Afición Deportiva
·14 de diciembre de 2024
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El Obradoiro pierde en un partido muy ajustado ante el Fuenlabrada tras anotar tan solo 12 puntos en los últimos diez minutos
Cayó el Obradoiro ante el líder en Sar. Lo hizo de forma cruel tras pelear durante 30 minutos al máximo nivel. Para ganar a los mejores en esta categoría hace falta reducir los errores al máximo y, sobre todo, estar acertado en los momentos de la verdad. Y, los de Gonzalo Rodríguez, se deshicieron como azucarillo en agua en los últimos minutos. El Fuenlabrada tampoco estuvo excelso en ese último envite, pero sí efectivo desde el tiro libre. Los santiagueses, con un 17 de 26, perdieron sus opciones desde el 4´60.
Doce puntos anotó el Obradoiro en esos fatídicos diez minutos en los que tan solo Micovic y Millán Jiménez, el mejor de los locales, fueron capaz de anotar en juego. Y eso que llegaron con buenas sensaciones a dicho momento, con el mejor Balvin desde su llegada y un gran Nacho Varela en la dirección. Stephens no disfrutó de minutos en la tarde de hoy y, el 0 de 8 de Davison lastró al equipo por completo. Sin embargo, más que individualizar, el problema fue coral, como si de una falta de confianza se tratase. La próxima semana, en Castellón, una nueva opción de redimirse.
Día de reencuentros en Sar. Fuenlabrada, líder de la categoría, comparecía en Santiago con Zurbiggen, Westerman y Matulionis en sus filas, tres viejos conocidos del Obradoiro. En la previa del encuentro se rindió un emotivo homenaje a Alfredo Domínguez, mítico jugador del club santiagués en la década de los 70 que falleció en la tarde del viernes. Acontecimientos que, lejos de quitar el foco de la pista, ponían más picante a un duelo mediático ya de por sí, pues se postulaba como una oportunidad única para los locales de seguir recordando al grupo cabecero.
Gonzalo Rodríguez, que recuperaba a Millán Jiménez tras el virus que le impidió rendir frente al Betis, optó por Ondrej Balvin como titular en el `5´, junto a los habituales Quintela, Davison y Micovic. El arranque no dejó indiferente a nadie, con ambos conjuntos muy efectivos desde el triple, siendo los exteriores los que aglutinaban gran parte del juego. Millán se encargaba de la defensa de Westerman, mientras que el francés se emparejaba con Quintela cuando le tocaba bajar el culo. Sin embargo, eran los ataques los que se imponían, con Matulionis manteniendo a los suyos por encima en casi todo momento. Ocho puntos para el lituano en los diez primeros minutos.
Fuente: Redes Sociales `X´ del Obradoiro
Conforme se fueron conociendo, el Obradoiro encontraba huecos por los que colarse en la pintura madrileña, imponiéndose claramente Balvin y Stevic a sus marcas. El checo, además, anotaba desde el exterior, complicándoles la vida a los de Toni Ten. Y, la brecha inicial visitante (5-10), se disolvería en cuestión de segundos a través de dicha vía. A partir de ahí, el choque entró en un constante intercambio de canastas y de alternancias en el marcador hasta el final del primer cuarto (20-21). El ritmo era frenético, jugándose muchas posesiones y, además, con muy pocas faltas. Los colegiados aceptaron la dureza defensiva y fueron permisivos para ambos lados de la cancha.
El segundo cuarto arrancó de la misma manera, con una igualdad exuberante que impedía que cualquiera rompiese el choque. Nacho Varela, con dos triples consecutivos, encendió Sar y obligó a Toni Ten a pedir el primer tiempo muerto. Los dos técnicos eran sabedores de que una mínima racha podía ser determinante dada la paridad. Y, a la vuelta, Fuenlabrada le devolvió a los santiagueses el parcial para recuperar la pequeña ventaja. Del festival de triples se pasó a la dureza, agresividad y esfuerzo de la pintura.
Nwogbo y Balvin firmaron un duelo y un pique tan deportivo como exigente, en el que ambos parecían imponerse en ataque. El pívot visitante, pese a ser unos cuantos centímetros más bajo que el checo, no rehuía el contacto y, sobre todo en la parcela ofensiva, tendía a llevarse el gato al agua. Marcaban diferencias, pero, al hacerlo ambos, no se reflejaba a modo de ventaja para ninguno de los clubes. Cuando los santiagueses no encontraban a un jugador dentro, Varela emergía como el desatascador perfecto en los últimos segundos de posesión. El chileno, precisamente, cerró la primera parte con un triple lejano que dio algo de oxígeno a los suyos (47-42).
Fuente: Redes Sociales `X´ del Obradoiro
La efectividad de los de Gonzalo Rodríguez marcó los primeros veinte minutos, pues desde Zamora no se acercaban al 50% desde más allá del 6´75. Sin embargo, el gran debe eran los tiros libres. El 7/11 desde la línea de personal, más aun viendo que dicha estadística fue determinante ante el Betis, resultaba preocupante. Más allá, las sensaciones, principalmente en el segundo cuarto, eran que, si conseguían encontrar a Balvin con mayor frecuencia, tendrían una parte de la batalla en su mano.
El Obradoiro saltó a la cancha con la clara intención de romper el choque y, con un triple de Millán Jiménez, se fueron hasta los ocho de diferencia (50-42). Sin embargo, el éxtasis dio paso a sus peores minutos del partido hasta el momento y, en apenas cuatro minutos, Fuenlabrada le endosó un parcial de 4-13 para recuperar el dominio en el luminoso (54-55). Por el camino, los locales erraron varios tiros libres consecutivos y alguna que otra canasta sencilla. El único aspecto positivo cuando Gonzalo pidió tiempo muerto, era la carga de faltas que sufrían los madrileños. Westerman, con cuatro personales, y Nzosa, con tres, eran los más perjudicados.
La reacción fue instantánea, pues, con un triple de Álvaro Muñoz, que cuajó su mejor actuación desde la lesión, y dos tiros libres de Quintela, instauró de nuevo la calma tensa en Sar. No se marcharon en el marcador, pero sí se sobrepusieron a un obstáculo grande en forma de atasque que les mantenía vivos. El último cuarto, al que llegaron uno arriba los visitantes (63-64), se presentaba como una lucha encarnizada en la que los detalles dirimirían al ganador. Anotar se volvió una quimera, cada canasta, en el arranque del último valía oro. Y, es que, transcurrido un tercio del mismo, el parcial mostraba un paupérrimo 0-2. Un triple de Davison que ni si quiera tocó aro, la mayor evidencia de la tensión y el nerviosismo que inundaba el Multiusos.
Millán desatascó al equipo con dos canastas que, al menos, hacían que los suyos sobrevivieran. Al final, los errores del Fuenlabrada eran los que también les estaban manteniendo a flote. A cuatro para el final, y tras un triple de los madrileños que les ponía a cinco (67-72), la situación era crítica. Pidió tiempo muerto Gonzalo Rodríguez con el objetivo de dar clarividencia a un ataque espeso y cegado. A la salida del mismo, Millán Jiménez, quién sino, devolvió la ilusión de los gallegos con un triple. El alero, con siete puntos, era el único que había anotado para los suyos desde el tercer cuarto.
Dispuso de un triple Micovic para poner a los suyos por delante después de mucho tiempo, pero, al contrario que el martes ante el Betis en una posición similar, lo erró. Y, en la jugada posterior, Nzosa anotó dos tiros libres para poner a los suyos cuatro arriba (70-74). Sin embargo, el serbio se redimió en la siguiente con un triple liberado en la esquina contraria al anterior. No le tembló la mano a Nwogbo desde la personal y sí lo hizo con Micovic. Traducido en puntos, dos más para Fuenlabrada que seguía tres arriba a menos de un minuto para la conclusión. Erraron los visitantes su oportunidad de matar el enfrentamiento y, en el intento de contrataque obradoirista, hicieron falta.
Esta vez sí que convirtió los dos tiros libres Nacho Varela y, a falta de quince segundos, Fuenlabrada disponía de posesión con uno arriba (75-76). La evidente falta del Obradoiro fue hacia Matulionis quien, con toda la presión bajo sus hombros, anotó el primero y erró el segundo. El rebote, peleado, acabó golpeando en un jugador del Obradoiro antes de marcharse fuera. Esa hipotética jugada para empatar el choque se desvaneció. Se repitió la historia, pero con menos segundos y con Jorgensen como tirador. El `4´ no falló ninguno de sus tiros libres y dejó el choque visto para sentencia. Las 4.400 almas que poblaban Sar se helaron por completo.
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