
La Galerna
·28 de mayo de 2025
Nos volveremos a ver

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El ser humano aprende a una edad temprana que en la vida todo tiene un final. La fuerza de la costumbre nos educa casi tanto como la inevitable marcha de la vida, ese mecanismo oculto que obedece a las leyes escritas por la naturaleza. Por ello, aunque nos cueste, la despedida del ser querido tiene un ritual en la vida de nuestra tribu. Desde decir adiós a un ser querido hasta la ruptura amorosa, el ser humano convive con la pérdida de forma obligatoria. Hay religiones que dan una explicación o una base teórica para transitar el duelo. En literatura, el subgénero de la elegía ha parido obras inconmensurables que nos educan y conforman. Sin ir más lejos, en nuestra lengua la elegía ha dado frutos universales como las célebres Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique o la archiconocida composición de Miguel Hernández a su amigo Ramón Sijé. Piezas únicas que nos enseñan a transitar por un episodio de la vida que cuesta y sobrecoge.
Inevitablemente, en el deporte tenemos otra oportunidad para aprender a despedirnos de las personas. El fútbol no deja de ser una escuela de vida y cuando asistimos a la despedida de nuestros ídolos, algo de nosotros se apaga con ese adiós. Es el ciclo de la vida, el trago amargo después de tanta dicha. Para los madridistas, ese último capítulo se produjo el pasado sábado. La despedida que todo el madridismo dio a Carlo Ancelotti y a Luka Modric pasará a los anales del club. Todo el Santiago Bernabéu puesto en pie para rendir honores a dos de nuestros héroes más laureados. Millones de espectadores en todo el mundo estuvieron unidos a los hinchas que poblaban las gradas del estadio. Por supuesto, el amor por dos de nuestros hijos predilectos nos une en un destino universal. Así se despide a las leyendas.
Lejos de vivirlo de forma traumática, el club ha sabido dosificar las emociones. Pasadas unas horas se oficializó la llegada de Xabi Alonso. El fichaje del técnico vasco era un secreto a voces, pero ver materializado el deseo en la mismísima realidad siempre alegra a los corazones. El donostiarra llega tras haber logrado el mayor éxito deportivo en la historia del Bayer Leverkusen. A pesar de su corta carrera como entrenador, Alonso suscita el consenso de la crítica y el público. Desde el mourinhista hasta el panenkita, todo el mundo del fútbol respeta a Xabi Alonso.
Siendo el fútbol un mundo tan exacerbado, la llegada de un entrenador que unifique a una masa social es buena cosa. Tanto es así que en los últimos meses me sorprendía ver a propios y extraños esperando a Alonso como quien espera la parusía. Tantos años viendo fútbol y todavía hoy me fascina el entusiasmo natural y sincero. El fútbol debe ser un refugio contra la tormenta, un bastón para caminar. A veces olvidamos que lo más importante para el aficionado es el disfrute. O, al menos, debería serlo.
Siendo el fútbol un mundo tan exacerbado, la llegada de un entrenador que unifique a una masa social es buena cosa
Algo de todo esto vino a decir Xabi Alonso en su presentación como entrenador del Real Madrid. Durante su puesta de largo, Alonso soltó: "Quiero encender a la afición porque así nuestra fuerza será imparable". Más allá de su excelente discurso, esta referencia directa destaca por su propio peso. No me parece baladí que el entrenador de un equipo quiera que sus aficionados se enorgullezcan del mismo. Es un primer paso muy esperanzador.
Y si bien es cierto que Ancelotti ya forma parte de la selección de fútbol de Brasil, con Luka Modric aún tenemos una última cita. El centrocampista croata tiene en la Copa Mundial de Clubes de la FIFA la ocasión perfecta para una dulce despedida. Si Dios quiere, el último partido de Modric con la camiseta del Real Madrid será el próximo domingo 13 de julio. Marcharse en una final es puro Real Madrid. Pero igual, pase lo que pase, el destino querrá que nuestros caminos se vuelvan a unir. Por eso, admirados Carlo Ancelotti y Luka Modric, nos volveremos a ver.
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