todo en la vida.

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Mi memoria guarda a un Isco que se dejó llevar durante sus últimos años como madridista sin hacer mucho por revertir la situación, entre pasota y enfadado, como el adolescente que ya no quiere ir de vacaciones con sus padres pero tampoco hace nada por evitarlo y se pasa quince días en Gandía de morros tumbado en el sofá. Mi memoria recuerda a un Isco visiblemente fuera de forma durante temporadas enteras sin que desde fuera pareciera importarle mucho. Pero mi memoria también tiene registrado a un Isco que aportó melodía al Madrid más estético de los últimos tiempos; con Zidane, con el primer Ancelotti. Un Isco que fue importante en un equipo que ganó todo lo que se le puso por delante. Era como el acorde menor del puente de una canción que al escucharlo produce en el estómago la misma sensación que al precipitarse raíles abajo por una montaña rusa. Mi memoria alberga a un Isco que fue invencible durante cuarto de hora. Fue el mejor durante un instante. Un destello fugaz tan brillante que su propio fogonazo acabó fulminándolo en apenas unos segundos.

Pero no es útil ni es el momento de recriminar nada a alguien que ya no está, que además se marchó como correspondía. Carece de sentido, ya hubo un tiempo para ello y así se hizo. Es más práctico recordar sus buenos momentos. Como madridista no me sale nada más que desearle lo mejor en su vida personal y profesional, salvo cuando juegue contra el Madrid, porque realmente Isco se me olvidó hace mucho tiempo.

Getty Images.

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