Pase Filtrado
·19 de septiembre de 2024
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Rodri, conocido en el mundo del fútbol por su gran talento y profesionalismo, lleva una vida llena de contrastes entre el mundo del deporte y su realidad personal. Aunque es reconocido como un destacado futbolista en el Manchester City, su historia es mucho más que lo que se ve en la cancha. En un artículo revelador en The Players’ Tribune, Rodri nos cuenta sobre su viaje desde sus humildes comienzos hasta alcanzar el estrellato, y cómo su vida en la universidad y en los entrenamientos de fútbol han moldeado su carrera.
Rodri revela que, a pesar de ser español, su inglés se formó en un campamento de verano en Connecticut, no en Manchester. “Aprendí el idioma en los bosques de Connecticut”, revela. “Incluso el nombre, ‘Conn-et-ee-cut,’ sonaba loco para un niño de Madrid”. El campamento era como una película de Hollywood para él: “Comías malvaviscos y galletas sobre el fuego”, dice. Esta experiencia contrastaba profundamente con su vida en Madrid y su pasión por el fútbol. Durante el campamento, Rodri estaba ansioso por jugar al fútbol, pero sus compañeros estaban más interesados en el fútbol americano. “‘¿Vamos a jugar fútbol?’, preguntaba yo. ‘No, bro, vamos a lanzar la piel de cerdo’, respondían ellos”.
La coincidencia con el Mundial de 2010 aumentó su frustración. No podía acceder a internet, así que se mantenía al tanto de los resultados del torneo a través de los consejeros del campamento. Recuerda, “Cada día preguntaba, ‘¿Quién ganó hoy?’ España perdió el primer partido contra Suiza, y pensé que me estaban tomando el pelo”. Sin embargo, a medida que España avanzaba en el torneo, vivió momentos de gran emoción. Cuando España llegó a la final, suplicó al consejero principal que le dejara ver el partido en un pequeño ordenador. “Cuando Iniesta anotó, empecé a gritar y corrí alrededor del lago”, recuerda con entusiasmo. La gente del campamento pensaba que estaba loco, pero para Rodri, el triunfo de su país era un sueño cumplido.
Comenta que su vida siempre estuvo dividida en dos mundos, el del fútbol y la “vida real”. Compartió que a veces sus compañeros se burlan de él por ser muy “normal”, y comentó: “Es gracioso porque si le preguntaras a mi pareja o incluso a mi madre, dirían que soy lo más alejado de lo normal. En lo que respecta al fútbol, soy un adicto. Si soy normal, probablemente sea en el sentido de que no me importan las redes sociales ni los zapatos de 400 libras. Desde que era niño, simplemente he estado persiguiendo una sensación… Pero para mí, era casi como una droga. Así que hice un trato con mis padres cuando era muy joven. No sé si alguna vez hablamos realmente sobre ello. Simplemente, se “entendía”. Si quería seguir mi sueño de ser futbolista, entonces también tenía que ir a la universidad. Así que, cuando tenía 17 años, me mudé de Madrid a Villarreal”.
El equilibrio entre el fútbol y la vida universitaria ha sido crucial para Rodri. Cuando se mudó a Villarreal para jugar y estudiar en la Universidad Jaume I, llevó una vida de estudiante normal. “En las noches de viernes, todo el mundo iba a los clubes después del ‘pre-game’”, dice. “Yo aparecía con mi agua con gas y me quedaba un rato hasta que era hora de ir al club. Luego me iba”. A pesar de no tener un coche al principio, Rodrigo logró conseguir un Opel Corsa con una pequeña pantalla de ordenador. “Mis compañeros se reían de mí, pero no me importaba ¡Lo amaba!”.
El contraste entre su vida en el campo y su vida cotidiana se hizo evidente cuando comenzó a jugar en La Liga. Sus amigos de la universidad estaban sorprendidos al verlo en televisión y no podían creer que era él. “Cuando empecé a jugar más, mis amigos decían, ‘¿Qué estás haciendo aquí? ¡Jugaste contra el Barcelona anoche!’”. En la residencia estudiantil, sus compañeros solían jugar a Comunio, un juego de fantasía de fútbol. “Volvía de un partido y ellos me decían, ‘Bro, ¿qué pasó hoy? ¡Solo me diste 3 puntos en Comunio!’”. El tiempo en Villarreal fue formativo para Rodrigo, donde aprendió a ser un profesional en todos los aspectos.
Rodri debutó en el Villarreal en el 2015.
Su traslado a Atlético de Madrid le enseñó sobre competitividad y a ser más duro en el campo. “Bajo Diego Simeone, aprendí lo que significa ser el malo del partido”, afirma. “A ser un poco bastardo en el campo. A hacer que el otro equipo pase un mal rato durante 90 minutos”.
Rodri junto a Diego Simeone en su etapa en el Atlético Madrid.
Su traslado al Manchester City fue el cumplimiento de un sueño. Sergio Busquets le había advertido sobre el desafío que representaría Pep Guardiola. “Me dijo, ‘Pep nunca va a dejar de empujarte. Nunca vas a estar terminado’”. Rodrigo describe a Guardiola como alguien que siempre está un paso adelante. “Él está siempre un paso por delante, evolucionando antes que el juego a su alrededor pueda evolucionar”, dice. “No ganas cuatro títulos de la Premier League seguidos sin reinventarte”.
Rodri junto a Pep Guardiola tras consagrarse campeón de la Champions League.
Rodrigo Hernández también comparte cómo la dinámica de su vida personal influyó en su carrera. A pesar de ser un futbolista famoso, seguía llamando a su pareja después de los partidos, independientemente de los resultados. “Después de cada partido, llamaba a mi novia. A veces, Agüero y Otamendi se burlaban de mí, por eso”, recuerda. Su estilo de vida, incluso cuando estaba en la cima de su carrera, era un recordatorio constante de su vida previa en la universidad y sus comienzos humildes.
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El momento más emotivo para Rodrigo llegó cuando marcó el gol decisivo en la final de la Champions League 2023. “No fue una ‘calculación,’ sino un sentimiento”, explica. “El segundo antes de que Bernardo pusiera el centro, no estaba pensando en eso. Simplemente, tomé un paso hacia adelante”. Su gol fue el resultado de años de esfuerzo y dedicación, y representa la culminación de su búsqueda por esa sensación de pura alegría.
En última instancia, reflejó sobre el impacto que el fútbol tiene en su vida y en la vida de quienes lo rodean. “La alegría que sentí no era solo por marcar un gol, sino por sufrir durante 90 minutos y ganar”, dice. “Es sobre asegurar el triplete para nuestros fans, ver las sonrisas en los rostros de los niños con bufandas del City. Eso es lo que nos motiva”.
Rodri levantando la Champions League.
Rodrigo Hernández nos recuerda que, a pesar de los desafíos y las dificultades, el fútbol sigue siendo una pasión que toca el corazón de maneras que solo el deporte puede lograr. “Gracias a nuestros padres por hacernos estudiar y gracias al fútbol por hacernos soñar”, concluye.