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·5 de julio de 2018

Por qué Yerry Mina nunca tendría que haber llegado al Barcelona

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Fue una de las sensaciones del Mundial Rusia 2018. Se revalorizó a base de goles y buenas actuaciones. Se mostró firme como defensor central de la Selección Colombia, un equipo que mostró algunos pasajes interesantes, otros mediocres y algunos tantos prometedores. Probablemente cualquier club del mundo quisiera contar con él, tenerlo entre sus filas, disfrutar de su jerarquía. Pero no el Barcelona. El Barcelona está para otra cosa.

No es maldad del equipo catalán. No se trata de un complot en su contra. No tiene que ver con el capricho de un técnico. La explicación por la que Yerry Mina no encontró (y probablemente no encontrará) su lugar en el Barcelona es más bien simple: no tiene las características para jugar ahí. En el conjunto catalán, tras más de seis meses de tenerlo en los entrenamientos, lo saben mejor que nadie. Compraron a un jugador de jerarquía que por sus condiciones nunca podría adaptarse al estilo del club.


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Es gigante. Casi dos metros. Le cuestan los movimientos. En los octavos de final, ante Inglaterra, se pudo apreciar con facilidad sus vicios y virtudes. Lo sufrió a Raheem Sterling cada vez que el picante delantero del Manchester City le tiró diagonales en velocidad. Porque Mina no se lleva bien con los espacios. Cada vez que uno de los atacantes a los que marca se encuentra con lugar para desbordarlo, el colombiano sufre. Por otro lado, cada vez que le tiraron una pelota área a Harry Kane, Mina apareció para anticipar y ganar, especialmente desde arriba. Ahí es donde puede hacer la diferencia.

Con la pelota también tiene problemas. Complicaciones con los perfiles, en realidad. Cuando saca el balón hacia el sector derecho, resuelve con bastante naturalidad. Pero otra cosa es el momento en el que necesita salir hacia la izquierda. Ahí llegan los problemas. Las reacciones son más bien lentas y le resulta casi imposible darle una salida rápida a su equipo. Mina necesita controlar, acomodar y pasar. Lo que él precisa resolver en tres toques Piqué o Umtiti lo podrían resolver en uno o dos. Está un tiempo atrás.

La clave del pase de Mina a Barcelona está en el fracaso del club catalán en conseguir a su opción A: Davinson Sánchez, ahora en el Tottenham. Al colombiano lo pretendían fichar en el verano del 2016, pero terminó en Ajax. La idea era que se fogueara con la filial, lo que luego terminaría haciendo Marlon.

Con la negociación fracasada, el Barcelona apuntó al entonces compañero de Sánchez en la Selección Colombia, también joven y bueno técnicamente que además jugaba en Palmeiras, un club brasileño, terreno más que controlado por los agentes con buena relación con el equipo catalán. Fue una apuesta de Pep Segura, manager general del club. El adiós de Mascherano preciptió la operación y el conjunto europeo terminó pagando más de lo que pretendía: cerró el fichaje en casi doce millones de euros. Al final, fue apuro para nada (o muy poco): el colombiano jugó solo cinco partidos.

Tras el Mundial, el Barcelona está dispuesto a dejar ir a Mina, pero por un precio bastante superior al que lo compró. Básicamente, sin plusvalía no habrá trato: esperan entre 12 y 15 millones por su cesión.

Más allá de la cuestión operativa, quizás hasta sería bueno para el jugador asumir que las condiciones técnicas que ofrece el Barcelona para un central (jugar muy adelantado, dejar mucho terreno a las espaldas, estar en contacto con el balón permanentemente, sumarse por momentos a la línea de mediocampistas) no van con su ADN. Lo suyo, en realidad, va por otro lado: un equipo que espere más bien retrasado, al que le resulte difícil entrar, que defienda en pocos metros y él pueda tomar con facilidad al centrodelantero rival.

Fue una cuestión del mercado de fichajes contemporáneo. Se ficha jugadores sin pensar demasiado. No es culpa de Mina haberle dicho sí a uno de los clubes más grandes del mundo. Pero quizás sí cargaría con responsabilidad si no advierte que lo mejor que le puede pasar es cambiar. Porque a Barcelona no tendría que haber llegado nunca.