No al VARXIT, pero escuchemos el aullido de los Wolves | OneFootball

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La Galerna

·18 de mayo de 2024

No al VARXIT, pero escuchemos el aullido de los Wolves

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Joselu le hizo el 2-1 al Bayern y la locura se desató una vez más en el Bernabéu. Aunque sólo duró dos segundos, los que pasaron hasta que se escuchó el silbato de Marciniak: fuera de juego. El gol se fue al limbo del VAR y la alegría quedó en suspenso durante una interminable revisión. Finalmente se concedió el tanto y el templo madridista volvió a explotar, un éxtasis que no será olvidado jamás por ninguno de quienes lo experimentaron. Pese a ello el Wolverhampton, primer club en solicitar formalmente la revocación del VAR, alega que “por un pequeño aumento de la precisión se atenta contra el espíritu del juego" y esgrime, entre otros muchos argumentos, que desvirtúa “la pasión y el impacto en la celebración de los goles”.

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No fue desde luego el caso aquella mágica noche en el Bernabéu ni está sucediendo en otros estadios y contextos. Siempre será mejor saltar de júbilo con retraso que llorar y lamentar impotente una injusticia en tiempo real. Seis años después de la implantación del videoarbitraje en el Mundial de Rusia, profesionales y aficionados ya se han acostumbrado a cantar algunos goles dos veces. Y no parece importarles demasiado siempre que suceda justo así. Los que llevamos ya unas décadas viendo fútbol sabemos, porque lo hemos experimentado, que no pasar a una final porque te anulen un gol en posición claramente legal, bajar a Segunda división por un desmayo dentro del área candidato al Óscar o caerte de la disputa de un título porque te han marcado un gol metro y medio fuera de juego, eran anomalías que no pertenecen, ni nunca lo han hecho, a la esencia ni al espíritu del fútbol. Intrusos.


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La cuna del fútbol no enterrará el VAR

Sin embargo, los Wolves arremeten contra el VAR. Lo llevan a votación en la Premier League y si 14 de los 20 equipos votan por su supresión, será eliminado en la principal liga del planeta. Se marcarían un VARXIT, volviendo a permitir que el votante decida y se equivoque sobre un asunto trascendental. Esta pataleta con olor a naftalina, probablemente cimentada sobre varias decisiones arbitrales negativas hacia este club, especialmente en Copa de la Liga ante el Liverpool,  llega en un punto de inflexión en la historia del fútbol, enfrentado a nuevos y numerosos desafíos. También para la Premier, pesando como pesan 115 irregularidades financieras sobre su buque insignia, el Manchester City de Abu Dabi, algo que debería preocupar y ocupar por encima de otras cuestiones a 19 de los 20. Afortunadamente, parece que este movimiento anti-VAR no va a ir más lejos según información de Sky Sports: la moción no va a prosperar y seguirá habiendo tecnología arbitral tanto en la cuna del fútbol como en todo el planeta.

No hay vuelta atrás

El VAR es irreversible y se defiende solo. Cancelarlo sería como eliminar Internet argumentando que ha desnaturalizado a la sociedad. Una ocurrencia temeraria que provocaría el caos desde las primeras horas de su ejecución. Hemos adoptado un avance necesario que mejora indudablemente el arbitraje de un partido de fútbol y no hay vuelta atrás. Nadie va a aceptar ya aberraciones arbitrales y fácilmente detectables a través de una pantalla. Resulta estridente de hecho ver en la actualidad un partido de competiciones donde no hay videoarbitraje. Tiene hasta tintes de chabacanería.

¿De qué se acusa al videoarbitraje?

Pero el aullido de los Wolves debe ser escuchado. Hay que refinar con urgencia su funcionamiento. Para el club wanderer, cito textualmente, el VAR se extralimita, frustra, confunde, está mal comunicado, erosiona la responsabilidad del árbitro de campo, comete errores continuos, interrumpe el ritmo, genera polémicas que eclipsan al mismo partido y alimenta acusaciones de corrupción. No son pocos defectos los que se denuncian. Y los compartimos sin duda la práctica totalidad de los que nos sentimos cercanos al Deporte Rey. Pero no son del VAR, que no deja de ser un monitor, una cámara y un cable, generalmente japoneses, que permiten al árbitro escrutar desde diversos ángulos y a distintas velocidades la legalidad de todas aquellas jugadas clave que pueden decidir un partido. Son de las personas que lo regulan y manejan. Lo que está fallando, o al menos es sustancialmente optimizable, es su utilización, como ha manifestado la voz autorizada, experimentada y siempre sagaz de Jürgen Klopp. Se está desperdiciando (o malversando, según qué casos) el tremendo potencial de una valiosa herramienta para impartir justicia. El VAR ha supuesto un avance inequívocamente positivo que hace del fútbol, deporte a diferencia de otros donde cada tanto incide dramáticamente en el resultado final, algo más justo. Y en un futuro próximo incluso la IA detectará en fracciones de segundo y sin apenas margen de error si hay fuera de juego o hasta podría llegar algún día a dictaminar si un penalti lo es o, al menos, cifrar la probabilidad de que lo sea. Las posibilidades en el futuro son infinitas.

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Evolución necesaria

FIFA tardó pocas horas en reaccionar anunciando su intención de darle dos oportunidades o ‘challenges’, como sucede en otros muchos deportes, a cada entrenador para pedir la revisión de un lance en concreto, gastando una solicitud si no tiene razón y conservándola si la tuviera, algo que mucha gente ha exigido desde el día 1. También existe la voluntad de desechar los fueras de juego milimétricos. Hay cierto consenso en que los offside por márgenes demasiado estrechos están desvirtuando una regla ancestral, fijada desde la acertada introducción de esta infracción en el reglamento: si el atacante está en línea, está en posición legal. Un trazo más ancho podría ser la solución. Seguiría habiendo polémicas cuando hubiera que medir microposiciones de los jugadores en los bordes de esa línea gruesa. Siempre las habrá. Pero cuando el delantero estuviera en lo que siempre hemos conocido como “en línea”, su posición quedaría validada.

Siempre será mejor saltar de júbilo con retraso que llorar y lamentar impotente una injusticia en tiempo real. Seis años después de la implantación del videoarbitraje en el Mundial de Rusia, profesionales y aficionados ya se han acostumbrado a cantar algunos goles dos veces

Otro de los elementos en tela de juicio es la arbitrariedad con la que el VAR interviene. Por qué, ante acciones idénticas, a veces lo hace y en otras ocasiones se inhibe. Quedará parcialmente solucionado con esas dos oportunidades que tendrá cada entrenador de mandar al árbitro al monitor. También debería existir un cuerpo de árbitros especializado en el videoarbitraje, ingenieros específicamente formados para dar más precisión y velocidad al proceso de revisión, audios abiertos y sin editar para aportar transparencia, una mayor calidad y diligencia de los protocolos. Por supuesto, el Ojo de Halcón es obligado aunque al muy millonario Javier Tebas de momento le parezca caro. Hay muchas áreas en las que esta valiosa herramienta debe evolucionar.

Irresistible fuente de poder

Una de ellas merece una mención especial. El reglamento o las orientaciones generales hacia jugadas interpretables, como manos o agarrones, debería ser mucho más preciso e inequívoco. Más científico. Exacto, incluso. Pero siempre he sospechado que a los estamentos federativos les ha convenido  mantener un margen de actuación respecto al arbitraje de un partido porque es una fuente irrenunciable de poder y presión sobre los clubes que, con más o menos intensidad o disimulo, todas han utilizado en algún momento de la historia o emplean en la actualidad para someter a clubes díscolos y sofocar, amenazar o escarmentar todo vestigio de rebeldía. Sólo así se explicaría que toda la vida hubiéramos tenido claro qué manos o agarrones eran o no penalti, o qué fueras de juego posicionales lo eran, hasta precisamente la implementación del VAR.

El fútbol, en una encrucijada

En su primer año dije una mañana en Radio Marca que estaba en pañales y había que “afinarlo”. Más de un culé reaccionó con jolgorio, denunciando que ya queríamos controlarlo en el Madrid porque con él no volveríamos a ganar en España y menos en Europa. La acusación ha quedado ridiculizada por hechos que no hace falta ni citar, este texto no tiene el propósito de loar la mejor época de la historia del Real Madrid ni la ilusión que tenemos todos los madridistas por el futuro. Pero sigue siendo una evidencia: hay que afinar el instrumento y pedir más pericia a los intérpretes.

El VAR es irreversible y se defiende solo. Cancelarlo sería como eliminar Internet argumentando que ha desnaturalizado a la sociedad. Una ocurrencia temeraria que provocaría el caos desde las primeras horas de su ejecución. Hemos adoptado un avance necesario que mejora indudablemente el arbitraje de un partido de fútbol y no hay vuelta atrás. Nadie va a aceptar ya aberraciones arbitrales y fácilmente detectables a través de una pantalla

Esta arremetida de los Wolves debe servir para despertar a los clubes, que por otro lado tras la sentencia favorable de Luxemburgo hacia la Superliga, son cada día más conscientes de que el fútbol es suyo y han ganado fuerza para renegociar posiciones ante FIFA, UEFA y las diferentes federaciones nacionales. Atravesamos una etapa en la que, como decíamos antes, se va a decidir el futuro del fútbol,  y entre otros frentes abiertos como el de los clubes Estado, las multipropiedades, las nuevas formas de ocio y consumo o el reparto del dinero, está la transparencia arbitral.

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España tiene otros problemas

En España bastante tenemos con lo nuestro. Este artículo pretende ser una defensa del VAR, no de los árbitros. Los culpables de que el VAR esté cuestionado, particularmente en este país. Aquí tendrá sus derechos durante los cuatro próximos ejercicios Mediapro, empresa en manos de un culé como Tatxo Benet, que ha llegado a justificar los pagos sostenidos, furtivos e injustificados del Barcelona al vicepresidente arbitral y, no lo olvidemos, también de su socio Jaume Roures, el gran mecenas azulgrana. Porque, hasta donde yo sé, sigue siendo un relevante accionista de Mediapro. De hecho, resultó tan incomprensible como conveniente su destitución por parte de los propietarios chinos escasas semanas antes de que, casualidad del destino, se anunciara esta nueva y sorprendente adquisición comercial que supone un flagrante conflicto de interés, aunque parezca no importarle a nadie.

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El desesperado “os puedo ayudar con el VAR” de Negreira, bien relacionado con Clos Gómez, a Bartomeu, cuando este tras el cambio de régimen en la RFEF le cierra el grifo de los millones, aclara mucho de lo que ha pasado en el fútbol español los últimos lustros y de lo que sucede también desde 2018, fecha a partir de la cual el Madrid ha asistido atónito a nuevos y estrambóticos perjuicios. Desde aquel inaugural “todo OK, José Luis” hasta innovaciones de fantasía esta misma temporada como aquella contra permitida y después cancelada por peligrosa en el Pizjuán, o el pitido final en Mestalla cuando Bellingham se disponía a marcar, pasando por líneas grotescas, pies deformados, imágenes sesgadas y una interminable lista de decisiones sospechosas. Es lo único que han podido hacer Sánchez Arminio en su día y Medina Cantalejo hoy para torpedear la firme oposición del Real Madrid a sus atropellos mientras la entidad de Concha Espina, puñetera como ella sola, responde con vídeos y victorias.

Uno piensa que, con la destreza adquirida en el CTA con el VAR, si lo suprimes ahora serían capaces incluso de bajar a Segunda al Madrid de Mbappé, Vini y Bellingham en la jornada 30. Así que, por suerte, parece que ni La Liga ni sus 42 asociados se plantean eliminar el VAR. Sería en balde, en cualquier caso. La Justicia o la tecnología no sólo forman parte de la esencia del fútbol, sino de toda sociedad civilizada. Las cámaras de seguridad pueden acarrear alguna incomodidad a mucha gente, pero sólo disgustan profundamente al ladrón.

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