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Vibra Segunda

·25 de enero de 2022

Pucela, Póker de Jotas

Imagen del artículo:Pucela, Póker de Jotas

Si no se apuesta no se gana. Todo o nada. Las cartas estaban en Valladolid, solo faltaba alguien que se sumase a la mano. Ese jugador que igualase la apuesta para añadirle más valor a esta mesa de juego en Segunda División. A las parejas de Jair y Francés de JIM, o la irrupción de Ziganda con su Costas y Calvo (entre muchos otros combinados de la competición), se une ahora un Pacheta que entraba a jugar con una mano de lujo; pareja de Jotas con Joaquín y Jawad El Yamiq, pero, con el paso de la partida, la jugada ha quedado que ni pintada. Cuando nadie contaba con ellos, ahí han aparecido para dar color a una mano de Primera. Con unos jugadores que parecían desahuciados, Pacheta ha logrado sacar lo mejor que les quedaba todavía dentro. De las sombras del banquillo al tapete. Póker de Jotas con Jordi Masip y Javi Sánchez. Suban la apuesta, por favor.

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Le faltaba algo a este Real Valladolid. Con pólvora de sobra arriba, los problemas defensivos continuaron siendo las peores pesadillas para el equipo de la capital castellana. De tener a una de las mejores duplas defensivas de Primera al vacío existencial de no saber ni por donde te están viniendo. Un arco argumental, casi de película de miedo, que comienza con la lesión de gravedad de Kiko Olivas y la venta de Salisu al Southmapton inglés. Las expectativas estaban altas, y todo siguió el curso natural.


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De la euforia de ganar con una mano de ensueño a perderlo todo a la misma velocidad. De 0 a 10, y de 100 a 0. Ese mismo argumento llegó a su cúspide la pasada primera vuelta, tras pasar por un descenso en la temporada 2020-2021. En este caso, el póker se lo llevó el Amorebieta, y no precisamente en jugadores. Un 4-1 que sirvió para tocar fondo e ir aguardando con paciencia la mano perfecta. Y parte del buen momento actual del Pucela pasa por ello.

La consolidación de una defensa que parecía estar rota y que, por fin, ha dado sus frutos. Parecía imposible recuperar a unos jugadores cuyo rumbo era confuso e impredecible, siempre hacia el lado más negativo. Dejando atrás la irregularidad, la frecuencia de las lesiones y el bajo rendimiento, Javi, Jawad, Jordi y Joaquín se encuentran ahora en un momento espléndido en el que gozan de minutos, oportunidades y, sobre todo, de haber formado una muralla defensiva que no se veía desde hace tiempo por Zorrilla. Con la combinación de estos cuatro jugadores, estas cuatro Jotas, los de Pacheta tan solo han concedido un gol en los últimos cinco encuentros ligueros. Pasen y vean a los responsables.

Jordi Masip

Ha necesitado únicamente cinco partidos como titular para demostrar que Roberto Jiménez tiene una fuerte competencia en su portería. Trabajó duro el catalán para recuperar la titularidad, que parecía ya perdida, y no exclusivamente por convencer a Pacheta, sino también a la afición. De la falta de confianza de la hinchada en su regreso a la titularidad a, un mes después, el alivio que ha supuesto tener al mejor Jordi Masip de vuelta en Zorrilla. Y es que siempre ha habido un gran jugador (y una gran persona) dentro del exjugador del Barça. Las rachas van y vienen, pero el portero mostró su nivel futbolístico real el pasado diciembre, cuando se decidió vestir del mismísimo Arconada en Anoeta para salvar al Real Valladolid frente al Sanse. Ojalá podamos seguir hablando del rendimiento de Jordi, y que sea por lo positivo. Que quede atrás la maldición que se instauró en sus guantes el pasado año.

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Javi Sánchez

La carta más polémica de toda esta mano de Jotas. Su temporada está siendo toda una montaña rusa. Todo era un campo de flores para el canterano madridista, que arrancó la temporada otorgando la victoria al Pucela frente al Zaragoza con el gol de la jornada. De ahí, el declive de Javi Sánchez siguió el irregular curso de su paso por Valladolid hasta ahora. Lesiones, malos estados de forma y errores clave llevan sentenciando a un central que no dejaba buenas sensaciones defensivas. La cúspide de las críticas a Javi llegaron con su actuación en Lezama, quizás su peor partido de toda su carrera. De ahí solo se podía ir a mejor, y en eso se apoyó el joven central para mejorar su versión. Con las lesiones de Jawad El Yamiq, Javi Sánchez asomaba a veces en la titularidad, y dejaba una escala progresiva de rendimiento que ha culminado con una gran solidez defensiva y una perfecta compenetración con sus compañeros, observada en su partido en La Romareda, donde fue el jugador más destacado de los pucelanos. A Javi le digo lo mismo que a Jordi, ojalá podamos estar ante la mejor versión de aquel joven canterano madridista que fichó por 3 millones de euros y abandonó el Real Madrid para, inteligentemente, optar de protagonismo en el Real Valladolid. Que la madurez deje el mejor fruto posible.

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Jawad El Yamiq

Si bien las lesiones son un factor común de esta defensa, con el bueno de Jawad ha sido con quien más se han cebado. El Yamiq cayó en un bucle eterno en el que el marroquí ofrecía una grandísima imagen defensiva para, posteriormente, caer lesionado. Una y otra vez. Se le consiguió retener en verano, y Jawad volvió a jugar en Segunda tras haberlo hecho con el Real Zaragoza. Y, nuevamente, demostró que esta división se le queda corta. Contundente y con una escala progresiva en la que ascendía sin frenos, el central africano se estaba consolidando como uno de los mejores centrales de la competición. Solo se podía prever que su llamada a la Copa África pudiese alterar su rendimiento, pero, para suerte de los vallisoletanos (y desgracia para Jawad), El Yamiq no fue convocado con su selección. Toda una oportunidad de oro para hacerse el dueño y líder absoluto de la defensa de Zorrilla. Pero, para variar, el jugador cayó lesionado de nuevo, y, para colmo, fue contagiado por COVID-19. La suerte no le sonríe al de Marruecos, pero consuela saber que él sí que hace sonreír al público de Valladolid. Impresiona ver la solidez y la corpulencia de Don Jawad El Yamiq sobre el campo. Ni harto de gaseosa me atrevería a encararle.

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Joaquín Fernández

De todos ellos, Joaquín es quizás el más veterano. Sus mejores temporadas en Valladolid recuerdan a las batallas de un marine de Vietnam, que enamoraron a una afición encantada con el jugador almeriense. Sin contar con un descenso tan acentuado como el de Masip o Javi Sánchez, cierto es que Joaquín dejó de ser Joaquín. Cuando un central pierde su esencia de soldado, deja de ser central. La defensa es labor de guerreros, y que nadie dude de él para ir a la guerra, porque el espíritu, aunque se pierda, siempre está ahí. Se echó de menos al Joaquín de las entradas prodigiosas, el de los duelos aéreos, el que rendía de central, de pivote y, si se pone, hasta de utillero. El de Almería es un currante, y eso no se pierde nunca. Necesitó tiempo, pero Joaquín volvió. Encontró a sus mejores socios, y se entiende de lujo con Jawad y Javi. Que el central se sume a la lista de jugadores que el Pucela está recuperando, como Nacho o Masip, es una de las mejores noticias que se podrían recibir. Y eso queda reflejado en un hecho; a no ser que las lesiones se lo impidan, Joaquín es el intocable de esta ecuación entre las cuatro Jotas. Larga vida a los centrales como Joaquín Fernández Moreno.

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