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La Galerna

·20 de mayo de 2022

Mpaché y el caballo de Leonardo

Imagen del artículo:Mpaché y el caballo de Leonardo

Leonardo da Vinci era culé. No tengo pruebas, pero tampoco dudas. Toda la obra leonardesca, de hecho, desprende un aura blaugrana inconfundible. Yo es que veo la Gioconda y se me parece a Laporta vestido de señora sin cejas. La Gioconda del Louvre no tiene cejas porque desaparecieron hace tiempo bajo un montón de capas de barniz.

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Antiguamente era costumbre colocar una capa de barniz a un lienzo cuando el color perdía su lustre. Era un método eficaz pero engañoso, pues aunque ciertamente el barniz devolvía un brillo momentáneo a la pintura, este duraba poco ya que el barniz tendía a amarillearse a causa de la suciedad del ambiente. Para mitigar el efecto, se barnizaba de nuevo el lienzo y el ciclo se repetía. Así una y otra vez, hasta que, finalmente, la pintura original quedaba oculta bajo múltiples capas de barniz sucio. Eso le pasó a La Gioconda, por eso hoy la pobre Mona Lisa parece Laporta con ictericia. Siento tener que desengañarles, pero eso que llamamos “sfumatto” leonardesco en, gran medida, pura roña. Barniz viejo y cuarteado.


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Mucha gente que no ha pisado un museo en su vida y que tendría serias dificultades para distinguir un Velázquez de una viñeta de Snoopy, asegura sin rubor que Leonardo es el mejor artista de todos los tiempos solo porque pintó la Gioconda. De igual manera que durante una temporada estaba de moda decir que el Barça era el mejor equipo del mundo porque en él jugaba Leo Messi, afirmación que nadie ponía en duda, supiera o no de fútbol.

Al punto al que quiero llegar es que algunas afirmaciones no siempre se basan el conocimiento, sino simplemente en la inercia popular. Es, por ejemplo, popular afirmar que Kylian Mbappé es actualmente el mejor futbolista del mundo, y que su no fichaje por el Madrid sería un fracaso. Da igual que ambas afirmaciones sean cuestionables. A mí el mejor futbolista del mundo a día de hoy me parece que es Luka Modric, y el mejor delantero, Karim Benzemá; pero yo de fútbol ni papa, oigan. De Arte sé un poco más, no mucho, y opino que Rafael es mejor artista que Leonardo. Rarezas que tiene uno.

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Una vez el duque de Milán le encargó a Leonardo una estatua ecuestre en bronce. Debía ser la más grande jamás forjada. El duque, Ludovico el Moro, anunció el proyecto con orgullo a todo aquel que quisiera escucharlo. Todo el mundo en Milán aguardaba impaciente el momento en que el gran Leonardo mostrara al mundo la estatua ecuestre más impresionante jamás esculpida. La expectación era inmensa.

El caballo de Leonardo no se llegó a esculpir jamás. El proyecto se prolongo durante años y años sin llegar a cristalizar nunca, y, a medida que pasaba el tiempo, se hacía cada vez más grandioso. Aquella estatua sería única en el mundo, no tendría parangón en la Historia, la humanidad admiraría el Caballo de Leonardo como la obra de arte definitiva, insuperable… Pero el caballo nunca pasó de proyecto. Tras más de una década dando la tabarra con el dichoso caballo, lo único que Leonardo llegó a esculpir fue un modelo en arcilla que los franceses destrozaron al utilizarlo como diana cuando conquistaron Milán en 1499. Vamos, que el caballo fue una filfa.

a mí, sinceramente, todo el tema de Kylian, su madre, su padre, su abogada y demás caterva del orfeón de comisionistas parisinos hace tiempo que me tiene un poco empachado. O Mpaché.

A mí todo el asunto de Mbappé me recuerda un poco al caballo de Leonardo, y vamos a ver si no acaba igual, con el delantero convertido en estatua de barro machacada por un montón de franceses. En todo caso, a mí, sinceramente, todo el tema de Kylian, su madre, su padre, su abogada y demás caterva del orfeón de comisionistas parisinos hace tiempo que me tiene un poco empachado. O Mppaché.

Echo de menos aquellos tiempos en que las ventanas de fichajes solo duraban un par de meses y servían para entretenernos un poco durante los calores de verano, ante la ausencia de partidos con los que saciar nuestra sed madridista.

— Este año fichamos a Beckham.

— No, Beckham se va al Osasuna, que lo ha dicho Marca. A quien fichamos es a De Las Cuevas.

— ¿En serio?

— Totalmente.

— ¡Ojalá! ¡Con De Las Cuevas ganamos la Décima seguro!

— Seguro.

— De Las Cuevas es el mejor.

— El mejor. Viva De Las Cuevas.

— Viva.

Luego salía el comunicado oficial del club anunciando el fichaje de un tal Modric y uno se quedaba con cara de póquer. Qué tiempos aquellos.

Con Kylian Mpaché llevamos años de ventana de fichajes, y eso no hay quien lo soporte. Parece ser que el hecho de que un jugador, que actualmente está en nómina de otro equipo, no salga a la calle con la Cibeles tatuada en una nalga y cantando a voces el himno de la Décima es motivo suficiente para provocar cuadros de ansiedad en algunos aficionados madridistas. Así que para calmar sus angustias, acuden a extraños seres de twitter llamados “insiders” que, por lo visto, tienen información de primera mano sobre lo que se cuece en el Real Madrid, el PSG y hasta en la curia vaticana. Hay plaga de “insiders” en Valdebebas y nadie se había dado cuenta. Pululan escondidos detrás de las macetas, camuflados con gafas ahumadas y maletines, y cuando se acerca Florentino se ponen a vender novedades, souvenirs y artículos de coña para despistar. Luego se abren cuentas en twitter con nombres falsos tipo @cristianompotrador y fotos de Raúl en el perfil, de cuando aún no había hecho la selectividad; para a continuación soplarnos de buena tinta que Florentino va a fichar a Lewandowski a cambio de Camavinga y un vale regalo del Corte Inglés.

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Los “insiders” llevan dando la turra con el tema de Mbappé mucho más de lo que cualquier mente cuerda podría soportar. A mí, personalmente, lo que ocurra con el delantero tortuga en estos momentos me da bastante igual. En primer lugar porque (lo reconozco y no me escondo) yo a quien quería era a Erling Haaland. Yo quería un delantero loco y me han dejado sin él, qué disgusto. No solo eso, sino que encima se lo ha llevado Guardiola. Darle a Haaland a Guardiola es como darle un Ferrari a la señorita Pepis. No sé que puñetas hace Haaland con Guardiola, la verdad, y mucho me temo que nos lo va a estropear a base de lavarle el cerebro con consignas guardiolescas de tiki taka y esas cosas. Haaland es un vikingo con motosierra, Haaland lo que necesita es un entrenador prejubilado y con puro, uno que esté ya a vueltas de todo, y que le diga: “mira, chico, sal ahí y arrasa con todo, que a estas alturas no te voy a decir cómo tienes que hacer lo que mejor sabes hacer.” Yo sueño con un Real Madrid compuesto por once tíos más zumbados que el pecho de un gorila y que salten al campo como los galos de Astérix cuando llegaban los romanos. La ausencia de Erling Haaland hace que mi sueño sea menos factible.

Los “insiders” llevan dando la turra con el tema de Mbappé mucho más de lo que cualquier mente cuerda podría soportar. A mí, personalmente, lo que ocurra con el delantero tortuga en estos momentos me da bastante igual

El otro motivo por el que el asunto Mbappé me suscita enorme indiferencia es porque en estos momentos del Madrid sólo hay tres cosas que me inquietan: la Final de Champions de Fútbol, la Final de Euroliga de Baloncesto y la posibilidad de que esta noche Gareth Bale juegue su último partido con el Real Madrid y una panda de perturbados decida que es buena idea pitarle en caso de que salte al campo. Hay muchas cosas útiles y deleitosas que pueden hacerse con los labios, y estoy seguro de que pitar a un jugador de tu equipo que ha ganado cuatro copas de Europa no es una de ellas. Para eso mejor no tenerlos, los labios, e ir por la vida enseñando los dientes en una perpetua mueca de amargura, cosa que encajaría muy bien con el pitador profesional del Bernabéu.

En unos días nos jugamos la Undécima copa de Baloncesto y la Catorce (¡Catorce!) orejona europea, y yo estoy a punto de ver al jugador que me hizo madridista vestir de blanco por última vez. No tengo tiempo ni ánimos para pensar en Mbappé.

Diré, no obstante, que Kylian Mbappé fue testigo privilegiado de la reciente remontada en el Bernabéu contra el PSG. Teniendo eso en cuenta, no estaría de más recordar lo que dijo una vez Leonardo, aquel magnífico artista que no fue capaz de esculpir un caballo:

“Quien ha probado a volar siempre caminará por la tierra con los ojos mirando hacia lo alto, pues quien ha estado en el cielo allí anhela regresar.”

Piensa en ello, Kylian. El cielo aún está a tu alcance.

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