Orgullo Rojo
·24 de mayo de 2025
No se llegó a la final, pero se recuperó algo más importante: la dignidad deportiva

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·24 de mayo de 2025
No. Esta vez no fue. Pero lo que logró este equipo en estos meses no lo borra ni una eliminación ni un resultado. Independiente volvió a pararse con dignidad, volvió a ilusionar, volvió a competir y volvió a emocionar. No se trata solo de ganar. Se trata de volver a ser.
Con un plantel corto, en un contexto adverso, y con muchísimas presiones extra, el equipo de Julio Vaccari construyó una campaña seria, sólida y cargada de mensajes positivos. Se apoyó en jugadores que crecieron exponencialmente y que hoy representan una bocanada de aire fresco para el club en todo sentido.
Kevin Lomónaco se consolidó como líder defensivo, Felipe Loyola le dio equilibrio y despliegue al mediocampo, Álvaro Angulo se convirtió en un pilar por la izquierda y Santiago Montiel, el pibe irreverente, le agregó picardía y personalidad al ataque. Todos nombres que, si el club logra sostener, pueden ser claves para la reconstrucción institucional.
No se llegó a la final, pero se sentaron las bases de algo serio. De un proyecto. De un proceso. Se encendió una chispa que hacía rato no se veía. Los hinchas lo entendieron, lo abrazaron, lo siguieron en manada. Y eso, en un momento como el que atraviesa el club, vale tanto como un título.
A seguir. A creer. A construir desde acá. Porque esto recién empieza.