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·7 de abril de 2021

Rugby y Espanyol: una historia agridulce de orgullo y nostalgia

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La historia del Espanyol y el rugby es al mismo tiempo motivo de orgullo y de tristeza. Orgullo porque fue el Espanyol el que jugó el primer partido de rugby en España, tristeza por su desaparición en los años 80.

En efecto, el 24 de mayo de 1911, el entonces CD Español fue el primer club en disputar un partido formal de rugby en España. El terreno de juego en el que disputaba sus partidos de fútbol el Espanyol en aquel entonces, situado en lo que es actualmente la intersección entre las calles Londres y Muntaner, fue el escenario del primer partido de ese deporte recién llegado a nuestras tierras. Se enfrentaron el CD Español y el Patrie, un combinado formado por franceses residentes en España que adoptó ese nombre. En aquel Patrie jugaron los hermanos René y Albert Charlot, deportistas de pro que, en 1914, introdujeron también la marcha atlética en nuestro país. Albert Charlot fue, además de aficionado al rugby, uno de los pioneros de la sección de atletismo perica y el primer campeón de España de marcha atlética.


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El rugby, que se considera nace en 1823 en Inglaterra, ya había llegado a Francia desde hacía unos cuantos años. De hecho fue en Toulouse donde Baldiri Aleu, posterior fundador de la Santboiana y figura clave en el desarrollo de este deporte, lo conoció durante una estancia de estudios en Veterinaria. Precisamente el Ayuntamiento de Barcelona quiso invitar al equipo de Toulouse (el actual Stade Toulousain, en la élite del rugby mundial) y al de Burdeos para disputar un partido de exhibición en las fiestas de La Mercè de 1910. No pudo ser, así que se optó por el plan B: el CD Español reunió de entre sus futbolistas a los que mejor se adaptaban a las exigencias físicas del rugby y se prepararon a contrarreloj para hacer un papel digno. Tal y como explicaba Alberto Martínez en el diario As, “participaron Gibert, el portero, apodado El Grapas por su facilidad para blocar el balón con una mano. Nose lo perdió el capitán, Santiago Massana, un portento físico, alto y corpulento, que quedó campeón de Cataluña de saltos y lanzamiento en 1922. También el incondicional Sampere, uno de los jugadores más implicados con el club. Castillo, Larrañaga, Rubio, Fidalgo y De Guibert completaron la alineación con un grupo de deportistas y aficionados”.

El partido se jugó y acabó con la victoria del Patrie por 7 a 0. Se había sembrado la semilla que germinaría en toda España, un deporte que nunca ha sido masivo en nuestro país pero que ha levantado entusiasmos y fidelidades intensos, demostrando que el rugby es mucho más que una mera actividad física. Tres días más tarde se jugó el segundo partido en suelo español, enfrentando a los mismos contendientes. En esta ocasión el Espanyol se medía, justo después del partido de rugby, con el Plumstead FC, en aquel entonces un poderoso conjunto de fútbol inglés, por lo que todos los integrantes del equipo de fútbol tuvieron que ser sustituidos por animosos pero inexpertos jugadores, lo que significaría una abultada victoria del Patrie por 28 a cero. Gracias a las investigaciones de Xavier Albert Canal y Carles Cintora, sabemos ahora que el Espanyol jugó un tercer partido el 5 de junio contra el Patrie, que acabó con empate a 11. Diez años después de aquel partido pionero, y de la mano de Aleu y otros entusiastas, surgirá el primer club exclusivamente de rugby, la UE Santboiana. La sección de rugby del Espanyol quedó constituida de forma estable en abril de 1923. Su primer partido lo jugó contra la Santboiana, un encuentro que ganaron los blanquiazules por 11-3.

La historia de la sección de rugby del Espanyol está llena de altibajos. Su momento de mayor éxito se alcanzó en la temporada 1940-41, cuando el Espanyol llegó a la final de Copa, que se disputó en el estadio de Vallecas contra el poderoso SEU madrileño. El encuentro finalizó con empate a once, un resultado que podría haber sido diferente si Ferrer hubiera aprovechado una clara oportunidad de hacer un ensayo a pocos segundos del final. No fue así, y en la prórroga fue el SEU el que conseguiría transformar una falta que decidiría la final con el resultado 14-11.

En la década de los 70, el presidente Manuel Meler, gran defensor de la secciones, intentó a toda costa mantener el rugby blanquiazul, contando para ello con la colaboración de los jugadores que hicieron todo tipo de sacrificios por seguir adelante. En aquella época el Espanyol juega en La Foixarda y se crea el Torneo Fran Alonso, en memoria del desaparecido jugador blanquiazul.

Pero la transformación del fútbol siguió su desarrollo imparable con la entrada a fondo de las televisiones, las cifras millonarias en los traspasos y unos presupuestos cada vez mayores y también crecientemente difíciles de cuadrar. Esta dinámica llevaría al Espanyol a una situación económica límite en la que acabará viéndose obligado a vender su estadio de Sarriá en 1997 para saldar su gigantesca deuda. En este contexto de transformación y deudas, y ya con Antonio Baró como presidente, el Espanyol opta por abandonar muchas secciones para concentrar los esfuerzos del club en el fútbol. De este modo se disuelve definitivamente la sección de rugby en 1984, un año de amarga memoria para los aficionados al rugby periquitos, que no son pocos. Desde entonces el rugby perico solo revivirá para partidos conmemorativos, como en 2011, cuando se festejó la efeméride de aquel primer duelo entre Español y Patrie con una recreación en el campo de la Foixarda de Mont­juïc en la que estuvo presente, a sus 93 años, Lluís Sant Agustí, uno de los jugadores de la final de Copa del 41.

Fue a raíz de la disolución de la sección cuando los jugadores de rugby del Espanyol se plantean cómo continuar jugando al rugby. Un grupo numeroso de ellos toma ese mismo año de 1984 la decisión de fundar el Gòtics Rugby Club: Toni Rigat, Carles Tabernero, Josep Maria Vilajosana y Josep Cobo, dan vida a ese nuevo club de rugby manteniendo los colores blanco y azul bajo los que habían jugado hasta ese momento. Otros, como Manuel Chamero, regresaron al lugar de dónde habían salido, el Bellvitge y el L’Hospitalet. El carismático Chamero se convertiría en una leyenda del rugby tras serlo todo en este deporte al que entregó su vida: jugador, directivo, dos veces presidente del Rugby Club L’Hospitalet, directivo de la Federación Española de Rugby y protagonista de una simpática anécdota cuando, mientras arbitraba un partido en el que jugaba su mujer, paró el encuentro para atender él mismo a su hijo Alejandro, un bebé en aquel entonces que lloraba desde el banquillo. Chamero falleció prematuramente en 2007 por culpa de la Esclerosis Lateral Amiotrófica, no sin que antes el mundo del rugby se hubiera volcado para ayudarle en aquella su lucha contra la enfermedad. En la actualidad su memoria se perpetúa en el Torneo de L’Hospitalet, “Memorial Manuel Chamero”.

Retomo toda esta historia a propósito de la publicación de un libro, “Ginesta. Històries del rugbi català”, escrito por Laureano Clavero y Aitor Compañón. Se trata de un entrañable libro que recoge diez conversaciones con jugadores de rugby históricos que reflejan un modo de vivir este deporte que provoca una sana envidia. Ninguno de los jugadores entrevistados pasó por el Espanyol, pero podemos encontrar dos referencias al rugby perico. En el prólogo, titulado “Una breu història del rugbi català”, se hace referencia, claro está, al partido del Espanyol con la Société Patrie en 1911. Y más adelante, en la conversación con Isidor Prenafeta, el que fuera destacado jugador en el FC Barcelona y el Picadero hace una referencia al Espanyol, pues le debe a uno de los jugadores blanquiazules el haberse decidido por el rugby. Lo explica así: “Als anys cinquanta del segle passat el meu pare tenia una indústria de metal·lúrgia on treballava un torner, de nom Ramon Rabassa i Munné, que era una figura mítica dins del món del rugbi i que havia jugat a l’Espanyol… Jo jugaba a futbol però en Ramon sempre m’insistia que ho deixés pel rugbi. Va insistir-hi tant que, finalment, amb 14 anys, vaig decidir d’anar a un entrenament i vaig estar alguns mesos jugant a rugbi i a futbol a l’hora, fins que va arribar un dia en què vaig deixar el futbol”.

Pero más allá de estas dos referencias, los autores del libro han creado un perfil de facebook en el que están subiendo interesantísimos testimonios gráficos de la historia del rugby en Cataluña. Allí han vuelto a ver la luz fotografías históricas del Espanyol de rugby, preciosos testimonios de un tiempo pasado que se unen a las fotografías que ya se habían ido publicando en otros medios y que nos hacen revivir este valioso legado, que los pericos no deberíamos dejar en el olvido.

A continuación reproducimos algunas de las imágenes de nuestro pasado perico y rugbístico:

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