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·16 de febrero de 2022

Real Oviedo, paso atrás

Imagen del artículo:Real Oviedo, paso atrás

Tal vez lo más atractivo del fútbol sea que nunca deja de sorprenderte. Este maravilloso deporte es impredecible y eso lo hace bonito. La sensación que te provoca un gol de tu equipo es difícil de explicar, y si marca tres en apenas un tercio de encuentro, ya es indescriptible. Pero el fútbol también tiene estas cosas, es capaz de lo mejor y de lo peor en apenas una hora de reloj y, generalmente, las alegrías nunca vienen solas. Si ya era una utopía pensar en un 3-o favorable al Oviedo antes del partido, más lo era aun pensar que el Huesca sería capaz de igualarle las fuerzas al equipo asturiano. Y con el resultado de 3-3, un cúmulo de sensaciones, muy dispares, en función de lo que toque. Mientras el Huesca lograba una de las hazañas del curso, el golpe para los asturianos es difícil de digerir. Cuando todo hacía presagiar una tarde inolvidable en el Tartiere, el fútbol apareció con un tortazo de los grandes, haciéndola inolvidable sí, pero en el peor sentido de la palabra. El equipo de Ziganda buscaba dar un paso al frente que le acercase a los puestos de promoción, pero viendo lo visto, acabó siendo un paso atrás, un patinazo en toda regla.


Corría el minuto 27 de partido y Carlos Isaac se inventó un zapatazo desde fuera del área que acabaría en la portería de Andrés Fernández (su primer gol como profesional), colocando el 3-0 en un ejercicio de efectividad digno de un equipo de Primera División. Todo lo que había ido a puerta había acabado en gol y el partido estaba encarrilado. Pero el Oviedo cometió uno de los errores más graves que se pueden cometer en el fútbol y, en especial, en la categoría de plata. El esfuerzo no se negocia, y bajar la intensidad se paga caro. Y así fue. Por primera vez en toda su historia, al conjunto azul le remontaron tres goles de ventaja como local.


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Son ya muchos los encuentros en los que el equipo carbayón desperdicia la ventaja. Y hay varias razones que explican esta situación. Vamos con ello.

Incapaz de gestionar las rentas favorables

El partido contra el Huesca fue un fiel reflejo de las prestaciones del conjunto azul esta temporada. Ser capaz de lo mejor pero, también de lo peor. De no saber gestionar una ventaja, ni cuando el partido está visto para sentencia. Sin duda, el mayor problema del Oviedo de Ziganda y uno de las principales quejas de un gran sector de la afición.

En una clasificación imaginaria, en la que los puntos contasen solo desde el momento en el que un equipo se adelanta en el marcador, el Oviedo estaría muy bien situado. De hecho, estaría en puestos playoffs y cerca del ascenso directo. En esta tabla especial, los de Ziganda contarían con 47 puntos, nueve más de los que tienen actualmente.

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El conjunto azul ha comenzando mandando en el marcador en 14 de las 27 jornadas disputadas, es decir, en más de la mitad de sus duelos, pero en seis de ellos se le han escapado los tres puntos. El Oviedo no consigue ganar el 43% de los partidos que comienza ganando. Un dato tremendo. Además, en todos ellos existen varios patrones comunes que explican el por qué de estas situaciones.

Lugo, Sporting, Las Palmas, Eibar, Amorebieta y Huesca. A excepción del penúltimo, en el que el empate rival llegó casi de forma instantánea, en el resto sí se puede sacar conclusiones en conjunto. El Oviedo, además de comenzar mandando en el marcador, tuvo ocasiones de peligro para aumentar su ventaja que no logró transformar. Y ya saben el tópico más habitual en el fútbol, pero que no deja de ser cierto: “el que perdona lo acaba pagando”, y el equipo asturiano no iba a ser una excepción.

Esa falta de resolución se contrapone a ciertos momentos en los que el equipo carbayón es muy efectivo, aunque con jugadores de la talla de Borja Bastón todo es más fácil. Ante el Lugo y el Huesca el cuadro azul fue un ciclón ofensivo por unos minutos, lo que le permitió conseguir una ventaja de dos goles y tres goles, respectivamente. Aunque parece ser que cuanto mayor es la diferencia, peor juega este Oviedo, que no sabe cómo actuar en estas situaciones a pesar de su buen hacer defensivo durante la mayor parte del campeonato.

El conjunto carbayón, acompañado del paso de los minutos y de la llegada del cansancio, va retrocediendo metros hasta instaurarse al completo en su propio campo. En vez de jugar su partido y aprovechar las contras, les quema el balón en los pies y comienzan a haber signos de falta de concentración e intensidad impropios del fútbol profesional. Se embarcan en una batalla de la que es muy difícil salir vencedor.

A pesar del empate, del que hay pocas conclusiones positivas, sí hay un dato interesante. Ziganda consiguió un logro con el cuadro ovetense: su mayor racha de imbatibilidad en el Carlos Tartiere en una misma temporada. Tras el empate ante el Huesca, son ya ocho encuentros de manera consecutiva sin conocer la derrota en su feudo (en el que solo fue capaz de ganar el Burgos), algo que no había conseguido las dos temporadas anteriores.

Escasas soluciones desde el banquillo

Lo comentaré con brevedad, porque el asunto da para un artículo más a fondo. A día de hoy, casi ningún jugador del banquillo ofrece soluciones a Ziganda. Y algunos cuando salen, en vez de intentar hacerle ver que está equivocado, le acaban dando la razón. El Oviedo suele acabar los partidos exhausto físicamente, por el gran despliegue que realiza durante todo el encuentro, y a la hora de dar refresco a las piezas titulares, el técnico navarro se gira y no encuentra a ningún jugador de su agrado.

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Algunos por falta de rendimiento; otros por su nula aportación en tareas defensivas, y otros directamente porque no encajan en el sistema actual de este Oviedo. Los motivos son variopintos, pero por una u otra razón llevan lastrando al equipo durante toda la temporada.

Sangalli, Pombo, Joni Montiel, Matheus Aiás, Jirka, Tomeu Nadal son algunos de los futbolistas que ni siquiera llegan a los 1.000 minutos este curso. Sus prestaciones no convencen al técnico y no han tenido continuidad para demostrar su valía, aunque, por ejemplo, los dos primeros mencionados no han aprovechado sus apariciones para reclamar un puesto en el once titular.

En más de una ocasión se ha visto a Ziganda decir en sus ruedas de prensa post partido las palabras “no sabíamos qué hacer”. El míster carbayón prefiere no tocar el once, a pesar del cansancio, con el fin último de no perjudicar al equipo, y eso es una razón más para entender por qué al Oviedo le cuesta tanto ganar cuando va por delante en el marcador.

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