La Galerna
·6 de diciembre de 2024
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Que Carlo Ancelotti es un entrenador excelente, de los más grandes de la historia del fútbol (quizás incluso el más grande) es algo difícilmente discutible. Por desgracia, cada vez lo es menos también que su segunda etapa en el Real Madrid ya apesta como yogur abierto y caducado. El equipo parece sumido en una pretemporada perpetua en la que nada funciona, no existe el automatismo y los jugadores no salen de un pernicioso bucle de lesiones y baja forma. Parece complejo sacar menos rendimiento de una plantilla tan cargada de talento, hasta que llega el siguiente partido contra un equipo de cierto nivel, y observamos como el listón desciende un poco más. Siendo todo esto grave y apuntando al entrenador como máximo responsable de la parcela deportiva, el objetivo de este artículo era otro; poner de manifiesto la pésima gestión del técnico italiano con un activo tan importante de cualquier equipo como son sus categorías inferiores.
Ancelotti tiene su método, de probado éxito y que sigue a rajatabla desde hace mucho tiempo. Y en él los futbolistas más inexpertos en la elite tienen poca o nula cabida. Cuando todo va viento en popa, puede tener lógica no usar a los jóvenes. No existe la necesidad, aunque nunca está de más probar y sembrar de cara al futuro. Entiendo que cuando llamaron a Carlo, le pidieron ganar y no descubrir al próximo Raúl, así que mientras cumpla con el cometido, caben pocas apelaciones. El problema viene cuando las circunstancias te obligan a usar al talento joven de tu base, pero aun así te resistes con todas tus fuerzas. La inflexibilidad ha llegado al extremo de que con los dos laterales derechos del equipo lesionados, el italiano prefirió poner a su mejor centrocampista en esa demarcación, antes que usar, por ejemplo, a un especialista en la posición como Fortea, una de las grandes promesas del Madrid y de España.
Lo mismo ocurrió en el centro de la zaga. Solo hasta que ni un solo jugador del primer equipo susceptible de ser reconvertido a central estuvo disponible para acompañar a Rüdiger se tomó en consideración a Raúl Asencio. No hablamos de una solución de emergencia, es algo más allá, un ultimísimo recurso cuando la alternativa es saltar al campo con diez futbolistas. ¿Y qué ha ocurrido cuando se ha tenido que tirar de un chico sin un solo segundo disputado en categoría profesional? Pues que no solo ha cumplido, es que se ha desempeñado con nota. Ningún drama ha acontecido, ni el cielo se ha desplomado sobre nuestras cabezas. Asencio, que no era el futbolista más prometedor de la cantera ni por asomo, es la clara prueba de que en el Castilla o el Juvenil había y hay talento susceptible, como mínimo, de aportar como fondo de armario en la primera plantilla.
Ancelotti tiene su método, de probado éxito y que sigue a rajatabla desde hace mucho tiempo. Y en él los futbolistas más inexpertos en la elite tienen poca o nula cabida
Por desgracia, durante el ‘carlettado’ los canteranos han tenido que salir indefectiblemente a buscarse la vida fuera, sin apenas haber gozado de la posibilidad de mostrar sus cualidades ni en los minutos de la basura de los partidos de la basura. Duele ver a gente con la calidad de Miguel Gutiérrez, Nico Paz, Sergio Arribas, Rafa Marín o Antonio Blanco lejos del Bernabéu cuando muchos de ellos podrían ser valiosísimas piezas de rotación, o incluso titulares ante la interminable sucesión de lesiones. El Madrid ha dejado tomar la puerta de salida en estos años a muchos ‘Asencios’ a los que ni siquiera se ha tenido en consideración por una absurda obstinación.
Esta es una de las razones por las que creo que el club no debe firmar a ningún jugador en el mercado de invierno. No valen los jóvenes que vienen de fuera, que tienen que pasar un largo periodo de aprendizaje antes de poder saltar al césped (que le pregunten a Güler el año pasado o a Endrick en el presente), ningún gran equipo va a soltar a un titular habitual y carece de sentido alguno fichar a un futbolista que no te valga para al menos tres o cuatro temporadas. Pero menos aún contratarlo previo pago de una buena suma de dinero sin haber dado una mísera oportunidad a alguien que juega en su misma demarcación en el Castilla o en el Juvenil. No es cierto que Ancelotti no tenga centrales o laterales derechos; tendría unos cuantos si fuera capaz de mirar hacia abajo, a las inferiores. No todos valdrán para el primer equipo, pero sí hay un caudal de talento que acaba siendo aprovechado fuera y que podría ayudar a mantener o mejorar la competitividad de la escuadra. Algo que, en mayor o menor medida, ha ocurrido a lo largo de toda la historia del Real Madrid. Y si el método de Carlo gana, el del Madrid gana aún más.
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