RB Leipzig 2-1 Atlético de Madrid: Una partida de ajedrez en Lisboa | OneFootball

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El Nueve y Medio

·13 de agosto de 2020

RB Leipzig 2-1 Atlético de Madrid: Una partida de ajedrez en Lisboa

Imagen del artículo:RB Leipzig 2-1 Atlético de Madrid: Una partida de ajedrez en Lisboa

Si una cosa están teniendo estas eliminatorias a partido único es emoción. Anoche, Neymar y a Mbappé remontaron en cinco minutos a una Atalanta que había realizado un encuentro exquisito. Hoy, el RB Leipzig pasó a la siguiente ronda en los últimos instantes de la contienda.

Debajo de toda esa exaltación e inquietud de los marcadores, se esconden juegos realmente interesantes desde el punto de vista táctico. Los dos encuentros que se han decidido por la mínima coinciden con auténticas partidas de ajedrez. En ellas, un entrenador movió ficha y contrarrestó el anterior movimiento de su contrario. Y, la verdad, no se podía esperar menos de un enfrentamiento entre Diego Pablo Simeone y Julian Nagelsmann.


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Como era de esperar, el XI del alemán no daba ninguna pista. La cantidad de esquemas y roles que dominan sus jugadores es tan inmensa que no uno no sabe cómo están colocados hasta que se encuentra tres veces al hombre entre líneas. El Cholo apostaba por lo seguro y pragmático. Nada se salía de la norma.

El plan del bisoño técnico germano resultó ser un escándalo, para variar. Lo tenía todo medido. Buscó tener la iniciativa, cambiando del 4-2-3-1 que utiliza para defender al 3-3-3-1 para atacar. Konrad Laimer hizo de pivote en el primero y fue carrilero derecho en el segundo. En este dibujo de tres centrales, con Kampl por delante y tres enganches a espaldas del doble pivote, el objetivo de la circulación era muy claro. La intención era progresar por cualquier carril, pero siempre a partir de sus hombres entre líneas. Estos tenían un rol muy simple, pero, a su vez, realmente complejo.

El objetivo, jugar con la atracción de la línea de medios rival. Christopher Nkunku, Dani Olmo y Marcel Sabitzer lo hicieron muy bien. La clave de todo el sistema ofensivo era atacar los intervalos que se agrandaban con la basculación colchonera. Si el carrilero recibía y le acosaba el lateral del Atlético, quería decir que el intervalo central-lateral se agrandaba. Ahí, el enganche externo de ese costado lo atacaba con un desmarque dentro-fuera. Si uno del doble pivote saltaba a por Kampl o quedaba atraído por cualquier hombre de su espalda, el otro jugador que no atraía le atacaba ese espacio que liberaba.

Todo estaba perfectamente estudiado. Nagelsmann es un superdotado.

Pero enfrente tenía un gran entramado defensivo que concedió pocas ocasiones ante el buen planteamiento alemán. El Cholo sabía que su homónimo le iba a buscar las cosquillas a la espalda del doble pivote, por lo que ninguno de estos saltaba de manera muy reiterada. Existían saltos, lógico debido a la inferioridad numérica de ‘4 vs 2’ en carril central, pero siempre con coberturas y con mucho miedo a desproteger la zona más preciada del bloque. Con esto, cortocircuitó muchos avances del Leipzig y le obligó a ser demasiado exterior, más de lo que le gustaría al bueno de Julian.

En ataque, el Atleti tenía muchos problemas para progresar y circular de manera fluida. En un 4-3-2-1, con los interiores lateralizados en ataque posicional, le costaba horrores batir líneas y encontrar a sus dos enganches entre líneas o a espaldas de la defensa. La dificultad para llegar a línea de fondo era enorme. Este contexto pedía con urgencia el cambio de un mediocentro para poner a otro hombre a espaldas del doble pivote rival.

En el centro del campo colchonero redundaba un hombre, no lo necesitaba tan abajo, sino más arriba. El sistema ofensivo de Simeone precisaba a un jugador que aprovechara las atracciones de Marcos Llorente y Yannick Carrasco cuando estos rompían (un volante siempre les seguía) y la sujeción de Costa a los centrales.

La situación demandaba a alguien con capacidad para jugar entre líneas y reconocer cuándo estos intervalos se agrandaban tras la atracción comentada. Su nombre, Joao Félix.

Su actuación ha sido tan buena como lógica. El equipo le necesitaba como agua de mayo. Su perfil iba a revolucionar todo el entramado de Nagelsmann. Además, en Lisboa, su ciudad natal. A partir de recepciones entre líneas, atacando intervalos que se agrandaban y girando para encarar a la última línea, ha destrozado al Leipzig durante 25’. Encima, provocó un penalti y él mismo lo cobró.

Este fue un encuentro exquisito que será recordado por otro gol en los últimos minutos. Nosotros no seamos así. Reconozcamos el pedazo de partida de ajedrez que hemos podido presenciar. Aquí no hay ganadores ni vencedores, hay dos tipos que saben demasiado de un deporte que nos vuelve locos. Larga vida a la Champions y a los estilos antagónicos en el fútbol.

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