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La Galerna

·13 de noviembre de 2022

Roures, LaLiga y un conflicto de intereses

Imagen del artículo:Roures, LaLiga y un conflicto de intereses

Vamos a decirlo una vez más. Y lo vamos a hacer porque es nuestro deber: en LaLiga hay un gravísimo conflicto de intereses. Una competición justa, honrada, si se me permite utilizar una palabra que desgraciadamente ha caído en desuso,  no puede permitir que Jaume Roures sea juez y parte: avalista y dueño del 25% de Barça Studios (ha invertido 100 millones de euros en su adquisición) por un lado y director general del grupo Mediapro, la empresa que comercializa internacionalmente los derechos televisivos de LaLiga, hace la realización de los partidos y surte de imágenes al VAR, por otro. Creo que es muy sencillo de entender.

El control de las imágenes polémicas, las repeticiones, los planos y de todo aquello que se emite o censura en los partidos de LaLiga, depende exclusivamente de Mediapro. Si eres dueño de un club que participa en una competición no puedes ser dueño de una empresa que puede influir en sus resultados. Es así de sencillo. Esta denuncia de La Galerna, una más dentro de la desinformación a la que nos tienen acostumbrados los medios de comunicación cuando están obligados a tratar estos temas, no tiene que ver con el encendido debate que hemos vivido estos días con la agresión a Rodrygo ni con otros parecidos sufridos anteriormente, tiene que ver con la honradez de la que hablábamos antes y con la inexistente ética de una competición que permite estos cuestionables comportamientos.


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Una competición justa, honrada no puede permitir que Jaume Roures sea juez y parte: avalista y dueño del 25% de Barça Studios por un lado y director general de Mediapro, la empresa que surte de imágenes al VAR, por otro. Creo que es muy sencillo de entender

Hace unos meses, cuando se destaparon los audios entre Piqué y Rubiales para llevar la Supercopa de España a Arabia Saudí, vivimos algo similar. Kosmos, la empresa de Gerard Piqué, fue la que realizó la millonaria operación. Estábamos ante un clarísimo conflicto de intereses entre Luis Rubiales, el director de esa competición, y un jugador en activo de uno de equipos que iban a participar en ella.

La RFEF puede hacer negocios con quien quiera, tiene a su disposición miles de empresas para incrementar su patrimonio y beneficiar a todo el fútbol español. Es libre. Lo que no puede hacer es negocios, independientemente de que estos sean más o menos rentables, con Piqué (o con Ramos, Simeone o Florentino…) No puede hacer negocios con nadie que participe o tenga relación directa con la competición. Tener que explicar algo así solo se justifica desde su ignorancia (algo difícilmente creíble) o desde su capacidad para vivir de espaldas a la realidad.

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Las palabras de Rubiales, que en lugar de dimitir inmediatamente, se dedicó a hablar, en una surrealista comparecencia, de su “gorra”, procedencia (“Soy de Motril”), “melena rubia” y “piernas partidas”, mostraron con toda su crudeza el delirio de muchos de los dirigentes deportivos:

"En el plano ético y el posible conflicto de intereses... cada uno tiene su propia moral y su propia ética, somos 47 millones de españoles. En la RFEF no nos regimos por nuestro código ético personal, en la RFEF tenemos un código para ello”.

¿En qué mundo viven? ¿Nos toman por tontos o es que realmente somos tontos por aguantar esta podredumbre en el deporte?

¿En qué mundo viven? ¿Nos toman por tontos o es que realmente somos tontos por aguantar esta podredumbre en el deporte?

La única manera de acabar con cualquier tipo de suspicacia es evitar estas situaciones. Establecer códigos o leyes en el deporte que se cumplan estrictamente y no sean papel mojado. El que sea o no sea legal, el que haya un código absurdo que fomente, por hartazgo, artículos como este, es lo de menos. No es ético. Y el deporte debería serlo siempre, en el terreno de juego y fuera de él.

Uno se levanta con Qatar, un mundial corrupto al que todas las federaciones, obviando la falta de derechos humanos, van a acudir sin mostrar ni un mínimo reproche; desayuna con más de 5 años sin que el juicio a Villar, el anterior presidente de la RFEF acusado de corrupción, se celebre; y se acuesta con Roures haciendo doblete entre la realización de los partidos y su gestión del Barcelona. Aquí hablamos de desesperanza, de hastío, lo de “madridismo y sintaxis” es circunstancial, no tiene nada que ver con ningún equipo y tiene que ver con todos, con la limpieza de las competiciones, con el dinero, con la corrupción y, sobre todo, con la inocencia y la pasión de volver a vivir el fútbol como en un patio de colegio.

Getty Images.

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