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·11 de julio de 2025

Quince años desde la mágica estrella de España

Imagen del artículo:Quince años desde la mágica estrella de España

El 11 de julio de 2010, La Roja hizo historia proclamándose campeona del Mundial de Sudáfrica.

Sudáfrica 2010: el verano eterno de España

Hay veranos que no se olvidan. Veranos que se quedan a vivir en la memoria, como postales que no pierden color con el paso del tiempo. Hace ya quince años, España vivió uno de esos. Un verano que empezó con dudas, que avanzó con fe, y que terminó con un grito que todavía retumba en el corazón de millones: ¡España, campeona del mundo!.


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La historia comenzó en Durban, el 16 de junio de 2010. La Roja, flamante campeona de Europa, llegaba a Sudáfrica con el cartel de favorita. “No sentíamos presión, sentíamos ilusión”, recordaría después Xavi Hernández. Pero la ilusión se topó de frente con una Suiza sólida, que aprovechó un error defensivo para marcar el único gol del partido. Gelson Fernandes silenció a toda una nación. “Fue un palo muy duro”, reconoció Iker Casillas, “pero quizás nos vino bien. Nos obligó a centrarnos”.

Lo que vino después fue una redención meticulosa. Contra Honduras, David Villa empezó a encender la chispa. Marcó dos goles —el primero tras una jugada individual soberbia— y hasta falló un penalti. Ya era el máximo goleador del torneo. “Sabía que si el equipo funcionaba, yo iba a tener ocasiones”, diría años después. Ante Chile, España completó la fase de grupos con una victoria sólida: Villa anotó desde fuera del área y Andrés Iniesta sentenció con su temple habitual. España, primera de grupo. El juego aún no deslumbraba, pero la maquinaria empezaba a girar.

En octavos, la primera gran prueba: Portugal. Cristiano Ronaldo al frente. Partido denso, cerrado, con poco espacio para la magia. Pero bastó una combinación rápida para romper el muro. Iniesta para Xavi, taconazo, Villa entra como una exhalación, chuta una vez, dos… gol. El estadio estalla, el país también. “Ese fue el partido en el que nos creímos de verdad que podíamos ganar el Mundial”, confesaría Sergio Ramos.

Los cuartos de final fueron una montaña rusa emocional. Paraguay, correosa y valiente, planteó un partido incómodo. Hubo un penalti para ellos que Casillas detuvo con los pies, y otro para España que Xabi Alonso marcó… pero se repitió y lo falló en el segundo intento. Finalmente, Villa volvió a salvarnos, en el minuto 83. Su disparo, tras rebotar en dos postes, se coló como si el destino hubiera intervenido. “Fue el gol más extraño de mi vida”, contaría entre risas. España estaba en semifinales. Algo histórico. Pero aún faltaba lo más difícil.

El rival: Alemania. Poderosa, joven, atrevida. Venía de golear a Inglaterra y Argentina. Pero España no se arrugó. Al contrario. Dio una lección de fútbol control, de pausa y precisión. “Fue el partido más completo que jugamos”, dijo Del Bosque. La Roja asfixió a Alemania. El gol llegó en el 73’: Xavi ejecutó el córner, y Carles Puyol se elevó como un animal mitológico para rematar de cabeza. “Llevaba todo el torneo buscando ese gol”, diría el central. Era la victoria más importante de la historia de la selección. Hasta entonces.

Y entonces, llegó el 11 de julio de 2010.

El Soccer City de Johannesburgo, teñido de naranja y rojo, era el escenario de la final. España vs. Países Bajos. Dos selecciones con estilos opuestos. La dureza holandesa se hizo notar desde el principio: una patada voladora de De Jong en el pecho de Xabi Alonso quedará como símbolo de lo que fue el partido. «Parecía una final de lucha libre», bromeó Iniesta años más tarde. Pero entre patadas y nervios, España aguantó.

Robben tuvo dos oportunidades de oro. En una de ellas, Casillas se convirtió en leyenda: “Le aguanté hasta el final, como me dijo Arconada que hiciera. Y salió bien”. Esa parada, al minuto 62, fue el segundo gol invisible del partido.

Y entonces, el minuto 116.

Jesús Navas arrancó por la derecha. Tocó con Torres, que la dejó para Fàbregas. El pase fue quirúrgico. Y ahí estaba Iniesta, solo, dentro del área. Controló. Miró. Y le pegó con el alma. Gol. El grito se escuchó desde Madrid hasta Manila. “Cuando vi que entraba… fue como volar. No sé cómo explicarlo”, diría Iniesta. Corrió con los brazos abiertos, se quitó la camiseta, y mostró el mensaje: “Dani Jarque, siempre con nosotros”. El gesto más humano de todo el Mundial.

Holanda ya no tuvo fuerzas. España sí. El árbitro pitó el final. Casillas cayó de rodillas. Los jugadores se abrazaron como niños. Desde las casas, los bares, las plazas, el país entero lloraba. Por fin. Por fin.

Luego llegó la entrega de la copa. Casillas, con los ojos todavía húmedos, la alzó al cielo. “Esto va por todos”, dijo. Por los que estaban, por los que ya no, por generaciones enteras que soñaron con ese día. Nadie olvidará su beso a Sara Carbonero en plena entrevista. España estaba viviendo una película, y era la protagonista.

El día después, las calles se llenaron como nunca antes. La selección desfiló por Madrid entre una marea de camisetas rojas. “No sabíamos que esto podía unir tanto”, dijo Piqué. En el balcón de la Plaza de Cibeles, los jugadores coreaban canciones y levantaban la Copa del Mundo como si fuera un trofeo sagrado. Lo era.

Leyendas del deporte español como Rafael Nadal admitieron emocionarse con el encuentro. Una celebración en el vestuario con la Corona convertía todavía más surrealista un sueño que al inicio pareció imperceptible: una estrella en la camiseta, justo encima del escudo del país.

Quince años después, aún se nos eriza la piel. Porque aquel equipo no solo ganó un Mundial. Nos regaló una forma de creer, una memoria compartida, un orgullo que no se marchita. Casillas, Ramos, Puyol, Piqué, Capdevila, Busquets, Xabi Alonso, Xavi, Iniesta, Pedro, Villa, Fàbregas, Torres, Silva, Navas… nombres que hoy son parte de nuestra historia.

Y Andrés, claro. Andrés Iniesta, el hombre que detuvo el tiempo en Johannesburgo.

Porque hay momentos que no necesitan repetirse para ser eternos.

Y ese julio de 2010, con toda su épica, su emoción y su belleza, aún sigue aquí.

España: de la gloria del Mundial 2010 a un nuevo ciclo triunfal

Desde aquella noche mágica del 11 de julio de 2010 en Johannesburgo, España no ha dejado de acumular éxitos. Tras hacerse con su primer Mundial, la Roja consolidó un dominio continental inédito al ganar la Eurocopa 2012 bajo la dirección de Vicente del Bosque. En aquella cita en Kiev, España se impuso a Italia 4-0 en la final, logrando un triplete histórico (Euro 2008, Mundial 2010, Euro 2012). Fue El tiki-taka en plenitud: control absoluto del balón, combinación, madurez táctica. Del Bosque se convirtió en leyenda, el primer técnico en ganar dos Eurocopas y un Mundial .

Dos décadas después, en 2024, volvió a renacer una España repleta de juventud y ambición. Nadie la veía venir—ni siquiera aparecía en los carteles promocionales—pero una mezcla perfecta de herencia futbolística y talento emergente escribió un nuevo capítulo de gloria. Con Luis de la Fuente al mando, un hombre que venía de ganar competencias juveniles, se forjó un equipo unido y competitivo .

España superó a rivales de peso—incluyendo a Francia, Alemania e Italia—para plantarse en la final de Berlín. El camino mostró a jugadores excepcionales:

  • Rodri, pieza clave del mediocampo, elegido Jugador del Torneo.
  • Lamine Yamal, de solo 17 años, nombrado joven revelación del torneo.
  • Mikel Oyarzabal, el suplente que definió la final contra Inglaterra con un gol al minuto 86, cumpliendo el guion que predijo el capitán Morata.

La final fue una prueba de carne y hueso. España comenzó con un gol de Nico Williams a la reanudación; Inglaterra empató, y Oyarzabal dio la victoria definitiva. Luis de la Fuente describió a sus jugadores como “infallibles” y aseguró que habían demostrado ser “el mejor equipo del torneo”. El éxito, con siete victorias en siete partidos y un camino impecable, confirmó el retorno de España a la elite europea .

Este triunfo renovador cimenta la transición hacia una nueva “época dorada”. A la llegada de la victoria se suman protagonistas jóvenes y con brillo propio—Yamal, Williams, Olmo, Cucurella, Zubimendi—además de la base ya consolidada de Rodri, Morata y Merino. El dominio en 2024 se apalancó en una mezcla de inteligencia táctica y actitud combativa, probando que la historia de 2010 no fue un espejismo .

Con el Campeonato Mundial de 2026 en el horizonte, la ilusión se renueva. Este escalón de éxitos recientes, junto a muchos jugadores aún en ascenso, permite soñar con otro gran logro: una nueva leyenda para la Roja. El mensaje resuena claro y contundente:

Nos permitimos seguir creyendo, porque ellos demuestran que el sueño aún no se ha acabado.

GRACIAS EQUIPO

Imagen principal vía: (Photo by Spanish Royal Press Dept/Borja Fotógrafos/Handout/Getty Images).

Escrito por Adriana Junquera López-Buendia, pueden seguirme en X @junqueradriana, Instagram @writtenbyjunquera y Linkedin.

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