MUNDO MILLOS
·23 de marzo de 2025
Pudo ser una catástrofe

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·23 de marzo de 2025
En las estadísticas quedará que el 22 de marzo de 2025, Santa Fe venció a Millonarios 3-2 en la edición 319 de la historia del clásico capitalino por Liga y que Leonardo Castro anotó los dos goles del equipo Embajador en el partido.
Pero eso sí, lo que ni la historia ni las estadísticas van a contar es que ese 3-2 es un marcador demasiado corto y demasiado mentiroso, que los dos goles de Leo realmente fueron un espejismo ante lo que se vio en el trámite del partido y que Millonarios jugó el clásico terriblemente mal, solo tuvo 10 minutos de brillo en el final del primer tiempo, solo pateó dos veces a puerta que fueron los dos goles y disputó el clásico sin la actitud ni las ganas con las que se debe afrontar un partido de esta clase.
Millonarios en los primeros 25 minutos fue Iván Arboleda y 10 más. El portero azul era desde temprano la figura del equipo azul y atajaba uno a uno los remates cardenales. Santa Fe salió a disputar el clásico con la actitud que requiere este partido, mientras que Millos salió dormido, parsimonioso, con horrores en la entrega y los extremos desconectados y perdidos. Incluso nos salvó de un gol olímpico.
Al 26, el que era la figura de Millos y de la cancha se equivocó, dio un rebote y Velásquez aprovechó el mal pase y el arco solo para anotar el 0-1. Cuatro minutos después, a la salida de un córner, Torres, el otro volante de marca, marcó de cabeza el 0-2. Millonarios no voltea un 0-2 abajo desde 2001, ya la cosa estaba demasiado cuesta arriba.
Millonarios se acordó que estaba jugando un clásico recién al minuto 35. Para cuando el Embajador despertó del letargo ya estaba dos goles abajo. Hubo una pequeña inyección de actitud que alcanzó para meter a Santa Fe en su arco y encontrar el descuento en una jugada de otro partido que generó un penal que Leo Castro cambió por gol. Entonces, la ilusión y la esperanza de un posible empate renació de la nada. En situaciones «normales», el primer tiempo debió haber terminado en paliza cardenal, pero Millonarios estaba vivo en el juego.
El arranque del segundo tiempo fue más de lo mismo: malas entregas, huecos en la marca, pérdidas en los duelos, Santa Fe atacando más y mejor, con mucha velocidad y sobre todo por su zona derecha. Apenas a los 7 minutos llegó el tercer gol cardenal, y minutos después vino la expulsión de Pereira por la vía del VAR para quedar dos goles abajo y 11 contra 10 en cancha. Quizá Pereira rompió un récord: salir expulsado en dos partidos seguidos.
Con la ventaja y la superioridad numérica, todo era alegría en las toldas santafereñas, que hasta se dieron el lujo de cantarnos el ole y todo. Millonarios era un equipo sometido, superado, vapuleado, entregado, sin alma, que esperaba a que terminara el partido y que jugaba más para no recibir más goles que para cualquier otra cosa.
Sin embargo, este deporte es tan bonito, que hasta a los equipos de pésimo performance les da vidas extra y a los equipos que ganan con extrema superioridad los pone a sufrir más de la cuenta: en el primer minuto de adición, en otra jugada de otro partido, Leo Castro recibió un balón largo, entró al área y remató cruzado para el 2-3 que no estaba en las cuentas ni de los rojos ni de los azules.
El resto del tiempo de adición ya fue otro partido, el de Santa Fe asustado con todo su equipo en el área y rechazando con balonazos a cualquier parte y el de Millonarios sacando las ganas que no tuvo durante los 90 minutos anteriores para buscar el milagro. Si lo empatábamos, era como si fuera una goleada. Desafortunadamente no alcanzó el tiempo. Ese Santa Fe, que 20 minutos antes cantaba el ole y se floreaba, terminó pidiendo tiempo ante el Millonarios más intrascendente desde la pandemia.
Así se terminó el clásico. Lo ganó Santa Fe, que fue superior en el 95% del trámite. Millos fue Arboleda, Leo Castro y nueve más. Y con todo y eso, y la falta de alma y de actitud, estuvo a punto de no perder. En cuatro días, azules y rojos se volverán a encontrar, esperando que esa noche de miércoles, los que visten nuestra camiseta entiendan lo que significa jugar un clásico, ese que con Gamero jamás se cansaron de ganar.
Gabriel JiménezX: @elmechuInstagram: @mechujimenez