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La Galerna

·28 de noviembre de 2021

¿Por qué nos odian tanto los sevillistas?

Imagen del artículo:¿Por qué nos odian tanto los sevillistas?

Valencia y Sevilla comparten numerosos aspectos en lo futbolístico: una ciudad grande con un club histórico, algunos (pocos) títulos de Liga y Copa, varios trofeos internacionales (Copas de la UEFA o Europa League), paseos ocasionales por la Segunda División, presidentes con ínfulas de grandeza y un feroz antimadridismo. Creciente, además. Igual que muchos fijan el inicio de la aversión valencianista hacia el Real Madrid en la salida de Mijatovic con destino a Chamartín, el fichaje de Sergio Ramos por los blancos parece el detonante de la actual situación tensa y crispada que se da cada vez que el Real Madrid se enfrenta al Sevilla, una crispación que se aprecia de manera muy visible en las gradas durante cada visita al Sánchez Pizjuán. La rabia se deja ver en detalles como las palabras de su director deportivo, Monchi, el pasado verano al hablar del jugador de Camas:

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Monchi “solo” ha esperado dieciséis años para ponderar en su justa medida al central de Camas, o mejor dicho, ha tenido que esperar a que Sergio Ramos saliera del Madrid para hablar bien de él, un jugador que nunca dejó de profesar su amor por el Sevilla y de llevar la camiseta de su excompañero Antonio Puerta en cada celebración.


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El fichaje de Sergio Ramos por los blancos parece el detonante de la actual situación tensa y crispada que se da cada vez que el Real Madrid se enfrenta al Sevilla

El feroz antimadridismo se aprecia en otros detalles como la rajada del propio Monchi tras el gol anulado hace dos temporadas, el famoso “igual saco al equipo del campo” que no tiene equiparación con su silencio cómplice cada vez que su equipo sufre un error arbitral en sus enfrentamientos con el Barça, y ha habido decenas: la expulsión de Medel, la expulsión perdonada a Messi, la mano de Lenglet, las manos de Piqué… Piqué es ese caso único de jugador que ha tocado el balón con las manos en un terreno de juego más veces que el eterno suplente de la portería sevillista, Monchi.

La rivalidad entre Sevilla y Real Madrid viene de mucho tiempo atrás, no sabría definir desde cuándo, si desde los errores de Garcia de Loza en el Pizjuán en el 85, cuando tuvo que salir escoltado del campo en la que quizás fuera la única vez de su carrera en que favoreció al Madrid, o más atrás aún, de la primera y única participación de los sevillanos en la antigua Copa de Europa, cuando fueron vapuleados por 8-0 en el Bernabéu. Los presidentes del Sevilla se han caracterizado casi siempre por su animadversión hacia el Real Madrid, como Luis Cuervas, ese sujeto que podría haber interpretado a un orco en El Señor de los anillos sin maquillaje, o Eugenio Montes Cabeza, quien en el año 80 llegó a hablar de Merino González como “el árbitro de cámara del Real Madrid”.

Piqué es ese caso único de jugador que ha tocado el balón con las manos en un terreno de juego más veces que el eterno suplente de la portería sevillista, Monchi

El caso es que el Real Madrid es atacado, insultado y en ocasiones apedreado con una saña que no se explica exclusivamente por la rivalidad deportiva, o por la rabia tras la salida de un jugador. Los encuentros son calificados siempre de alto riesgo por la Comisión Antiviolencia. “En dos ocasiones, en Sevilla intentaron quemar el autobús. Después de dejar al equipo en el Sánchez Pizjuán, aparcábamos el coche en el parking de la estación del AVE en lo que terminaba el partido. Pues bien, estando un día mi compañero y yo dentro del coche colocando los bocadillos de los jugadores, una piedra impactó en la luna trasera y la reventó por completo. A continuación, cayeron dos bengalas en el interior del coche. Una se había apagado al entrar, pero la segunda sí entró encendida. Mi compañero salió corriendo, la cogió y la sacó a la calle. De no estar nosotros allí, y teniendo en cuenta que los asientos eran de cuero, el autobús se hubiese incendiado”. Son palabras de Fernando Manso, quien fuera conductor del autobús del Real Madrid durante 14 años, que contaba esta anécdota en su libro Historias del autobús del Real Madrid.

En dos ocasiones, en Sevilla intentaron quemar el autobús del Real Madrid

Resulta especialmente lamentable que la tensión se generara en muchas ocasiones desde y por la propia directiva sevillista, con hooligans de corbata presidiendo el club y haciendo declaraciones incendiarias en las previas de los partidos, lo que pudo costar alguna desgracia: "En Sevilla la emprendieron contra el autobús lanzando piedras, mecheros y hasta bolsas de hielo. Incluso, cayó una bola de billar que buscaba la cabeza de Beckham. A él no acertaron a darle, pero a mí sí. Rebotó en el bus y me impactó en la cabeza, provocándome una brecha", continúa Fernando Manso.

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Era la época de José María del Nido como presidente. Un tipo en cuyo historial figura haber sido abogado del presidente del Atlético de Madrid Jesús Gil y Gil durante los años locos de este como alcalde de Marbella. Del Nido fue condenado a siete años de cárcel por corrupción, de los cuales pasó tres entre rejas. Nada bueno salía de su boca cada vez que hablaba del Real Madrid y sus palabras, como algunas declaraciones de Monchi fuera de lugar, calentaban siempre el ambiente:

  • “Voy a poner seguridad en el vestuario del árbitro para que ningún elemento extraño pueda entrar en él".
  • "Es un sacrilegio comparar a Cristiano Ronaldo con Messi".
  • "El FC Barcelona está dos o tres peldaños por encima del Real Madrid".

Este tipo era presidente del club sevillista cuando Sergio Ramos fichó por el Real Madrid y trató de justificar su salida ante la afición cargando contra el club blanco. Pero lo cierto es que, si atendemos a las palabras de alguien poco sospechoso de madridismo, como es el culé disfrazado de sevillista Cristóbal Soria, asiduo del Chirincirco, el único culpable fue el propio presidente del club. Sergio Ramos pidió una subida de sueldo al presidente, pero este le reprochó: “¿Tú quién te has creído que eres? Si tú eres de Camas, ganarás dinero cuando te lo merezcas, no con 19 años”. Cuando a los pocos días René Ramos se presentó con el pago de la cláusula de rescisión y anunciando la marcha del central al Real Madrid, Del Nido reaccionó con rabia hacia el club y hacia el jugador. Se negó a pagarle el sueldo de los meses que le quedaban para que el jugador denunciara al club y que toda la afición hispalense se volviese en contra. Los Biris Norte, la peña de seguidores radicales sevillistas, compraron el discurso y se han pasado años insultando al jugador y a su familia.

Del Nido a Ramos: “¿Tú quién te has creído que eres? Si tú eres de Camas, ganarás dinero cuando te lo merezcas, no con 19 años”

Nunca hasta entonces había habido problemas para el traspaso de jugadores entre ambos clubes, como ocurrió con Paco Buyo, Davor Suker, Salguero, Iván Zamorano o el brasileño Baptista, pero tras la salida de Ramos y con Del Nido en la presidencia se trató de impedir cualquier salida del Sevilla con rumbo a Chamartín. El fichaje de Dani Alves estaba casi hecho y se paró, y al Sevilla no le importó venderlo un año después por un importe inferior al Barça. Por el contrario, nunca hubo problemas con las salidas de Keita, Adriano, Aleix Vidal, Rakitic con destino Barcelona. Ni se escucharon demasiadas quejas por tener que jugar entre semana a las 00.05 de un martes o por llevar la Supercopa de España a partido único a Marruecos, lo que favorecía los intereses blaugranas.

En 2007, el director deportivo del Real Madrid, Pedja Mijatovic, denunció insultos de todo tipo en el palco del Sánchez Pizjuán: “Nunca vi nada igual”. En otra ocasión, en 2011, para calentar el ambiente de una eliminatoria de Copa contra el Real Madrid, Del Nido preparó una pancarta con el eslógan “¡Nosotros somos los grandes!”, como esperando una respuesta madridista que no se produjo. Allá cada cual con lo que considera grandeza.

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Presidentes antimadridistas, sí, pero también numerosos jugadores antimadridistas. Como Pablo Alfaro y Javi Navarro, que hacían de cada visita blanca una tortura para la integridad de sus estrellas. En 2003, Pablo Alfaro lesionó a Michel Salgado tras un pisotón, pero más impresentable fue la agresión de Javi Navarro a Ronaldo, al que pisó en la rodilla. El central sí fue expulsado tras la agresión, pero lo que se vio en aquel lance fue de mal profesional, de mal compañero de profesión sabiendo las desgracias que había padecido el brasileño en la rodilla.

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Un año después, en 2004, la persecución de Pablo Alfaro a Zidane, con entradas que quedaban impunes, provocó la respuesta del galo, que vio la roja tras el manotazo que soltó al central sevillista. El árbitro que consintió las “caricias”, pero no la respuesta de Zizou fue el perpetrador habitual de estas decisiones: Iturralde González.

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Esa animadversión de tantos jugadores y directivos se traslada a las gradas, con el peligro que ello conlleva cuando tienes una banda de radicales como los Biris Norte, gente capaz de pasarse un partido entero insultando a Ramos…

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O enseñando una pancarta en favor de uno de los miembros de la Manada, el Gordo.

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El caso es que el odio hacia el Madrid crece con los años, por mucho que el club blanco les haya cedido a jugadores como Reguilón o Cheryshev, o no haya puesto problemas para el traspaso de otros como Óscar Rodríguez. Desconozco las causas, aunque me temo que algo de lavado de cerebro intencionado hay. Resultaron bastante esclarecedoras las palabras de Julen Lopetegui en su primera visita al Bernabéu, cuando, tras el gol anulado a De Jong, exclamó un “¡Siempre igual!” que provocó la extrañeza de todos. ¿Siempre igual en tu primera visita? ¿O es que ya le sorbieron el cerebro en la capital sevillana? Cría cuervos, como explicó a la perfección el siempre moderado Pepe Kollins.

Esa animadversión de tantos jugadores y directivos se traslada a las gradas, con el peligro que ello conlleva cuando tienes una banda de radicales como los Biris Norte, gente capaz de pasarse un partido entero insultando a Ramos o enseñando una pancarta en favor de uno de los miembros de la Manada, el Gordo

En el caso de Del Nido está claro que se debía a su cercanía a Gil y Gil. En el caso de Monchi, creo que hay algo del “síndrome de Futre”: la rabia de no haber podido jugar en el club blanco. En esta entrevista recordaba cuando hizo pruebas para jugar en el Castilla y lo cuenta de la misma manera que Pedri, como avergonzándose para ganarse el favor de los suyos: “Me llevaron casi engañado. Fueron dos entrenamientos y me volví”. La misma rabia de otro ilustre sevillista antimadridista:

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No sé qué me provoca más gracia hoy en día, si sus palabras, o la publicidad sobre problemas del cabello.

La rivalidad continúa. El único título que celebró el Sevilla el año pasado fue el empate en el Di Stéfano (tras otro arbitraje infame en contra de los locales), un empate que nos privó del liderato en las últimas jornadas de Liga. Y sí, se celebró en Sevilla. Inaudito.

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