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·20 de mayo de 2020
¿Por qué le dicen "gallinas" a River?

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·20 de mayo de 2020
River llegó a su primera final en la Copa Libertadores de 1966, en donde se encontró con Peñarol, quien ya había ganado el certamen en 1960 y 1961. Después de la derrota en la ida por 2-0 en el Estadio Centenario, el conjunto conducido por Renato Cesarini se impuso por 3-2 en el choque de vuelta disputado en el Monumental y forzó así un tercer partido, el método por el cual se desempataba por aquella época. Claro, no existían ni los penales, ni la diferencia de gol, ni, mucho menos, la ventaja que otorga en la actualidad convertir en condición de visitante.
El escenario debía ser neutral y el elegido fue el Estadio Nacional de Santiago de Chile. Más de 39 mil personas asistieron a ese templo del fútbol sudamericano para ver a grandes estrellas. Por el Carbonero estaban Ladislao Mazurkiewicz, Pablo Forlán (padre de Diego), Nestor Goncalvez, Alberto Spencer, Juan Joya y Pedro Rocha; por el lado del cuadro de Núñez aparecían
y
(tío de Santiago y abuelo de Augusto).
El Millonario tuvo un arranque brillante y antes de que termine el primer tiempo ya iba ganando 2-0, gracias a los tantos de Onega y Solari. El título parecía estar al alcance de la mano, pero el espíritu copero del Manya y la famosa garra charrúa terminarían siendo más fuertes: Spencer descontaría a los 25' del complemento y, cinco minutos más tarde, Abbadie pondría el 2-2 que llevaría la definición al tiempo suplementario. Allí, nuevamente Spencer y, luego, Pablo Rocha sellarían un 4-2 histórico.
Según escribió Osvaldo Ardizzone en su crónica para la revista El Gráfico sobre el encuentro, Antonio Vespucio Liberti, por entonces presidente de la institución, responsabilizó de la derrota, primero, a Cesarini, por el cambio que ordenó a los 44' del primer tiempo -la única variante permitida en esos tiempos-: afuera Sainz, marcador de punta derecho, adentro Lallana, volante por derecha. "El partido lo perdió Renato" , cuenta el artículo de la revista que dijo el directivo, con él entrenador presente pero sin dirigirse a él.
El otro culpable según el dirigente fue ni más ni menos que Amadeo Carrizo : " Cuando uno está para la 'cargada' tiene que ser hombre para afrontarla. Es muy fácil 'sobrar' en la buena. Hay que saber 'guapear' en la mala. Él es el responsable de la reacción de los dos negros (sic) y de habernos echado el público encima. Un jugador serio no tiene que hacer esas 'gansadas'. Hace falta otra cosa para ser hombre". La cruda crítica tenía que ver con una jugada puntual en la que el arquero había parado una pelota con el pecho.
Luego de aquellas palabras, el plato estaba servido. En su regreso a Argentina, River visitó a Banfield y, antes de pisar el campo de juego, la hinchada del Taladro tiró una gallina al campo de juego con una banda roja en el cuerpo. Lo demás, es historia.