Diario La Escuadra
·1 de septiembre de 2022
In partnership with
Yahoo sportsDiario La Escuadra
·1 de septiembre de 2022
Como todo en la vida el auge del fútbol femenino tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Una de esas cosas malas es la repercusión mediática que puede alcanzar cualquier tema más o menos polémico que azote al fútbol de élite y por desgracia eso es algo que no deja de pasar en un fútbol donde el protagonismo se lo quieren llevar en los despachos y no en el terreno de juego.
Hace pocos días saltaba la noticia del que ya se ha convertido en el caso ‘VildaGate’, y es que las jugadoras de la selección, encabezadas por las capitanas, habían pedido al presidente de la RFEF, Luis Rubiales, la rescisión del contrato del seleccionador Jorge Vilda. El caso se iba complicando por momentos, cuando seguían saliendo informaciones.
Las jugadoras se lo habían dicho a la cara al seleccionador y este habría decidido hablar una por una con las jugadoras. Lo cual ha provocado que el conflicto ya no solo sea entre RFEF y Vilda contra las jugadoras, sino entre las propias jugadoras, pues algunas por miedo a represalias se habrían echado atrás.
Lo que está claro es que ahora mismo existe un ambiente muy tenso y enrarecido en una selección donde las jugadoras o gran parte de ellas no quieren al entrenador, pero este no tiene la voluntad de dimitir y cuenta con el favor y respaldo de Rubiales.
Los motivos que exponen las futbolistas son claros y contundentes, el nivel no es el esperado después de 7 años con el mismo entrenador, la falta de rotaciones hace que algunas jugadoras tengan un exceso de carga de minutos y otras se sientan invisibles en los planes de la selección pese a estar en el banquillo y la intensidad y calidad de los entrenamientos es muy baja con respecto a lo que las jugadoras hacen en su club.
A todo esto, hay que sumarle que también ha salido a la luz que las jugadoras tuvieron que reunirse después de la charla técnica en uno de los partidos importantes de la Eurocopa para preparar el partido ellas solas por su cuenta. Es decir, da la sensación de que no hay nadie a los mandos y la selección se autogestiona por las propias jugadoras.
No sabemos cual habrá sido la gota que ha colmado el vaso, pero los motivos están ahí y son visibles. La opinión pública y seguidora del fútbol femenino lo lleva reclamando mucho tiempo, algo no funciona y hay que cambiarlo.
Así que la situación es la siguiente, un grupo de futbolistas con un gran bajón anímico por la falta de motivación y la sensación de ser ignoradas y ninguneadas por su Federación. Y un entrenador que no piensa dar su brazo a torcer, que encima es el director deportivo del fútbol femenino, es decir, la máxima autoridad para planificar los banquillos de la selección y que se encuentra entre los hombres de gran confianza de Rubiales.
Pues aun y con todo, los medios, esos mismos medios que no le dedican más de un minuto a hablar de los logros del fútbol femenino español en sus espacios, ahora se están volviendo los baluartes de Jorge Vilda y están despreciando desde el más puro paternalismo a las jugadoras, tildándolas de ‘niñatas caprichosas’ ‘chicas que están haciendo un motín’ y muchas más expresiones que apuntan a las jugadoras como verdugos y a Vilda como víctima.
La realidad, sin embargo, es bien distinta. Si bien es cierto que las jugadoras nunca tendrían que solicitar la dimisión de un entrenador, tampoco es normal que el director deportivo sea el propio entrenador, porque es precisamente la figura que debe decidir cuándo ha acabado el ciclo del entrenador.
También habría que preguntarles a todos esos periodistas que están poniendo el grito en el cielo en contra de las jugadoras, si aguantarían 7 años consecutivos a un entrenador que, si bien ante equipos pequeños y con el equipo de gala consigue victorias aplastantes, no ha conseguido con la mejor selección de todos los tiempos ganar a un gran rival ni pasar de la primera fase de eliminación de un gran torneo.
Deberían preguntarse si no se tirarían a degüello a por Vicente del Bosque si con la generación de Xavi, Iniesta, Villa, Casillas y compañía no hubiesen pasado de octavos de un mundial. O si con un equipo que tuviese a media plantilla ganadora de un triplete y contase con la Balón de Oro y la Balón de Plata del mundo se conformarían con ver como año tras año es un éxito pasar de la fase de grupos y no optar a los títulos.
En ese momento, en el instante en el que dejasen de mirar con paternalismo al fútbol femenino y lo empezasen a comparar en nivel de exigencia con el masculino, quizás serían los primeros en pedir la cabeza de Jorge Vilda y exigir más a un grupo de jugadoras que está llamado a hacer historia y que por el momento solo se puede conformar con tener al mismo seleccionador por otros dos años más, sin haber hecho nada de mérito para ganarse estar durante 9 años seguidos al frente de la selección.
Es hora de remar todos a una, es hora de tomarse el fútbol femenino en serio y es hora de valorar lo que estas jugadoras son capaces de hacer. Ya tuvimos un ‘caso Quereda’ de verdad necesitamos otro documental para abrir los ojos y ver que la selección necesita un cambio de entrenador y un cambio de dinámicas porque por fin hay una plantilla que puede aspirar a todo y no está siendo aprovechada.
Cuánto tiempo vamos a dejar pasar, otros 7 años para después echarnos las manos a la cabeza y preguntarnos cómo es posible que España no gane nada en las categorías absolutas mientras que en las inferiores optamos siempre a todos los títulos. Basta ya de los amiguismos y empecemos a ver el fútbol femenino como el deporte de élite y exigencia que es. La prensa debe aportar con el fin de mejorar el fútbol de la selección y no para mantener una dinastía que parece eterna e inamovible.