Real Madrid, 6 - Mallorca, 1: El mayor espectáculo del mundo | OneFootball

Con su Mallorca agazapado en el siempre delicado partido liguero del miércoles, donde tantas veces hemos caído en la trampa, parecía la noche de Asensio y fue la noche de Asensio.

Talentoso como siempre, pero corajudo como le exige el madridismo, hoy si lució una zurda que es puro bouquet de la bodega Asensio-Willemsen. Eso ya lo sabemos. Como también se intuye lo que espera todavía de Asensio el madridismo.

Habían deslizado las ondas deportivas cierto malestar del eterno diamante blanco ante su falta de minutos. Bajo el eco de su socarrón tono transalpino ante los plumillas, Carletto tuvo hoy las pelotas de situarlo en un once tan alternativo como atractivo.

Con el veterano Nacho en un lateral y el novel Miguel en el otro, la pareja Militao-Alaba en el eje de la defensa, el Madrid presentó una medular con el jovial Camavinga, un Valverde con galones; arriba, Benzema, el aspirante Rodrygo y el ya titularísimo Vini Junior.

Y como interior, estrenando nueva posición, Asensio bajo perenne sospecha.

El misterio sin embargo apenas duró dos minutos, el tiempo que necesitó un clásico, Karim, para aprovechar un grave desliz de Josep Antoni Gaya, plantarse ante solo ante el portero y cruzar ante Manolo Reina. 1-0.

El Madrid, alegre y disfrutón, al ritmo de un Camavinga con sonrisa y fútbol de Rey Mago, consiguió que las posesiones del Mallorca apenas duraran lo que una ensaimada en la puerta de un colegio. Buena muestra de ello fue Lago Junior, quien no hace tanto tiempo nos martirizó en la isla. Fue él precisamente —tras excelso taconazo de Kang-In Lee— quien nos recordó que teníamos un rival enfrente con un disparo que pasó cerca de la escuadra.

Los merengues no se sintieron aludidos por el aviso. Así, a los 24 minutos, la bisoña defensa mallorquina permitió que Rodrygo, tras buen pase cruzado de Vini Jr —conexión bazuka— caracoleara y se rearmara en el área para tratar de servir un pase de la muerte que rebotó en un defensa y el portero antes de llegar a Asensio, más listo que nadie, para marcar el segundo y celebrarlo en silencio.

Respondió al instante el Mallorca desde el saque de centro. El coreano Kang-In Lee se apoyó en el nipón Kubo para alcanzar con comodidad el área madridista y recortar distancias con un disparo colocado desde la frontal. El Madrid, sólido, no se dejó seducir por el embrujo oriental. Por el contrario, a los 36 minutos Benzema descargó cual pinball un fenomenal pase interior de Militao para que Asensio —penetrando en el área como una exhalación— luciera su zurda de nuevo para marcar el tercero. El gol nunca fue un problema para el balear.

El paso por los vestuarios no sació el apetito del líder que regresó al verde con ganas ampliar la cuenta. Vini nos recordó al viejo Vini tras fallar un gol ante Manolo Reina después de hacer lo más difícil, y poco después el VAR anuló un gol de Benzema, tras fulgurante galopada de Rodrygo, por un delicado toquecito en el hombro de un defensor del Mallorca.

Nada hacía mella en un Madrid hermético. Las ocasiones se sucedían cual gota malaya ante una aterrorizada zaga bermellona. Así, a los 54 minutos, de nuevo Asensio, cómodamente aposentado en su nuevo trono como interior en la medular, soltó uno de sus característicos latigazos desde la frontal del área para hacer el tercero de su cuenta y el cuarto del Real Madrid. 4-1 y más de media hora de partido por delante.

El Madrid, no obstante, dejó de pisar el acelerador y decidió disfrutar del paisaje con un carrusel de cambios que inició un aplaudido Camavinga por el brioso y prometedor Blanco, continuó un buen Rodrygo y culminó la salida de Asensio, ovacionado por fin como desea el propio Bernabéu.

Marcó tres, pero pudo irse con un repóquer tras un fallido gol olímpico y un balón sacado in extremis bajo los palos en el primer periodo.

Por su parte, Isco, bien el otro día, Lucas Vázquez, nefasto, tomaban la alternativa.

Mientras tanto, Jovic esperaba su turno en el banquillo. Karim debió verlo por el rabillo del ojo y decidió marcar el quinto antes de tomarse un merecido descanso. Para ello, controló con una impresionante espaldinha, sólo al alcance de los elegidos, un balón largo de Alaba y cruzar ante Reina a los 78 minutos.

Después sería el canterano Santos quien relevara a Nacho y a falta de seis minutos para el final, Isco —sí, Isco— completaba la fiesta volviendo a marcar un gol desde que se incendiara Notre-Dame. Vini recibió un buen balón largo enviado de nuevo por Alaba, aguantó el choque con Sastre —al que partiría literalmente la cara involuntaria e inmediatamente después con un roce del talón de su bota— y sirvió a Isco en el corazón del área para que el de Arroyo de la Miel volviera a marcar con colocación y suficiencia.

El Madrid recuperaba así con solvencia el liderato efímeramente arrebatado por el Atlético de Madrid y evidenciaba que la información que pululó estos días en las ondas era cierta.

Efectivamente: hay Caso Asensio.

Aunque no quizás el que algunos esperaban.

Fotografías Imago.